Trenzas de dos mil años

Revisar algunos aspectos de la historia para incorporar perspectivas perdidas u olvidadas es, sin duda, una forma de aumentar los conocimientos. El papel que ha jugado la figura femenina siempre ha quedado diluido en la forma de contemplar y analizar el pasado. Para empezar a saldar esa deuda, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias ha emprendido un proyecto que tiene mucho que ver con una de las etapas más interesantes de la historia de las Islas: la llegada de sus primeros pobladores. La inclusión de la mujer en el relato histórico y la elección de una perspectiva de género a la hora de abordar la investigación son de las características del proyecto arqueológico Efecto Ico, mujeres que colonizaron Lanzarote.

De la mano de la empresa especializada Tibicena, Arqueología y Patrimonio y con motivo de las celebraciones del Día Internacional de la Mujer, los responsables de cultura del Gobierno regional anunciaron esta misma semana un proyecto innovador en el campo de la arqueología de las Islas. Para ello, emplearán los huesos más antiguos que se conservan de los primeros moradores de las Islas. Son los que se corresponden –en principio– a dos mujeres de Lanzarote cuyos restos están datados entre los siglos II y III de esta era. Hace casi 2.000 años que las personas a las que pertenecieron los restos que serán objeto de investigación vivieron en Lanzarote y, sin embargo, apenas se sabe nada sobre ellos.

“Este proyecto abarca la financiación de la investigación especializada de los esqueletos de dos mujeres que vivieron en Lanzarote. Son los restos óseos más antiguos que se conservan en Canarias junto a otros de La Gomera”, detalló sobre la investigación la directora general de Patrimonio Cultural, Nona Perera.

Es la primera vez que se afronta una tarea de este tipo en el Archipiélago porque, tal y como aclaró Perera, “no se trata solo de abordarlo desde el punto de vista de la mujer sino que interesa afrontarlo desde la una perspectiva de género”. Las investigaciones se extenderán a lo largo del año y concluirán con la obligatoria difusión de los resultados obtenidos.

El trabajo contará con un equipo multidisciplinar compuesto por especialistas en distintos campos de estudio, desde la bioantropología a la antropología forense. El equipo lo integran Verónica Alberto y Martha Alamón, ambas arqueólogas de Tibicena; la doctora Teresa Delgado, conservadora del Museo Canario, y el doctor Javier Velasco. Este grupo investigador lo completan el doctor Jonathan Santana, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que se encargará de las analíticas que incluyen el estudio de isótopos estables, y la doctora Rosa Fregel, de la Universidad de La Laguna, que afrontará el estudio del ADN de los restos. A ellos hay que añadir el biólogo del Centro de Investigaciones Forenses Néstor Torres y el experto en modelado 3D de Tibicena, Iván Suárez.

“Este es un proyecto inclusivo ya que los protagonistas de la historia son las personas. El sexo no determina todo lo que tú eres en la vida y por supuesto que no excluiremos ningún aspecto, tampoco el masculino”, precisó la arqueóloga Verónica Alberto, coordinadora del proyecto.

De hecho, hay muchas condiciones que convierten a esta investigación en un proyecto apasionante. Su objeto de estudio es, en sí mismo, un misterio. Los análisis arrancan sobre restos únicos hallados en dos puntos distintos de la isla de Lanzarote. Por un lado hay un cráneo que procede de un hallazgo fortuito y del que no se conoce ni cuándo ni quién lo hizo. La inscripción que incluye determina que fue encontrado en los Jameos del Agua, probablemente en el último tercio del siglo XX. “Está rotulado con su procedencia y permanecía guardado en el antiguo museo arqueológico del Castillo de San Gabriel. Ha tenido una historia tortuosa yendo de un lado a otro y no se tiene constancia o registro alguno sobre los detalles de su hallazgo”, explicó la experta de Tibicena. En este caso, en principio, está bastante claro que se trata del cráneo de un individuo femenino.

Completan el objetivo de este estudio otros restos hallados en la cueva de La Chifletera, en la zona del Golfo, al oeste de Lanzarote. “En la década de los 70, un grupo de espeleólogos encontró unos restos y los extrajo. Fue un asunto muy mediático que salió en la prensa”. Incluye unos huesos sin cráneo y, junto a ellos, hallaron dos grandes trenzas de cabello pero sin que estuvieran asociadas a ningún cráneo. Los estudios que se realizaron en torno a este descubrimiento nunca se han llegado a publicar y pese a que los huesos parecen proceder de un individuo masculino siempre se asoció el cabello a una mujer sin que se sepa si esto era realmente así.

Otra de las particularidades que rodean esta investigación es que entra de lleno en el estudio de la población aborigen de Lanzarote, lugar donde apenas se conservan unos 40 esqueletos incompletos. “Es una paradoja histórica, después de más de mil años de población aborigen hay una escasa presencia de restos”, precisó Alberto.

Sin duda, el origen el cabello hallado en La Chifletera supone un gran misterio. “Queríamos usarlo también para derribar tópicos y estereotipos históricos. Siempre se ha pensado que ese cabello perteneció a una mujer pero nunca se ha determinado”, indicó. “No hay nada similar en ningún museo canario. Es una mata increíble de pelo y parece que la trenza se ha desecho. El estado de conservación es muy bueno”, destacó. El equipo de investigadores tiene por delante, por tanto, muchas interrogantes que despejar: ¿el cabello es de una mujer?, ¿por qué falta la cabeza a la que pertenecía ese pelo?, ¿formaba parte de un rito funerario? o ¿por qué en lo que queda de los huesos hallados en esta zona no hay restos orgánicos?

La bioantropología, las condiciones de vida que tuvieron, su alimentación, la adaptación territorial, sus cuidados, la organización social y estado de salud son solo algunas de las respuestas que buscarán los expertos en sus estudios. Además de la visita a las zonas de los hallazgos, también se planean entrevistar a las personas que participaron en los mismos. Los análisis se completarán con la recreación en tres dimensiones del cráneo de los Jameos del Agua.

Para poder confirmar su género e intentar reconstruir su identidad desde el punto de vista genético serán necesarios los análisis de ADN. “Se podrá reconstruir no solo su aspecto físico –como el color de sus ojos, la piel o el pelo– sino que sabremos además si sufrieron enfermedades infecciosas o hereditarias”, aclaró por su parte la doctora Rosa Fregel.

Pese a que los primeros pobladores empezaron a llegar a Canarias, procedentes del norte de África, desde los siglos II y III, los únicos testimonios escritos que se conservan proceden de más de mil años después. Fue con la llegada de los primeros conquistadores europeos a la zona. Ese vacío en la historia de las Islas podría empezar a llenarse gracias a este proyecto. Estos huesos podrían ser las claves y el punto de partida de una iniciativa científica que se plantea a largo plazo y que deberá continuar con el estudio del resto de huesos que se conservan en la isla más oriental del Archipiélago.