Acaba de ver la luz el libro Cuentos de Otoño, del escritor canario Agustín Díaz Pacheco, considerado uno de los más grandes escritores de la literatura canaria. El libro ha sido publicado por el Ayuntamiento de La Laguna y el Centro de la Cultura Popular Canaria.

Fiel a su lenguaje personal y profundo, Agustín Díaz Pacheco, muestra en diez cuentos un excepcional recorrido por el mundo interior de personajes singulares. El prólogo es obra de Jorge Majfud, arquitecto y profesor de literatura en la Jacksonville University, en Florida, Estados Unidos. Este experto hace un profuso análisis de los Cuentos de Otoño: “Agustín Díaz Pacheco es un gran pintor de paisajes interiores donde el adjetivo es uno de sus pinceles más precisos y delicados. Su literatura es un obsesivo intento por verlo todo de cada instante: el inquietante palpitar de las emociones, la perplejidad de estar vivo en un mundo construido de incertezas. Ante el acoso de una intensa sensibilidad, sus personajes huyen del laberinto (la ciudad, la corrupción, la injusticia) hacia el origen (la naturaleza, los espacios abiertos y deshabitados, el mar)”, explica.

La narrativa de Díaz Pacheco, continúa, es una “exploración profunda del mundo que hace y refleja el mundo interior. En un mundo donde se venera el éxito material, sus personajes dignifican el fracaso, que es por mayoría el caso de los habitantes del siglo XXI, aunque sea un fracaso disimulado por la fama y el dinero, por los mitos del éxito y los libros de automentira. Con Cuentos de otoño, Agustín Díaz Pacheco regresa desde una fructífera obra personal y agrega nuevas páginas y momentos a su repertorio clásico y sin traicionarse a sí mismo, sin las ansias del éxito y sin el vano temor a la incomprensión. Difícilmente se encuentre un verdadero artista sin estos componentes éticos y existenciales”.

Los cuentos que incluye el libro son: Relieves de silencio, Retorno de las preguntas, Deseada oscuridad, Cruel intemperie, Lector sorprendido, El comprador, Almuerzos tempraneros, Voz añorada, Tiempo de nieve oculta y El Burócrata perverso.

El libro contiene un conjunto de ilustraciones que complementan el contenido de cada cuento, cuyo autor es Raúl Consuegra León. Se trata de un joven artista apasionado por el teatro, el cine, el deporte y las bellas artes. El autor cuenta en el prólogo, lo que supone para él abordar esta aventura narrativa en formato de cuento: “Una vez más, me he encontrado ante las inevitables páginas en blanco. Me han obligado a meditar necesariamente, es del todo lógico, preciso, viniendo a constituirse en imprescindible razón vital. Es cuando he pensado en la lejanía, considerando su importancia, y asumiendo las virtudes de la distancia voluntariamente asumida. Es decir, me refiero a adoptar la resistencia, la misma que no le concede la menor tregua a la claudicación, muy al contrario, una resistencia firme a la vez que flexible, fuera de fanatismos y de postraciones ante cualquier imperativo dogmático, se trata de resistir razonada y convincentemente, se trata de una especie de mandato a sí mismo. Debo confesar que desde hace algunos años me he propuesto escribir desde una austera disidencia, tratar de contribuir a la secularización de la literatura, intentar desacralizarla, hacerla accesible, extenderla y que deje de convertirse en el codiciado reducto de minorías privilegiadas o que ávidamente aspiran a serlo –al precio que sea, cueste lo que cueste, apelando incluso a mentir, omitir y traicionar, todo ello deliberadamente– que en muchas ocasiones es desdeñosa, profesa una vomitiva jactancia y tiende a una vacua y ridícula superioridad, aunque afortunadamente tal actitud no es generalizada, pero es evidente que la tónica dominante es que se tiende obsesivamente al engreimiento, aunque se pretenda disimular, lo cual se ambiciona desmesuradamente”, reflexiona el autor. “Me enfrento a una de las mayores exigencias de la literatura, al género del cuento, la narrativa corta. Desde Antón Chejov, maestro de la creación breve, experto en conjugar el hecho de imaginar, aprehender la realidad, hacernos llegar su humor compasivo y todo ello signado por una diáfana linealidad, y retratar la sociedad de su época, hasta la singular neomagicidad de Julio Cortázar, pasando por la garra estilística realista de Ernest Hemingway o la sorpresiva ideación, singularmente concebida por la inverosimilitud de Dino Buzzati, la narración corta ha adquirido altas cotas”.

La maquetación y diseño de la obra corre a cargo de Marcelino J. Pérez Arteaga. La ilustración de cubierta es un óleo del pintor Luis Alberto Hernández.