El director y dramaturgo José Sánchez Sinisterra (Valencia, 1940) recibe mañana en Canarias el Premio Cartógrafo Ilustre, con el que ha sido distinguido por la quinta edición de Mapas Mercado.

Mapas Mercado en su quinta edición le distingue este año con el galardón de Cartógrafo Ilustre. ¿Qué le parece este reconocimiento a su larga trayectoria profesional como autor de más de medio centenar de piezas teatrales y director de muchas más?

La verdad es que me sorprendió mucho porque no tenía noticia de la existencia de este premio, y en principio uno se lo toma en sentido literal, y pensé, ¡pero si yo me extravío siempre, soy un desastre para los mapas [risas]! Me sorprendió el premio hasta que me enteré que estaba detrás Mapas, que es un proyecto del que he oído hablar pero del que no tenía mucha información, y me he sentido la verdad muy intimidado por la naturaleza del premio.

Su carrera profesional está muy vinculada a Latinoamérica, y en concreto al Festival de Manizales, en Colombia. En 1985 comenzó una fructífera relación profesional y de magisterio que mantiene. ¿Qué puede contar de aquellos años y cómo comenzó todo?

Hay una cosa y esto cierto, y lo digo a menudo cuando se plantea la cuestión, y es que en mi vida hay un antes y un después de mis contactos reales, concretos y específicos con América Latina. Antes había tenido una cierta fascinación por el mundo latinoamericano en la época de la universidad, me interesó mucho la devastación de las culturas precolombinas por los conquistadores españoles, fue un tema que me impactó. Luego y a partir de mi amistad con José Antonio Labordeta, poeta, escritor y luego político, con quien coincidí en el Instituto de Bachillerato de Teruel, me abrió un poco las puertas y me hizo descubrir pare de la narrativa latinoamericana. En aquella época yo era muy afrancesado, muy impregnado de la cultura europea, de Bertold Brecht, y a través de Labordeta se me desplegó ese paisaje impresionante de narradores. De manera que yo tenía una especie de predisposición. Cuando el Festival de Manizales, Octavio Arbeláez nos invitó al Teatro Fronterizo con la obra Ñaque o de piojos y actores, crucé el océano y aterricé en Colombia, fui a Medellín y fue un impacto que no ha cesado de producirse.

Su papel en este caso fue un revulsivo para recuperar y reivindicar el teatro de texto

Me gusta pensar que en algo contribuí a esa revalorización del teatro de texto, que también en España estaba siendo minusvalorado. Siempre he sido un defensor de la doble naturaleza del teatro, el teatro es literatura y es espectáculo, y una cosa no invalida la otra.