Mercè Martí nació para estar en el aire. No había cumplido la mayoría de edad cuando decidió trasladarse a Estados Unidos para formarse. Poco después fundó su propia escuela de pilotos en Kentucky. No es una piloto al uso. Nunca se conformó con los vuelos comerciales y su sed de aventuras la ha llevado a protagonizar hazañas de toda índole. Tiene tres récords mundiales de velocidad en rutas asiáticas y de Norteamérica. En 2018 fue, además, la primera mujer no americana y la octava de la historia de la aviación en participar en las carreras aéreas de Fórmula 1 en Reno, Nevada. Ahora ?está centrada en capitanear su empresa de aviación Infinit Air, dedicada principalmente a trabajos de vigilancia, observación y fotografía aérea.

¿Qué le parece la propuesta del Festival Periplo de traer a escritores y viajeros hasta la isla de Tenerife?

Todo lo que sea hacer extensible mi actividad, tanto deportiva como de viajera, está bien. Esta oportunidad también es un pequeño reconocimiento para lo que haces. Asimismo, puede servir de estímulo a otras personas que tengan inquietudes para lanzarse a hacer cosas que a lo mejor aún no se atreven.

Con apenas 17 años ya tenía claro que quería ser piloto de avión. ¿Cuándo le picó el bichito de la aventura?

Siempre he sido una persona muy inquieta, siempre me ha gustado viajar y he estado vinculada al mundo del deporte y de la naturaleza. Supongo que también es algo innato. En realidad no es hasta que uno se forma -en ese proceso normal por el que pasas por el colegio y llegas luego al bachillerato- cuando ya tienes que plantearte qué quieres hacer de mayor. Fue en ese momento, más o menos, cuando decidí irme a los Estados Unidos, aprender el idioma, vivir en el país más aeronáutico del mundo y formarme como piloto. Tenía la chispa y las ganas pero al final se consigue si te lo planteas de una forma seria.

Ha desarrollado una importante carrera como piloto de aviones, tanto a nivel comercial o profesional como en su impresionante faceta deportiva. ¿Ha tenido algún susto importante durante un vuelo?

Volar es el medio de transporte más seguro que hay en el mundo y no lo decimos los pilotos sino las estadísticas. Evidentemente, a veces algunas máquinas pueden fallar en alguna cosa y lo bueno de un piloto es que sabe cómo gestionarlas para que no ocurra nada. Por ejemplo, las tormentas no nos gustan porque te pueden dar un susto. No obstante, en principio no he tenido nada gordo que me pudiera poner en peligro mi vida. Lo que sí es importante destacar es que de mi curiosidad y mi inquietud he conseguido alcanzar mi objetivo que era no solo ser piloto, sino poder ver y explorar el mundo. Tengo la gran suerte de haber convertido mi afición en mi profesión, eso es un lujo: disfrutar de aquello que más te gusta al máximo nivel. Me ha abierto muchas puertas: conocer a gente muy interesante y el mundo, vivirlo y disfrutarlo a tope.

¿Le queda alguna esquina del mundo por visitar después de vivir tantos viajes y aventuras?

El mundo es muy grande y siempre hay rincones para visitar y explorar. No obstante, tal y como están yendo las cosas ahora mismo a uno se le están yendo un poco las ganas de viajar. Vamos a abrir un pequeño paréntesis a ver si volvemos a la normalidad lo antes posible para que todos volvamos a ilusionarnos, volvamos a poder explorar y viajar.

Cuando se da una vuelta al mundo en avioneta, ¿en qué se piensa durante esas 92 horas de vuelo?

Primero, puedo dar fe de que el mundo es redondo, lo confirmo. No es plano (risas). En las competiciones aéreas siempre van dos personas, vendría a ser el equivalente a lo que son las carreras de coches como el Paris-Dakar o un rally. La diferencia en los aviones es que tanto puede volar uno como puede volar el otro. Hay dos volantes, por decirlo de alguna manera. Son grandes rutas de muchísimas horas y hay que cruzar muchas zonas distintas y muchos husos horarios. En el año 1994, como dices, gané junto a un compañero sueco la vuelta al mundo y me convertí en la primera persona española en hacerlo. Además, conseguimos el récord de velocidad: 92 horas y 27 minutos. Esa fue la hazaña, digamos. A partir de ahí empecé a hacer muchas carreras y muchas competiciones. Hice muchas cosas, como volar con aviones de época o de la segunda guerra mundial, aviones de tela y madera. He hecho cosas muy chulas y me siento muy afortunada de haber podido tocar los diferentes segmentos de lo que es la aviación, tanto de lo que son aviones comerciales como deportivos, acrobáticos o las fórmulas. En estos casi treinta años de trayectoria he podido tener la suerte de poder tocar un poco de todo.

Otra proeza fue participar en una carrera de Fórmula 1, pero en el aire...

Sí, la Fórmula 1 nació en Estados Unidos en los años treinta como aviones de carrera. Después, en los sesenta, ese nombre se tomó para denominar las carreras de coches que actualmente conocemos. El nombre viene de una fórmula . ¿Cuál es esa fórmula? Pues en base a una fórmula de diseño aerodinámico, potencia, caballos y carga aerodinámica, por citar algunos ejemplos, construyes un elemento que puede ser un avión o un coche. En 2018, después de toda mi trayectoria en el mundo de la competición, quise probar las carreras de Fórmula 1 en Estados Unidos. Es el único sitio donde aún actualmente se hacen: ocho aviones a la vez corriendo en un circuito oval. Me convertí en la primera mujer no americana en participar y en la octava en toda la historia de la competición que lo lograba.

Después de todos esos hitos, ¿se plantea ahora preparar algún otro reto?

No. Después de la gran locura de participar en las carreras de Fórmula 1, me he centrado ya en dejar la alta competición. Para poder participar ahí estuve preparándome casi tres años. Estuve becada, además, en el centro de alto rendimiento de Sant Cugat como deportista de élite. Ya he cumplido mis objetivos y estoy centrada en el mundo de la empresa, en mis negocios. Sigo disfrutando de trabajar y volar pero no ya al nivel de la alta competición.

¿Tiene algún viajero o aventurero que le haya servido de referente durante estos años?

A mí me gusta mucho la historia de la aviación. Para mí los grandes aventureros son ellos pero a medida que me fui involucrando fui conociendo que también había mujeres pioneras. Ellas rompieron moldes y abrieron nuevos caminos en este mundo. Fue entonces cuando me empecé a interesar por las biografías de pilotos como Amy Johnson, la norteamericana Amelia Earhart o Jackeline Cochran. Fueron mujeres que rompieron barreras y está bien homenajear y recordar lo que hicieron. Soy una gran defensora y seguidora de todas ellas.

Ya que nos visita con motivo de la celebración de un certamen literario, díganos cuál es su libro favorito en este campo.

Para mí uno de los más importantes -que además toca la fantasía, la aventura y los sueños- es El Principito, de Antoine de Saint Exupèry. Era un gran piloto y su inspiración literaria le viene precisamente de sus experiencias en ese campo. Desgraciadamente falleció en un vuelo de reconocimiento tras terminar la segunda Guerra Mundial. No se saben bien las circunstancias de ese accidentes. Saint Exupèry nos dejó libros muy bonitos.