Es la diversidad, a la hora de afrontarlo, más incluso que el Covid en sí mismo, la diversidad en general (la emigración, las etnias, las religiones) lo que está transformando el debate en la arquitectura a nivel universal.

Como muestra un botón, el RIBA, que es la institución más potente que agrupa a los arquitectos en Reino Unido, una especie de lo que aquí entendemos por Colegio de Arquitectos, ha nombrado por primera vez en su larga historia un director de Diversidad, bastante bien pagado por cierto (86.946 euros al año aproximadamente).

Por supuesto la diversidad es algo bueno, algo que además de beneficioso en cualquier sociedad, es real, somos diversos entre nosotros y nosotras, en nuestras formas de pensar y actuar, y de interpretar la arquitectura, y son diversos también los territorios y por tanto no valen las mismas soluciones para Londres que para Tenerife, por poner dos ejemplos, pero sí que también están sobre la mesa ahora mismo algunas preguntas clave que tienen que ver con los límites de la diversidad.

Por ejemplo, la demografía es el principal determinante de la naturaleza abrumadoramente blanca de la profesión arquitectónica de Europa entera, y pasarán muchos años antes de que deje de ser el caso. El cambio en diversidad, igual que se ha producido en cuestión de género, necesita tiempo para producirse. Hace 30 años menos del 10 por ciento de los arquitectos en ejercicio en Europa eran mujeres hoy se acercan a un 50 por ciento (sin entrar en detalles de en qué parte del escalafón se encuentran).

El problema es que igual que las mujeres queremos acelerar los procesos de igualdad, también las otras etnias quieren acelerar su inclusión como ciudadanos en igualdad de condiciones a los demás ciudadanos europeos. ¿Y esto cómo se consigue en arquitectura?

La verdad es que en el estudio en el que yo colaboro como abogado nunca hemos tenido ningún problema de diversidad, hemos trabajado con indios, con árabes, mezclados con europeos del este y del oeste, con chinos, japoneses, coreanos, hongkoneses y taiwaneses, con arquitectos de Singapur y de Marruecos y nunca hemos tenido ningún problema. Pero sé que esto no es lo habitual.

Lo que sí puedo decir, es que de esa experiencia se puede extraer que todos ellos han contribuido con su experiencia y con su forma de ver el mundo, al diseño y ejecución de los proyectos a los que nos hemos enfrentado juntos y esa diversidad nos ha enriquecido. Y es que a nadie le importa el color de un arquitecto si el edificio falla o si funciona. Porque lo que importa es si sabe hacer o no bien su trabajo.

Lo importante siempre es el talento, y que todos los seres humanos podamos tener oportunidades similares, de educación y luego de aportación a la sociedad. En Arquitectura también. Hay ahora un gran debate en algunos lugares sobre si se deben imponer algo así como cuotas étnicas y no es algo que esté resuelto, igual que no está resuelto el problema de la inmigración en Canarias, que tiene y no tiene que ver. En el mundo de hoy todo se entremezcla.

Creo que, una vez más se trata de crear ciudades para vivir todos y todas, de proporcionar entornos para estar juntos, en los que podamos vivir, trabajar y disfrutar de la vida, sin que importe el color o el género o la orientación sexual.

Toda esta discusión comenzó en un contexto muy concreto, en Inglaterra, con el incendio de la Torre Grenfell en el 14 de junio de 2017, un edificio de viviendas sociales, construido por blancos y habitado por “otros” (que son los que murieron en dicho incendio). Un edificio donde las alertas sobre el peligro de incendios se ignoraron durante años en el que murieron 79 personas, muchas de ellas pobres y de otras etnias (no blancas).

En Canarias actualmente, con el abandono de Madrid por medio, también se está produciendo en algunos lugares, así, sin que nos demos cuenta, una especie de apartheid natural, y se van creando calles, barrios donde se suelen mudar pues o bien musulmanes o bien otras etnias o religiones, supongo que es natural y forma parte de la protección que uno siempre busca en su comunidad ¿pero las viviendas públicas que se tienen que realizar se harán con igual calidad en unos y otros lugares?

Dulce Xerach

Abogada y doctora en Arquitectura