Desde que se inició la crisis del COVID_19 han muerto más de cuatro millones de personas y la vida nos ha cambiado a todos los que habitamos el planeta Tierra. Europa ha diseñado un plan de proyectos de carácter estratégico. El Gobierno de España los llama a veces los los PERTEs, y son proyectos de carácter estratégico con gran capacidad de arrastre para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad de la economía española, con un alto componente de colaboración público-privada y transversales a las diferentes administraciones. Y otras, los llama fondos Next Generation. Mientras, en Canarias, esperando ese aluvión de supuestas ayudas, se ha aprobado el Plan Reactiva Canarias. Pero nadie sabe aún muy bien cuáles serán los proyectos que estarán en esa lista.

Intentando mirar a Canarias con perspectiva me pregunto, ¿qué proyecto ha tenido mas carácter estratégico y capacidad de arrastre, y ha generado más crecimiento económico, empleo y competitividad en las Islas desde el comienzo de la democracia? Y se me ocurren varios, pero hay uno, en el que participé personalmente, que fue la Declaración de La Laguna como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aquella declaración transformó la ciudad totalmente aunque al principio solo unos pocos locos (casi todas locas, Ani Oramas, Maisa Navarro, yo, desde el Cabildo, algunos técnicos maravillosos y un solo loco, Adán Martín) veíamos sus posibilidades. Y la ciudad se transformó.

Ahora no escucho hablar de proyectos concretos que tengan que ver con el patrimonio cultural para esta nueva etapa de las Islas. Y si algo veo claro —cada día y cada año con más claridad— es que en las ciudades del futuro uno de los desafíos más importantes, una de las prioridades, no de Canarias solo sino de Europa, está ligada a la conservación del patrimonio cultural.

Miremos a nuestro alrededor. Solo en Santa Cruz: el Toscal se cae a pedazos; el dinero no llega para el edificio de la Escuela de Artes Plásticas de la plaza Ireneo; el barrio de La Noria necesita de muchísima labor de restauración... Los teatros que rehabilitamos hace 20 o 25 años requieren mantenimiento, al igual que todos los bienes de interés cultural. Todos esos lugares nos dan identidad y podrían tener un efecto tractor como el de La Laguna.

Me encantaría saber más sobre quienes gestionan todos esos fondos europeos en Canarias, me gustaría contarles por qué no deberían olvidar el mandato de la Unesco, de brillante modernidad, que sitúa el patrimonio cultural como la piedra angular del desarrollo sostenible. Me gustaría demostrarles, con ejemplos que ya tenemos en las Islas, que no vale recuperarnos del Covid arrasando con los testimonios del pasado. Pues si lo hacemos mal estaremos perdiendo una gran oportunidad.

El ideal de ciudad europea, y las ciudades canarias son plenamente europeas con sus características propias, sigue estando donde siempre: un ideal ligado a la historia y a su patrimonio y a la capacidad de sus habitantes de ir enriqueciéndola, aportando valor en cada nuevo siglo. Ahora, con esos grandes proyectos que aún no sabemos cuáles son (salvo los trenes que todavía tienen mil tramites medioambientales que resolver), podría cambiar fácilmente y para mejor la historia del siglo XXI. Simplemente recopilando los buenos proyectos que ya existen, que están guardados en cajas desde la anterior crisis de 2008, que podrían empezar a ejecutarse en seis, ocho o diez meses y que son, como en el caso de La Laguna, mucho más potentes que otras grandes infraestructuras, también necesarias pero más lentas.

Por lo que he oído a algunos amigos participantes en esas reuniones en las que se manejan las listas de proyectos para los fondos europeos, se incluyen, por inercia, proyectos que transitan por caminos llenos de errores repetidos una y otra vez. Si hay alguien ahí fuera (o dentro de la política) que crea que se pueden recorrer otras rutas al utilizar los fondos europeos, quizás deberían crear comisiones de trabajo no solo compuestas por grandes empresarios y prestigiosos economistas, sino mezclar a esas cabezas, por supuesto muy bien amuebladas, con cabezas más creativas que también tienen mucho que aportar.

Un ejemplo, para terminar, que no es único: siempre vuelvo a la figura de César Manrique, y no es que fuera perfecto ni que no existan en Canarias cabezas mejor amuebladas, pero lo cito porque el ejemplo de lo que César logró (junto a sus cómplices) lo entendemos todos.

Dulce Xerach Abogada y doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea