En 1938, André Breton y Paul Éluard organizaron en la Galerie des Beaux-Arts de París la Exposición Internacional de Surrealismo (Exposition Internationale du Surréalisme), la muestra más importante nunca hasta entonces preparada por los integrantes de este movimiento vanguardista. Se incluían obras de Dalí, Duchamp, Ernst, Man Ray, Picasso, Magritte y Miró, entre muchos otros, y tuvo una gran relevancia.

Precisamente, una de las piezas que formó parte de aquella exposición fue Jamais (Nunca), del artista tinerfeño Óscar Domínguez (1906-1957). La obra muestra un fonógrafo enmudecido y pintado de blanco, cuyo plato está representado por un par de pechos que giran bajo una mano que actúa como aguja, mientras que del amplificador del aparato salen las piernas de una mujer.

Este objeto se había dado por desaparecido, pero fue con motivo de los preparativos de la exposición sobre Picasso, que permanecerá abierta al público en el Museo Picasso se Barcelona desde hoy, 15 de julio, y hasta el 8 de noviembre de este año, cuando se redescubrieron unas fotografías de Morgoli donde se puede ver al genio con el objeto en su taller de París. Así se descubrió que Domínguez había regalado la pieza a su amigo Picasso y, tirando del hilo, se reencontró el objeto en un almacén de la familia de Picasso.

Según Eduardo Westerdahl, que fuera director de Gaceta de Arte, el artista canario regaló su gramófono a Picasso inmediatamente después de la guerra.

Por tanto, en esta muestra se podrá admirar, después de más de ochenta años sin ser exhibido, el objeto restaurado por Reyes Jiménez, las fotografías de Morgoli e imágenes de la Exposition Internationale du Surréalisme, donde el gramófono Jamais causó tanta sensación como lo hizo el Taxi pluvieux (Cadillac lluvioso) de Salvador Dalí o los 1.200 sacos de carbón suspendidos del techo de la sala principal.

El surrealista Óscar Domínguez había transformado un gramófono Pathé de pabellón en un objeto erótico e hipnótico, inquietante y enigmático. Da la sensación de que hubiese esculpido y desmembrado un cuerpo femenino con el fin de situar los senos en el plato giratorio, de accionar el brazo del aparato con ayuda de una mano y, en especial, de hacer que el pabellón engullese ese cuerpo de modo que su única parte visible fuesen los pies, calzados con unos zapatos de tacón.

Ahora, la pieza reaparece como un verdadero tesoro y su resurrección ofrece también la oportunidad de recuperar aquella atmósfera de la novedosa y sorprendente exposición de 1938 y de recordar la actuación que realizó la bailarina surrealista Hélène Vanel la noche de la inauguración.

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso de Barcelona, explica la reaparición de Jamais como si fuera la trama de una novela, "una historia bellísima".

"Picasso aún nos puede deparar muchas sorpresas", manifestó Guigon en una reciente entrevista, y esta ha sido una de ellas. Lo mismo podría aplicarse para el genial artista tinerfeño. El director del Museo Picasso siempre estuvo convencido de que Óscar Domínguez había regalado el objeto a Picasso, "pero nadie me creía; la familia me decía que era imposible". Sin embargo, tal y como sospechaba, estaba en posesión del pintor, aunque se le perdió la pista después de que llenara de titulares los medios de comunicación.

Fue durante la preparación de la muestra La mirada del fotógrafo (2019) cuando se localizaron unas imágenes inéditas de Nick de Morgoli, procedentes de una colección privada, tomadas en el taller parisino de Picasso, en la Rue des Grands-Agustins, en 1947. En una de aquellas instantáneas (la que ilustra esta página), Picasso observa el objeto, en el suelo y con el cable de electricidad desenrollado. Podría decirse que, tirando del hilo de las imágenes, Guigon pudo localizar a la actual propietaria, Catherine Hutin, hija de Jacqueline Picasso. Esta es la historia sucinta. Para una historia más profusa y densa queda patente la importancia que tuvo Jamais entre sus colegas surrealistas.

Precisamente, Isidro Hernández, conservador de la Colección Óscar Domínguez en TEA Tenerife, señala a propósito de Jamais que "es un objeto sobre el que se ha escrito mucho" y, en este sentido, destaca el libro de André Breton Trayectoria del sueño.

Según el estudioso, este elemento ahora redescubierto "representa una de las piezas iconográficas más reconocidas dentro del imaginario surrealista". Y es más, subraya que no se podría llegar a entender la significación del objeto surrealista sin las aportaciones de Óscar Domínguez. A su juicio, Jamais "muestra la capacidad para hacer de la metamorfosis una sintaxis artística".

Los objetos

En el momento en el que Óscar Domínguez ideó su gramófono, los objetos se convirtieron en piezas que arrasaban dentro de las representaciones de este movimiento artístico. El propio Domínguez había creado otros, pero esta sería su obra más característica, muestra de su obsesión por el cuerpo desmembrado: tres partes del cuerpo seccionadas, las piernas, una mano y los senos (para algunos, un trasero), pero también de su voluntad de convertirlo de objeto estático en dinámico, las piernas que surgen de la falda en que se ha convertido el pabellón del gramófono, la mano que roza perpetuamente el plato, los senos que se mueven à jamais.