Llega con un ensayo periodístico bajo el brazo, El rastro de los rusos muertos, una historia cuajada de asesinatos.

La idea de este libro comenzó justo al terminar el anterior sobre Trump, porque seguía muy interesado por las noticias y las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones norteamericanas de 2016. A partir de ahí fui encadenando noticias que iba recogiendo en diferentes fuentes y que me parecía tenían un nexo común. Ese fue el germen.

El subtítulo resulta bastante inquietante: Occidente en manos de Putin.

En buena medida es así, pero supone más un propósito por parte de Putin que una realidad al cien por cien. Desde luego, el presidente ruso ha tenido en momentos concretos una influencia importante en diferentes procesos. Sin duda, el más emblemático lo representan las elecciones norteamericanas de 2016 y, en este sentido, mi tesis no es que Trump haya alcanzado la presidencia de EEUU solamente gracias a eso, pero sí ayudó a que sucediera.

Da la sensación de que Rusia está resuelta a conquistar la opinión pública occidental.

Digamos que ahora las batallas entre los bloques ya no son solo militares, de hecho son mucho menos bélicas de lo que fueron durante la Guerra Fría. Los misiles no suponen tanto una amenaza, sino más bien esa capacidad de influencia que tienen y que además ejercen unos u otros en las sociedades de otros países, de los rivales, hasta el punto de condicionar procesos electores, como los casos de Francia, Italia o Alemania, también de intentos, en alguna medida, respecto al referéndum del brexit en Reino Unido e, incluso, en el proceso independentista catalán, aunque yo no he buceado en esa investigación.

Se me viene a la cabeza Kipling y su novela Kim. ¿Nos volvemos a encontrar inmersos en aquel Gran Juego con la desestabilización en redes sociales como la nueva estrategia?

Es verdad que Rusia ha sido un país muy adelantado en esa materia, pero previsiblemente no vaya a ser el que lidere esta estrategia. Estamos asistiendo al crecimiento de China hasta unos niveles de poder mundial enormes en todos los ámbitos. Para empezar es un país que sí tiene una capacidad tecnológica propia, como Estados Unidos, algo que a Rusia le falta, que sí ha sabido aprovechar esas capacidades tecnológicas de los demás en contra de quienes las han creado. Nadie mejor que ellos han sabido utilizar las redes sociales nacidas en Estados Unidos para condicionar a su rival.

En este ensayo también hay lugar para la Justicia española, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y hasta las mafias rusas asentadas en nuestro país.

Durante el proceso de investigación encontré cosas muy interesantes sobre cómo las mafias rusas que han colaborado y colaboran eventualmente con los servicios de inteligencia soviéticos tuvieron una influencia destacada en España, se instalaron en la Costa del Sol y desde allí han trabajado. En el libro se cuentan bastantes episodios y ha habido operaciones desarrolladas por la Justicia que han afectado a algunos jerarcas de la oligarquía rusa.

En su primer ensayo, Trump y la caída del Imperio Clinton, analiza la llegada al poder del magnate. ¿Qué lectura hace sobre esa implacable actitud por deslegitimar la victoria de Biden con acusaciones de fraude?

Él mismo ya lo había anunciado antes de las elecciones, con ese afán ególatra que manifiesta y según el cual nadie que no sea él puede ganar. Y hace meses que viene repitiéndolo, afirmando que si perdía, la única razón era que le habían robado las elecciones. Se ha inventado esa caricatura de un fraude masivo, que no se ha producido y que no ha conseguido demostrar, para intentar convencerse a sí mismo, como parte de su psicología egocéntrica, y a continuación persuadir con gran éxito a buena parte de su electorado, el más intenso. Esa batalla de la opinión pública hacia su gente la tiene ganada, pero las elecciones las tiene perdidas, de manera que el próximo 20 de enero quien tomará posesión del cargo será Biden.

Le he escuchado decir que la democracia hay que defenderla y, de hecho, la más antigua del mundo se ha visto envuelta en una compleja encrucijada.

