Entrevista | Rubens Askenar Compositor

«A veces te sientes arropado y otras veces no; componer es muy solitario»

«El concierto con la Sinfónica es algo poco habitual, las orquestas no programan así», afirma el compositor

Rubens Askenar.

Rubens Askenar. / E. D.

Almudena Cruz

Almudena Cruz

Rubens Askenar (Los Realejos, 1982) será uno de los protagonistas del próximo programa de la temporada de la Sinfónica de Tenerife. Previsto para el viernes a las 19:30 horas en el Auditorio, el recital incluirá el estreno de una pieza de su creación: Poema de sombras. Además, es el responsable del diseño de un programa «de ensueño» en el que todas las obras y compositores dialogan entre sí.

Trabaja en Londres...

Sí, llevo en Londres once años. Vine para completar mis estudios de posgrado. Había acabado en Tenerife y estuve en Roma y Zaragoza. Luego me vine a Londres e hice un master y un doctorado en composición.

¿Siempre quiso ser compositor?

Siempre hay ideas muy variables y muy poco precisas sobre lo que uno quiere ser. Estas ideas se van fundamentando cuando uno empieza a trabajar y a darse cuenta de ciertas cosas que le estimulan más que otras. Llega un punto en el estudio y en tu trayectoria donde uno ya está muy implicado y no hay vuelta atrás. Esto es muy interesante porque uno se plantea una serie de retos y profesionalizarse requiere de un plan muy preciso. Decidí dedicarme a esto de pleno bastante pronto. Cuando empecé el estudio serio de la composición ya sabía que quería dedicar a ello mi vida. Con todas las implicaciones que eso conlleva. Al estar en Londres, y después de acabar mis estudios, me ofrecieron el trabajo en la Royal Academy. Llevo siete años dando clases aquí, soy profesor titular de composición y tengo estudiantes desde el grado hasta el doctorado.

¿No se plantea el regreso a Tenerife?

Tengo aquí mi carrera y mi familia. Estoy casado aquí. No tenemos plan de hacer ningún cambio, al menos, a corto plazo.

¿Alguna vez le dijeron que era una locura esto de querer convertirse en compositor?

Sí, uno oye cosas de este tipo pero yo siempre he sido muy tozudo en estas ideas. Al principio empiezan como sueños un poco vagos y no bien definidos. Eso te genera curiosidad, al menos a mí. Cuando empiezas a trabajar ya prestas menos atención a esos comentarios. También oyes otro tipo de comentarios que vienen de gente que sí que se dedica al mundo de la música. Uno a veces se siente arropado, otras veces no, pero esta es una carrera muy solitaria. Todo tiene que ver con la pasión, la dedicación y con cómo te sientes en esos parámetros de trabajo solitario. Hay que trabajar mucho y dedicarle muchas horas.

¿Por eso le llama la atención, por ser una labor tan solitaria?

Soy una persona muy reflexiva y disfruto de la soledad. Una cosa es sentirse solo y otra cosa es, en el trabajo, necesitar de un espacio donde tú te confrontes con una serie de ideas que necesitan de un tiempo para trabajarse y entenderse. El trabajo solitario es fundamental, lo veo como algo muy importante dentro de mi trabajo como compositor, músico y ciudadano del mundo que piensa y que necesita ese espacio íntimo.

¿Cómo surge el proyecto de este concierto con la Sinfónica de Tenerife?

Desde el principio, hablando con Alejandro Krawietz y Leopoldo Santos, que han sido el apoyo principal para que esto salga adelante, empezamos a pensar en cómo se genera un concierto en relación al repertorio fundamental que tiene la orquesta y una creación nueva. Los encargos son una actividad fundamental para la composición y la generación de un posterior repertorio. Pero lo fundamental es que hay unas prácticas establecidas: la orquesta tiene su plan para su temporada de conciertos y el encargo entra dentro de uno de esos conciertos casi como con calzador. Lo que se quería plantear aquí es que el compositor no fuera el individuo que crea una obra que se calza dentro de un concierto sino que tenga también una labor de programador donde dialogue con el repertorio en el que le gustaría verse incluido. Es una idea poco habitual, las orquestas no programan así. Esto implica una gran frescura poco habitual que no había visto nunca. Esto es un programa de ensueño, un programa donde me siento muy identificado porque cada una de las obras plantea cuestiones fundamentales en relación al lenguaje, las identidades y el significado. Todas las obras dialogan entre sí. Ha sido muy interesante que la composición sea parte de la programación. Genero un diálogo con otros compositores que respeto y que admiro. Además, uno de los compositores programados, Fabián Panisello, será el director del concierto. Hay unas líneas muy hermosas e interesantes.

