Narcotráfico, extorsión, robo de bancos, atraco a mano armada, falsificación… La lista de delitos imputados a Bunker es tan larga como su historial de entradas y salidas de reformatorios y prisiones. La cárcel lo convirtió en un lector bulímico, primero, y en un obstinado aprendiz de escritor, después. “Escribir se había convertido en la única manera de escapar del cenagal de mi existencia”, confesó con su particular estilo a bocajarro en el libro de memorias Educación de un ladrón, publicado en 1975. Dos años antes había visto la luz No hay bestia tan feroz, una fabulosa y desesperanzada novela de atracos que le brindó una muy estimable carrera literaria y le abrió las puertas de Hollywood, donde trabajó como guionista y actor ocasional en una veintena de películas (incluida, sí, Reservoir Dogs).