Robert Beck era un vendedor de insecticidas de Los Ángeles que, alentado por su mujer, decidió a mediados de los 60 escribir la historia de su vida. ¡Y menuda vida! Pimp. Memorias de un chulo es una crónica brutalmente descarnada de los años en los que el autor, apodado Iceberg por su implacable frialdad (según Irvine Welsh, uno de sus más entusiastas apologetas, recibió el sobrenombre “tras verse implicado, sin inmutarse, vaso de whisky en mano, en un tiroteo en un bar”), dirigía con una mezcla de astucia y crueldad una “cuadra” de prostitutas en Chicago. Una obra idolatrada por la comunidad hip-hop que encabeza la lista de libros más robados en las librerías de EEUU y que brindó a Beck la posibilidad de iniciar a los 50 años una breve pero notable (y lucrativa) carrera como novelista.