Le ha quedado redondo...

Sí, se le ofrece un programa al oyente realmente espectacular. A nivel de instrumentación es muy poco frecuente ver tres obras que demanden tanto de una orquesta. En los últimos 20 años yo no recuerdo un programa de estas características. Plantea, incluso, la habilidad del espacio para poder gestar un proyecto de este tipo. Cuestiona muchas cosas que tienen que ver con el espacio y la logística. El Auditorio de Tenerife se va a explotar al límite. El oyente va a encontrarse dentro de la sala en un espacio completamente nuevo, con un diseño específico que entiende muy bien cómo funciona el Auditorio y de qué manera se pueden usar al máximo sus recursos. Es un programa espectacular en todos los niveles.

Háblenos de la pieza que estrena: Poema de sombras.

La idea de sombra se puede entender de muchas maneras. Lo bello de trabajar con ideas en la música es que trascienden la categoría sonora en sí misma y nos hacen dialogar con otras categorías que tienen que ver también con la pintura, la luz o la física. Es una idea muy evocativa. Pero cuando hay que escribir algo a nivel sonoro uno piensa en qué significados o de qué manera usar esa idea de sombra para que fertilice el campo sonoro en el que estoy trabajando. Esta obra trabaja en dos dimensiones. Por un lado, una muy directa en relación al trabajo de la orquesta como un gran resonador. Por otra, al concierto hay invitados dos ensembles, uno vocal y otro instrumental. En mi pieza hay un ensemble instrumental que se presenta al frente de la orquesta y establece un diálogo de luces y sombras entre el total orquestal y ese ensemble. Además, a nivel conceptual, trabajo con citas de otros autores. En ese caso una cita de una autora medieval, Hildegard von Bingen. Cito un pequeño gesto perteneciente a la secuencia de Ave generosa. A partir de ahí, voy estableciendo sombras en relación a la armonicidad que se presenta implícita en el tema de Hildegard. Esas sombras se generan a través de distorsiones, ruidos, velos y capas de sonido que cubren y desvelan otros sonidos. Hay un juego continuo con esa idea de sombra, una especie de juego de planos.

¿Cuáles son sus principales referentes como compositor?

Muchos, la verdad. Pero como trabajo mucho y siempre estoy envuelto en materiales y obras de otros autores tengo más fijación por pasajes y obras que con autores. Sobre todo por la dinámica de la docencia, donde trabajo en muchas obras diferente y no me centro en un autor. Me gusta navegar en la diferencia. Se aprende mucho de analizar la música desde esa perspectiva, entendiendo la materialidad y la forma en la que el autor trabaja o puede plantear cuestiones interesantes relativas al sonido y al manejo, su generación narrativa y dramática. Es muy difícil para mí nombrar a un solo autor que me apasione. Cuando empecé, como muchos, estaba muy entusiasmado con juegos constructivos que tuvieran que ver con el contrapunto. Estaba muy obsesionado con Bach y todos los maestros en el contrapunto barroco, por ejemplo. Hoy en día mi interés se ha abierto a otros campos y soy un compositor que trabaja mucho desde la materia sonora, no tanto desde cuestiones formales. Me interesan más las vibraciones y eso abre el campo muchísimo.

¿Y cómo permea en su música su faceta como profesor?

Tengo alumnos de todo el mundo y esa es la riqueza. No sólo por el intercambio cultural sino porque hay un intercambio generacional, algo que es muy importante para el progreso. Las nuevas generaciones vienen fuerte y tienen otras ideas del mundo. Estar en constante diálogo con tus alumnos y, sobre todo, el intercambio de obra y la investigación, es muy importante para mí. Formo parte del equipo de investigación en la academia, que es muy amplio y tiene que ver con relaciones interdisciplinares y multidisciplinares. La música crece y se expande a través de este tipo de relaciones, y es algo que me interesa mucho.