Lo escuché por primera vez de un recién jubilado. En tono de aparente lamento, pero con cierto gracejo, largó: «Sí, seño(r), ya me dieron el canuto», queriendo decir que le habían llegado los papeles de la jubilación. Aunque por el contexto capté el significado de la expresión, no entendí bien una asociación de ideas tan disímiles (canuto/jubilación). Lo que sí recuerdo es que no lo dijo contento del todo, sino como si le quedara cierta «magua» por tener que dejar su trabajo después de tantos años. Aunque por otro lado la ironía en estos casos parece esconder el regocijo con la que el jubilado forzoso recibe su nueva condición. No por casualidad el término jubilación comparte raíz y significado con júbilo. Esta locución de origen castellano, aunque hoy poco usual, se emplea en islas con el significado de despedir a alguien de un empleo o separarlo de un cargo. Y hasta donde sabemos, se hace extensivo a la jubilación forzosa, pues en cierto modo es como un despido, ya que se prescinde de la persona al alcanzar cierta edad. Además, puede referirse a otras situaciones similares que supongan la privación de un cargo, puesto o condición de la que se gozaba. Galdós, recurriendo a este símil, lo pone en boca de uno de sus personajes en Fortunata y Jacinta para referirse al desprecio sufrido que la propia Fortunata al ser abandonada por Santa Cruz [«... Le ha dado otra vez el canuto ese bergante —decía D. Evaristo— si no es más que eso, la trinquetada pasará”].

«Canuto» o «cañuto» en el español de Canarias se emplea para referirse al canuto de caña («cañavera») y que puede tener diversos usos. En general, se le llama canuto o «canutillo» al tubo para guardar las agujas y alfileres de la costura. El canuto viene también usado en las bodegas como parte de un instrumento rudimentario para sacar el vino de las barricas («valencia»). Pero la expresión «dar el canuto» quiere decir comúnmente despedir a alguien de un empleo, ocupación, cargo o destino. Se trata, como hemos dicho, de un arcaísmo castellano. Su etimología hay que buscarla en la licencia absoluta o definitiva que se les daba a los soldados cuando finalizaban el periodo de servicio militar obligatorio («licenciarse»). Antiguamente, el documento oficial por el que se mandaba a casa a los soldados veteranos venía en un canuto o cañuto de hoja de lata. [Así se guardaban, a la sazón, los documentos de interés como queda testimoniado ya desde el siglo XVII en algunos clásicos de la literatura castellana como el Buscón (cap. IX): «Comenzó [el soldado] a sacar cañones de hoja de lata y a enseñarme sus papeles». Incluso antes, el Quijote (en cap. XVI- I) el cuadrillero que esgrime «la caja de lata de sus títulos»]. Cuando el soldado se licenciaba se le hacía entrega de un canuto o cañuto de hoja de lata conteniendo los documentos de la licencia y así es como la locución «dar el canuto», por metonimia, acaba nombrando el acto del licenciamiento. Que con el tiempo se referirá no solo a los soldados cuando finalizan el servicio militar, sino se haría extensivo a «licenciar» a cualquiera de un puesto o condición laboral o similar. De hecho, el DRAE recoge entre los significados de licenciar (además del de dar a los soldados licencia absoluta) el de despedir a alguien.

Nos encontramos, pues, ante una de esas metáforas que, instintivamente, pueden parecer claras para el hablante, y que sin embargo inducen a error con facilidad. Cuando se escucha la expresión: «Le dieron el canuto», el oyente puede imaginar un canuto de caña, sin saber bien con qué utilidad o fin. Esto puede ocurrir cuando se desconoce la etimología de la expresión, lo que sucede a menudo ante arcaísmos como este, del que se ha perdido la memoria en el grupo de hablantes, pero ha sobrevivido la locución como una reliquia del pasado. No se hace referencia, pues, a un canuto de caña (aunque entre nuestros coetáneos se puede asociar a otras ideas de canutos), sino ante el canuto o cañuto de hoja de lata con el que se licenciaba antiguamente a los soldados, un tropo para expresar que echaron a alguien de su cargo u ocupación, es decir: le dieron el canuto.