Ubicado en la ciudad de Rongcheng, provincia de Shandong, en la costa noreste de China, el Parque del Lago de los Cisnes se encuentra situado en un área de pantanos junto al mar Amarillo. Se trata de un vasta llanura verde donde muchas vías fluviales serpentean en el paisaje. Cada otoño miles de cisnes que migran al sur desde Siberia encuentran allí lugar perfecto para pasar el invierno y esto atrae también a miles de turistas cada año. Por este interés el gobierno de Shandong decidió construir una instalación pública que brindara a los visitantes un lugar que ayudara a interpretar la naturaleza del lugar y, al tiempo, prestara servicios como restauración, tienda, etc.

Este centro de visitantes, diseñado por TAO (Trace Architecture Office) en el año 2018 —equipo fundado por HUA Li en 2009 y con sede en Pekín—, se ubica en la esquina noreste del parque, con un profundo y compacto bosque de pinos como telón de fondo, enfrentado por el otro lado al paisaje de humedales.

El concepto arquitectónico es visible a simple vista: un puente y una torre. La casa puente horizontal tiene 71 metros de largo, y se extiende sobre el suelo blando y el agua, dejando cuidadosamente ininterrumpida la continuidad del paisaje. También actúa como una línea recta que se extiende desde el humedal, de manera que parece flotar sobre el estanque de agua y través de su limpia horizontalidad delinea y encuadra el paisaje circundante de manera muy sutil.

Por otro lado, la elegante torre de observación vertical tiene 15,6 metros de altura, y es como un faro, lo que proporciona a los turistas un punto elevado y esbelto para para poder observar todo el humedal, los cisnes y el bosque.

En su interior el programa está compuesto como si dijéramos por tres capas en la dirección longitudinal: la cafetería y los baños están en el centro, con circulación en ambos lados. Los dos lados son pasillos sugerentemente abiertos y con diferentes atmósferas: el corredor este cerca del pinar es introvertido y silencioso, mientras que el corredor oeste que da al humedal es más sociable y más abierto.

Vista del Centro de visitantes en su entorno natural del Lago de los Cisnes en Rongcheng, en la costa noreste de China.

Estos dos pasillos, o caminos, a veces confluyen y se encuentran enlazándose entre sí, y más tarde vuelven a desviarse hacia las escaleras que conducen a la plataforma del techo del edificio horizontal, con una increíble vista del bosque por un lado y del agua por el otro, creando en el transcurso de una misma visita muchas diferentes y agradables experiencias.

Para lograr una gran luz en la pieza horizontal, se utilizó hormigón de madera fundida in situ para la estructura, que también es la mayor parte del material de acabado del edificio. Entre las dos losas horizontales, hay múltiples muros de corte, también de hormigón que refuerzan la estructura y al mismo tiempo dividen el edificio en espacios con diferentes personalidades.

La forma de madera de pino escalonada proporciona una textura muy refinada y elegante al hormigón, que casi parece un material natural, y que es uno de esos hormigones tan cálidos que solo algunos arquitectos, con gran maestría y pericia a sus espaldas, consiguen alcanzar, agregando calidez a la arquitectura y respondiendo a la característica natural del bosque de pinos del lugar.

La alta y estilizada torre para los visitantes está puramente programada para esto, para mirar alrededor, para descubrir el paisajes y otear a los cisnes en su hábitat natural. Por lo tanto, el enfoque del diseño es sencillamente narrar la experiencia de ese descubrimiento de cada visitante. Vista desde el exterior, la torre aparece como cerrada, con tejas de madera que se desgastarán con el tiempo, según los arquitectos, hasta adquirir un color gris, lo que añadirá más sosiego y tranquilidad al edificio.

La fuente de luz que llega al interior de la torre proviene del tragaluz de madera situado en el centro de su techo, esparciendo la luz por el interior de la torre, también de madera, atenuando y matizando la luz de manera delicada. Al ingresar a la torre de madera en un primer instante el espacio puede parecer oscuro, pero cuando uno va subiendo lentamente los escalones de madera que se elevan, va pasando por algunas aberturas que proporcionan marcos de vista fragmentados, un poco de luz y el placer de subir hacia la claridad y así hasta que la luz se vuelve más y más brillante y presente a medida que se asciende. Al llegar a la plataforma de observación, al final de la escalera de caracol, la vista se abre completamente al paisaje de manera que además de los árboles es posible contemplar la totalidad del lago de los cisnes.

Ahora que parece que la vacunación va surtiendo buenos efectos y que se espera que el turismo mejore en Canarias, no estaría de más retomar la costumbre de César Manrique de descubrir paisajes de las islas a través de la creación de centros de visitantes respetuosos con la naturaleza, o al menos de cuidar un poco mejor los que tenemos, como el mirador de la Gomera, actualmente cerrado o como el museo de la Plaza de Adeje, abierto al barranco del Infierno que se ha quedado a medias.

Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en Arquitectura.