Tres obras completas de Ingersoll Lockwood, están publicadas y traducidas en 2017 por A.C. Fritsch, Liverpool, tituladas Los Trump e Ingersoll Lockwood. El primer libro se titula 1900 o el Último Presidente (1896), el segundo libro Viaje subterráneo (1893), y el tercero Los viajes y aventuras del pequeño Barón Trump y su perro maravilloso, llamado Bulger (publicado en 1889). En el primero de los libros, El Último Presidente, se habla de una terrible noche, el 30 de noviembre de 1896: "La ciudad temblaba bajo el golpe como un gran barco transatlántico que se lanza, a toda velocidad, con un fuerte choque contra una poderosa montaña flotante de hielo".

El hundimiento del Titanic fue el 15 de abril de 1912, y estos libros de Lockwood se publicaron como novelas de aventura a finales del siglo anterior, catorce años antes. Hay un cierto efecto al estilo de Julio Verne, la revelación de un visionario, pero en el caso de Lockwood, relacionado con el último presidente de EEUU, en el mismo plan apocalíptico con el que San Malaquías ha hablado cinco siglos antes del último papa católico.

Sigue Ingersoll Lockwood en el capítulo primero diciendo que el último presidente de EEUU, populista, en 1896, pone en peligro la república norteamericana: "La fuerza policiaca estaba agotada, pero su frente seguía como una pared de piedra, salvo que era movible. La multitud lo acorralaba sin descanso hacia el norte, mientras que el aire temblaba y estaba lleno con vociferaciones locas de los victoriosos: Bryan quedó elegido. Bryan es elegido. Abajo con nuestros opresores. Muerte al hombre rico. Muerte a los bichos del oro. Muerte a los capitalistas. Devuélvannos el dinero que nos han exprimido como molido. Dennos de vuelta la médula de nuestros huesos que han usado para engrasar las ruedas de sus carrozas".

Estos libros fueron descubiertos en 2017 en relación a la semejanza, si no profecía, de las narraciones de aventuras del Lockwood de finales del siglo XIX comparado con las cuitas de Donald Trump en este Siglo XXI. El hijo de Trump, por añadidura, se llama Baron Trump. El comentarista político, que lo publicitó en la revista Político, de gran prestigio internacional, fue Jaime Fuller (en el artículo Trump Is the Star of These Bizarre Victorian Novels), y otro comentarista, Chris Riotta, en Newsweek (en el artículo Did an author from the 1800s predict the Trumps, Russia and America's downfall?), señaló que las aventuras de Baron Trump empezaban en Rusia, añadiendo más casualidades a la historia. Ahora bien, al darnos cuenta de la trama del libro Barón Trump's Marvellous Underground Journey, las sospechas se complican, porque ahí se trata de que Baron Trump puede viajar en el tiempo.

Las historias de aventuras, pues, del niño alemán Wilhelm Heinrich Sebastian Von Troomp, llamado Baron Trump, son un remedo profético de ciertos rasgos que se han dado más de un siglo después. Añadamos a este misterio literario el vínculo de Donald Trump con su tío John Trump (hermano del padre de Trump, Fred Trump), fallecido en 1985, a los 78 años. John Trump estudiaba fenómenos de alto voltaje, aceleración de electrones, así como las interacciones de la radiación con la materia viva y no viva, algo paralelamente estudiado también por Wilhelm Reich, en otro contexto cercano a su tiempo. John Trump diseñó generadores de rayos X para la terapia oncológica, e investigó radares para el Ejército. Para llegar a él tengamos en cuenta la historia del misterioso inventor Niklas Tesla, descubridor de un sinfín de efectos electromagnéticos, en el origen de todos los primeros misterios de la electricidad, a tal punto en que ha dado lugar al nombre de la compañía Tesla, de Elon Musk, el fabricante de coches eléctricos más avanzados del mundo.

En 2011, el entonces presidente Obama ordenó la desclasificación por el FBI de innumerables documentos y salieron a la luz varios de Niklas Tesla. En 1943, a la muerte de Tesla, los documentos que éste guardaba fueron confiscados por el Departamento de Justicia, labor en la que se tardó unas horas, y que llevó a cabo el enviado John Trump, ingeniero y luego profesor del MIT, a quien alude su sobrino Donald Trump con cierto cariño en las conversaciones que tuvo con él cuando era más joven. El 21 de julio de 1931, en la revista Time, Tesla definía entre sus documentos la forma de fabricar lo que él denominaba el Rayo de la Muerte y más tarde el Muro de la Muerte, unos aparatos que provocaban exterminio total a 300 kilómetros de distancia, o bien una especie de muro invisible que podía rodear defensivamente todo EEUU, también algo parecido a lo que, en la frontera sur norteamericana, ha empezado a hacer Donald Trump. Tesla pensaba presentar su constructo en la Conferencia de Ginebra de 1934, pero no acudió. Luego, el 22 de setiembre de 1940, volvió a presentar su invento en el New York Times.

Esta larga historia literaria da que pensar respecto a las cercanas elecciones de noviembre de 2020 en el país más poderoso del mundo, con las estrellas del firmamento compinchadas en algo que podría dar explicación a tantas casualidades en este mundo que se está empezando a volver un poco extraño.