En cinco días regresa a Tenerife para mostrar el catálogo de canciones incluido en ‘El viejo boxeador’, un disco prepandémico en el que Marwan (Madrid, 1979) habla de resiliencia. “Antes del confinamiento teníamos unos privilegios que eran oro puro”, valora un cantautor y poeta que suele estar al lado de los débiles. “Al arte no hay que ponerle límites, pero sí a las conductas fascistas y violentas”, apunta sobre la polémica abierta en torno al encarcelamiento de Hasél.

¿Cómo es su nueva normalidad?

¿Nueva normalidad? Para mí todavía estamos en plena pandemia, viviendo una situación muy extraña e incómoda.

¿Qué reflexiones hace un ‘cirujano’ de la realidad como usted de los últimos 12 meses?

Ha sido un año convulso, sentido con mucho estupor y tremendamente emocional. Estamos viviendo un ciclo de confrontación social y luchas de todo tipo que nos mantienen tensionados. Han sido 12 meses llenos de claroscuros...

...un año inolvidable, ¿no?

Difícil de borrar en todos los aspectos. Yo he tenido la suerte de sacar un disco que aún no he podido mover demasiado, pero igualmente sentí la angustia de ver cómo algunas personas cercanas caían enfermas en los peores días de la pandemia y, por fortuna, eran capaces de remontar. No es fácil olvidar un tiempo en el que se han perdido un montón de libertades

Dicen que 2020 sacó lo mejor y lo peor que existía en nuestro interior, ¿pero qué aprendió en este periodo?

Sobre todo, que antes de la pandemia no vivíamos tan mal; que en el camino se han extraviado unos privilegios que eran oro puro... Esto es tan simple como recordar la última vez que te tomaste una cerveza disfrutando de la compañía de un amigo en un bar sin pensar en el virus, los empleos que se han perdido, las tensiones que existen en la calle... Cuando te prohiben besar a una persona compruebas que antes eras un poquito más rico, al menos desde un punto de vista emocional.

¿Le sorprende que ese espíritu de supervivencia que tenemos todos, algunos lo utilizaran para saltarse la cola de la vacunación?

En la sociedad hay dos tipos de personas: están las que tienen una mirada limpia y buscan un bien común e igualdad y están las que trapichean con sus intereses porque todo lo convierten en una mercancía. Las segundas se han acostumbrado a vivir en un continuo “sálvese quien pueda”. Cuando dicen que de esta saldremos mejores, quizás, unos sí que lo consigan pero otros serán aún más egoístas, peligrosos y tramposos... La gente con luz seguirá existiendo, pero en el lado oscuro hay overbooking.

‘El viejo boxeador’ es un disco pensado y grabado antes de que el Covid-19 hiciera de las suyas, ¿un trabajo distinto a sus pensamientos actuales?

Lo acabé en febrero y justo después nos confinaron, es decir, que sí es un disco prepandémico en el que se habla mucho de resiliencia... De la idea de seguir adelante y superar todos los obstáculos que se nos pongan por delante para salir reforzados.

¿Un álbum suyo en pandemia o postpandemia sería muy distinto?

Las condiciones que fluyen a mi alrededor siempre están presentes en mis proyectos. Ahora, por ejemplo, publicaré un libro de poemas en el que escribo de la crisis sanitaria, del ciclo económico que se nos viene encima, de las dudas que envuelven nuestras vidas... No sé cómo me quedaría un disco postpandemia porque igual en ese momento sacó todas las ganas que tengo de vivir. Tampoco creo que echara en falta mi lado más batallador porque ese, seguro, que de una manera u otra acabaría apareciendo.

Usted tiene lazos sanguíneos que le unen al fenómeno migratorio y, por lo tanto, sabe de lo que le voy a hablar, ¿qué sensaciones le produce ver la crisis humanitaria que se está dando en España, pero en gran medida en Canarias?

Lo primero que siento es mucha impotencia, dolor por el simple hecho de que por haber nacido en un país equivocado no tienes derecho a nada... Si a eso le añades la sospecha de que te traten como a un delincuente o una persona que viene a robarnos la pena va en aumento. Los canarios conocen lo que son los fenómenos migratorios porque forma parte de su historia y su solidaridad, por mucho que algunos intenten destruirla, sigue viva...

...hablando de delincuentes, ¿entiende el lío que se está montando alrededor del encarcelamiento de Pablo Hasél?

En el arte debería existir libertad de expresión, aunque pueda llegar a resultar deleznable o herirte... Yo no comparto muchas de las cosas que hace Pablo Hasél, pero la cultura es lucha. En el arte debería estar permitido casi todo, menos cruzar algunas líneas que generan confusión. Dicho esto, debo decir que yo no tengo ni la inteligencia ni la autoridad suficiente para calibrar lo que está prohibido o no. Lo que sí tengo claro es que el artista viene a agitar, sacudir y, en ocasiones, zarandear a la sociedad a través de la belleza pero también con situaciones que no son agradables... Al fascismo, el maltrato y a las vejaciones humanas sí hay que ponerles un límite porque ese es un discurso que está unido con todo lo que conlleva la aniquilación del otro.