¡Y cómo se ha defendido! Cuando Trump llegó al poder después de aquellas elecciones y todo lo increíble que sucedió, tuve ocasión de participar en varias mesas redondas y debates, y hablaba entonces, a principios de 2017, que el gran ideal de Trump era acabar de alguna manera con las instituciones democráticas de Estados Unidos para utilizarlas a su favor. Y ya advertí que no iba a poder hacerlo. Las columnas de la institucionalidad democrática norteamericana son tan poderosas y antiguas, que ni siquiera alguien como Trump podría con ellas. Y en cuanto ha habido una ocasión para votar, a pesar de haber conseguido un resultado magnífico, el de su rival ha sido aún mejor, con lo cual considero que ha habido un proceso de autodefensa de la población para sostener los valores de su democracia y eso representa un ejemplo para el resto de países.

Y mientras tanto, China se agiganta y lo hace con sigilo, penetrando en África y Latinoamérica en busca de recursos.

El régimen chino es extraordinariamente inteligente en sus movimientos. No tiene prisa. Saben que cuentan con una característica que los diferencia de las democracias: nunca los van a cambiar. El poder lo puede a ejercer el señor tal o cual, pero el régimen no varía. De hecho, el señor tal, Xi Jinping, ha conseguido ahora eternizarse, como Putin en Rusia. Ellos asumen que su gobierno es muy duradero y no viven bajo la urgencia de que cada cuatro años hay elecciones y pueden salir elegidos o no. De manera que su visión es la del largo plazo. Con mucha calma. No tienen que ganar el partido de mañana, sino conquistar la Champion League. Y así han ido extendiendo sus redes, tanto en África como en Latinoamérica, con éxitos muy notables, y considero además que es un movimiento que las democracias occidentales deberían valorar con mucha seriedad.

¿Y cree que en el escenario postCovid van a tener un papel hegemónico?

Eso está por verse. El hecho de que parezca que este coronavirus ha surgido en China y que ellos no hayan contribuido mucho a que se conozcan las verdaderas raíces del virus ha generado una mayor desconfianza del mundo hacia China, que no creo vaya a beneficiarle, más allá de que se trata de un país poderoso y dispone de enormes posibilidades para mantenerse en una posición hegemónica. Y esa desconfianza estimo que va a provocar consecuencias.

¿Cómo vive el tránsito del ensayo periodístico a la novela, de la realidad a la ficción?

Cuando publiqué El rastro de los rusos muertos me invitaban a presentar el libro y algunas personas que lo habían leído me decían: ¡Ah!, viene a hablar de su novela. Yo les respondía que todo aquello había ocurrido, que era real, aunque es verdad que lo escribí de una manera novelada. Lo que estoy escribiendo ahora sí es unas novela, por decirlo de alguna manera es el fin de una trilogía, porque tienen que ver con los dos libros anteriores aunque sean ensayos periodísticos. Y tiene mucho que ver con los dos libros anteriores.

La UE muestra su preocupación ante los ministerios de la Verdad que quiere implantar el Gobierno español.

Si cuando hablamos de crear un comité para frenar la desinformación, hablamos de que debe haber alguien en la estructura del Estado que evite que otro país intente entrometerse en nuestros asuntos, me parece bien. Lo que me parece raro es que no se esté haciendo ya. Y afirmo que el CNI lo está haciendo. Si creas otra herramienta significa que vas a hacer algo distinto. ¿Quieren controlar lo que publican los miedos? ¿Van a decir qué es o no verdad? Es una tentación peligrosa.

Afirma que el periodismo es la antítesis del fanatismo. ¿Al poder le resulta incómoda la neutralidad?

La información libre siempre es incómoda para quienes están en cargos de poder, sea oposición o Gobierno, pero ese es el trabajo de los periodistas: contar las cosas.

Un informativo de televisión ha pasado de reproducir noticias a editorializar.

Lo que estamos haciendo es algo inherente al periodismo de toda la vida; la información también es análisis.

¿Y a los Reyes, a los Magos, qué les pide?

(Ríe) Que la vacuna llegue ya y sea efectiva. Que se lleve este 2020, y rápido, y que 2021 nos traiga el ansiado antídoto. Y acaso para mayo o Semana Santa empecemos a respirar normalidad.