Reconozco mi afición por las películas cuyo origen procede de los comics de la Factoría Marvel. Sin representar ni mucho menos mi género cinematográfico de preferencia, me agradan la primera trilogía de Spiderman que rodó Sam Raimi, algunos títulos de la saga de X-Men (en especial, los centrados en el personaje de Lobezno, así como X-Men: Primera generación y X-Men: Días del futuro pasado), las tres entregas iniciales de Capitán América protagonizadas por Chris Evans e, incluso, buena parte de Doctor Strange. Sin embargo no me gustó Thor, me agotaron las ofertas de Los vengadores y he sentido indiferencia ante variantes como la de Ant Man. ¿Dónde encaja entonces Viuda Negra? Pues en un punto intermedio entre ambos grupos.

Una escena de la cinta.

El filme posee varios méritos destacables, entre ellos un muy buen comienzo, una acertada realización, unos personajes centrales interesantes y, sobre todo, su intento por crear una trama sólida con la que su heroína eleve la calidad general del producto. Por el contrario, el metraje resulta excesivo y la combinación entre drama y acción no siempre se acompasa con criterio. Ya se sabe que la potencia sin control no sirve de nada, y mucho me temo que aquí sobra de lo primero y falta de lo segundo, al menos en lo que se refiere a los aspectos más visuales y trepidantes. En principio, no parecía que fueran a caer en la trampa de ese reto absurdo consistente en rodar la secuencia más sorprendente e impactante pero, por lo visto, no han sido capaces de evitar dicha competición, que poco o nada tiene que ver con el arte de la cinematografía.

Con un inicio que recuerda a la magnífica serie The Americans (una de las mejores que he visto en mi vida), se van relatando las desventuras de una familia de conveniencia, cuna de Natasha Romanoff, alias Viuda Negra. Como ocurre con otros personajes heroicos, ella pretende pasar desapercibida escondiéndose en zonas recónditas del planeta. Sin embargo, su pasado no se lo permite, por lo que terminará embarcada en una cruzada personal que implicará al resto de sus falsos familiares y a la terrible organización que la creó como una herramienta letal.

La cineasta australiana Cate Shortland asume la tarea de dirección. Conocida por las cintas Lore (que le reportó en 2012 el premio Pilar Miró del Festival de Cine de Valladolid), Somersault y Berlin Syndrome, ahora da con solvencia el salto al género de acción y superhéroes. Algunas secuencias muy logradas, unidas a un ritmo y una narración notables, demuestran su capacidad para afrontar un proyecto de esta envergadura. Lástima que al final se deje llevar por la desproporción y la grandilocuencia, desmereciendo de ese modo el estilo originario del largometraje. En mi opinión, tendría que haberse desmarcado y, con su sello personal, configurar una obra más rigurosa y sólida ya que, pese a firmar un trabajo más que aceptable, al final se desvía de su propio camino para ofrecer un tipo de espectáculo que ya hemos visto muchas veces.

Aun así, por momentos coordina con acierto los toques de humor y dramatismo que reflejan los perfiles de Scarlett Johansson y Florence Pugh. Ambas actrices componen unas dignas actuaciones y aguantan con profesionalidad el peso del relato. Johansson dispone de una sólida carrera artística. Sus actuaciones en Lost in Translation, La joven de la perla, Match Point o Historia de un matrimonio dan muestra de su versatilidad. Si no me fallan las cuentas, ha interpretado a esta viuda tan particular hasta en ocho ocasiones y, además, de forma muy colorida. Confío en que no se encasille profesionalmente, porque sin duda puede dar mucho más de sí.

A Pugh la descubrí en Lady Macbeth como una joven llamada a convertirse en intérprete de carácter que encandilaría a la cámara, lo que corroboró en la serie de televisión La chica del tambor. Cuenta con un prometedor futuro por delante.

De manera secundaria y sin sumar grandes aportaciones les acompañan los actores Rachel Weisz (ganadora del Oscar por El jardinero fiel), William Hurt (también con una estatuilla dorada por El beso de la mujer araña) o Ray Winstone (Infiltrados, Cold Mountain).