Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968) debutó en largometraje con 'Carmen y Lola', una película que supuso un auténtico revulsivo dentro del cine español por su forma de abordar la historia de amor entre dos mujeres lesbianas dentro de la comunidad gitana. Se convirtió en la primera directora del cine español que participó en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes y consiguió el Goya a la mejor dirección novel. Ahora cambia radicalmente de registro en 'La familia perfecta', una comedia protagonizada por Belén Rueda, José Coronado y Carolina Yuste, una de las revelaciones de su ópera prima. 

¿Cómo ha sido embarcarse en un proyecto de gran presupuesto?

Me lo he pasado pipa. No he tenido que pensar si hay dinero para los bocatas del equipo. Obviamente soy una tía que hace cine social, pero es que tardo seis años en levantar un proyecto, tengo que hacer algo mientras tanto. 

¿Qué es lo que más le gustó del guion? 

Lo primero, que estuviera protagonizado por una mujer de 50 años. Eso me hizo querer hacer la película. Y pensé, ¿y si entre risita y risita yo te cuento mi película? En ese sentido, tanto la guionista Olatz Arroyo como los productores, me dieron total libertad para hacer lo que quisiera. 

"Quería que Belén Rueda, que encarna a una pija, se quitara esa máscara artificial y se diera cuenta de que su vida era una mierda"

La película habla del choque de clases, pero también aborda de qué manera nos dejamos llevar por los prejuicios y las apariencias

Es una cosa que me interesaba mucho abordar porque, siempre voy con malas pintas, soy un desastre. Y el personaje que encarna Belén Rueda es el colmo del pijerío. Yo lo que quería es que se quitara esa máscara artificial y se diera cuenta de que su vida era una mierda, una vida perfecta que es un paripé. Y que la otra familia de clase obrera exhala amor: se tocan, hablan de todo, follan.

Es algo que pasa mucho en las redes sociales. Todo el mundo parece feliz, no veo lorzas, ni tristeza, es todo tan superficial que me llamaba la atención jugar con los roles, dónde te sitúan y dónde te sitúas tú. Todo es exhibicionismo y mentira. 

La presencia de Carolina Yuste sería el punto de unión entre sus dos películas

Además de mi actriz fetiche, es de las mejores de su generación. Todo lo que toca lo convierte en luz, la tía. Y también sale Rafaela, que era la madre de Lola en ‘Carmen y Lola’. Me hacía gracia crear esos vínculos entre una película de cuatro millones de euros y mi cine pequeñito y guerrero. 

"Me hacía gracia crear vínculos entre una película de cuatro millones de euros y mi cine pequeñito y guerrero"

¿Cómo ha sido trabajar con Belén Rueda?

Cómo es Belén. Maravillosa no, lo siguiente. Es una curranta, generosa y confiaba en mí, porque nunca había hecho un papel en el que tuviera que caer muy mal, y eso la descolocaba. 

¿Quería sacar a Belén Rueda y a José Coronado de su zona de confort interpretativa? 

La comedia es un género ya de por sí difícil para cualquier actor. Porque no hay una fórmula infalible para hacer reír. A medida que íbamos ensayando, les pedí que improvisaran para que hicieran más suyo el texto. Jugamos mucho con el guion, introdujimos chistes de José. Y eso les moló. Yo puedo dirigir, pero ellos son el violín, la trompeta y a veces les pedía una cosa y ellos me daban una nota más allá. 

"Todo el mundo debería tener dinero básico para vivir. A partir de ahí, todo lo demás es superfluo".

¿Se puede escapar de la dictadura de lo material? 

Todo el mundo debería tener dinero básico para vivir. A partir de ahí, todo lo demás es superfluo. Si te quieres comprar un Maserati es problema tuyo, porque con un 600 te mueves igual y llegas a los mismos sitios. Lo que pasa es que vivimos en un mundo en el que deseamos lo que tienen los demás y parece que si no lo alcanzamos, somos infelices. Mi lema es que cuantas menos cosas tengamos, con menos cargaremos. 

¿Cuál es para usted la familia perfecta? 

El concepto de familia perfecta era un coñazo, y además, mentira. Menos mal que poco a poco se ha ido desmoronando. La familia es lo que construimos a nuestro alrededor y la vamos configurando a lo largo de nuestra vida. Y después está el tema de la maternidad, la conciliación, que es una gran mentira y los techos de cristal. Puede que ya no seamos amas de casa, pero seguimos teniendo que cargar con todo el peso.