Jorge Fonte (Santa Cruz, 1967) empezó a escribir cuando aprendió a leer. Su pasión se puede resumir en una fotografía que guarda frente a una máquina de escribir cuando aún no sabía formar palabras. Durante más de veinte años se inclinó por el ensayo, pero la rutina le hizo dar el salto a la novela en 2018. ‘Llevadme a ver el mar’ es su segunda aventura novelada, un relato real que cuenta la historia de amor entre dos personajes laguneros.

¿De dónde nace la idea de contar la historia de sor Úrsula de San Pedro y Jerónimo de Grimón?

La Laguna es una ciudad llena de historia, de historias escondidas. Algunas son poco conocidas y, otras, se narran mal por culpa del boca a boca. La historia de amor de sor Úrsula de San Pedro y Jerónimo de Grimón es bastante truculenta y pensé que tenía que ser contada. Hay poca literatura sobre Canarias, en general, y, en concreto, sobre La Laguna, vi un espacio vacío y lo quise rellenar. Además, está de moda la novela histórica y las series de época.

¿Tiene intención de seguir descubriendo las historias ocultas de La Laguna?

Claro, tengo ya en mente otra novela, basada también en hechos reales y relacionada con el Convento de las Catalinas. Transcurre un siglo después, pero es una historia muy jugosa. Desde el momento en el que te pones a investigar van surgiendo otros relatos, algunos los incluí en la novela, pero otros dan para una nueva.

¿Cómo fue el proceso de documentación?

Lo que se sabe de este caso lo recoge la previsión del juicio de Jerónimo, que era un documento previo al proceso en el que se hacía una especie de introducción. En base a ese documento, en 1946, Tomás Tabares de Navas escribió un artículo. Lo que se sabe a ciencia cierta es lo que pone ahí, no hay nada más. Después existen otros que refuerzan lo que escribió Tabares de Navas, como el registro de la dote que se entregó al convento y una petición vecinal sobre la retirada de la cabeza de Jerónimo de la plaza. La historia se sostiene en esos cuatro pilares.

¿Cuál es la frontera entre la realidad y la ficción?

La tarea del novelista es reconstruir todo lo que el historiador no puede. Yo quería basarme en hechos reales y ser lo más verídico posible. Voy rellenando los huecos con la historia lagunera, porque me da pie a introducir costumbres y tradiciones que han quedado olvidadas. Se trata de meter cuestiones históricas reales en la parte ficticia de la novela.

¿Cuánto duró el proceso de documentación?

No termina, al menos para mí. Cuando ya has decidido cual va a ser el tema, empiezas a documentarte, pero ese proceso continúa durante toda la redacción. Hasta el mismo momento en el que entregas la novela a la editorial, van surgiendo dudas y apareciendo nuevos documentos. Además, a veces se presentan escollos y tengo que seguir documentándome hasta que encuentro la manera de resolverlo. Hay que seguir investigando hasta que surge la solución.

¿Cuánto tiempo pasó, entonces, entre el momento en el que decidió el tema y presentó la novela a la editorial?

Un año o año y medio en todo el proceso de documentación y redacción.

¿Qué siente cuando ve que todas las piezas encajan?

Es una gran satisfacción, porque, si hay algo que a un escritor le quita el sueño, es quedarse trabado en un punto y no saber cómo seguir. En ocasiones, lo más fácil es poner lo primero que se te ocurre, pero la mayoría de las veces no es la manera. Yo tengo la rutina de la investigación porque llevaba escribiendo ensayos veinte años, por eso el investigador y el escritor que llevo dentro están siempre en lucha. Es difícil mantener el equilibrio cuando quiero ser fiel a la historia y a mi faceta como narrador, porque no es sencillo inventar algo verosímil que concuerde con el relato y la época.

¿Por qué tomó la decisión de utilizar un lenguaje antiguo?

La historia me lo pedía. La narración transcurre en el siglo XVII y para sumergirme en esa época leí sobre la historia de La Laguna y mucha literatura de ese tiempo. ¡Hasta dejé de oír a Michael Jackson para ponerme música clásica! Necesitaba meterme en el momento para poder recrearlo, y, para eso, es muy importante el lenguaje, ayuda al lector a sumergirse en el ambiente. Empecé por los diálogos, pero el lenguaje de esa época es tan musical, con tanta rima... que decidí hacerlo íntegramente así. ¡La novela lo llamaba a gritos! Creo que es un punto a favor que permitirá al lector entender la historia como yo lo hice.

Es una decisión muy arriesgada, ¿tuvo miedo de hacerlo mal?

Claro, siempre, es inevitable tenerlo hasta el último día. Pero si un escritor, o cualquier artista, no se arriesga a intentar hacer cosas diferentes, cae en lo rutinario, en lo que hace todo el mundo. No es que yo quisiese destacar, simplemente esta novela tenía que ser así o no ser, de otra manera no la hubiese escrito. Puede gustar más o menos, pero, una vez que publicas, la novela deja de ser tuya para ser de tus lectores. Ellos podrán opinar lo que quieran, según sus gustos. Tenía a mi favor que era un hecho real, que suele gustar más y que se desarrollaba aquí, en La Laguna, podía permitirme el riesgo. Además, a nivel de reto literario, me pareció muy atractivo.

¿Por qué decidió dar el salto del ensayo a la novela?

Por la rutina, llevaba veinte años escribiendo libros de cine y ya los último eran muy parecidos los unos a los otros. Los escribía sin esfuerzo, el primer libro que publiqué tardé cinco años en terminarlo, el último, seis meses. En ese momento me di cuenta que tenía que parar, los libros no son tomates. A nivel artístico necesitaba retos, salir de la rutina y enfrentarme a cosa nuevas. Lo que te permite la narrativa es que cada libro es diferente al anterior, estimula la creatividad de una manera enorme. Eso fue lo que me motivó a abandonar una carrera de éxito, sacrificarla y empezar con algo completamente nuevo.

¿Hay similitudes entre esta novela y la anterior?

No, no quería pasar de ser un ensayista rutinario a ser un novelista rutinario. Esta es la segunda que se publica, pero he escrito cuatro y todas son totalmente diferentes. Una isla a la deriva es una historia de aventuras y ficción que se desarrolla en El Hierro en el verano del 2011 y, esta, es una novela histórica basada en hechos reales.

¿Qué acogida espera que tenga la novela?

Va bastante bien, la primera edición está casi liquidada y la editorial está llamando a la imprenta para sacar una segunda. Pienso y deseo que la novela funcione, porque hay poca literatura sobre La Laguna. Creo que los autores locales deberíamos indagar más en las cosas de aquí y escribir sobre lo nuestro. La novela la escribí aquí, en estos bancos, en esta plaza donde ejecutaron a Jerónimo. Tienes que estar en el sitio para ambientarte, para describir las cosas, los colores, los olores, cómo se mueven las sombras. Muchos escritores jóvenes quieren hacer una americanada y nuestra historia es lo suficientemente rica para no necesitar ambientar las novelas en otros lugares.