El retrato es uno de los géneros que aportan a la pintura una de sus mejores manifestaciones expresivas. El ansia por representar el aspecto físico de las personas se registró desde las primeras obras pictóricas, con frecuencia para perpetuar la memoria de los modelos, que unas veces se prestaban a ser retratados y otras buscaban ellos mismos que los pintores inmortalizaran sus rasgos físicos.

Según un mito corintio del siglo VII a.C., el prometido de Kora, la hija del artista Butades de Sición, tuvo que incorporarse al ejército para ir a la guerra. La última noche antes de la despedida observó cómo el perfil de su amado se proyectaba sobre una pared a la luz de una vela. Tomando un carbón recorrió la sombra para que su imagen no se desvaneciera. Más tarde aplicó una capa de arcilla que modeló y horneó para conservar la figura tridimensional. De este modo una mujer estaría en el origen de la invención del retrato pictórico y la escultura.

A partir del mito de esa primera retratista de la Historia del Arte, que Plinio el Viejo recoge en una de sus obras, la artista asturiana Chechu Álava (Piedras Blancas, 1973) inició una serie de exposiciones bajo la denominación Programa Kora. La tercera entrega de este proyecto puede verse estos días en el Museo Thyssen Bornemisza (hasta el 29 de marzo), una exposición de retratos con el título Rebeldes. Todos los cuadros de esta exposición son retratos de mujeres eminentes de la modernidad (sólo en uno de esos retratos aparece un hombre -Sigmund Freud, en su consulta, sicoanalizando a una mujer que reposa en un diván-) que van desde mitos bíblicos como Eva y diosas de la antigüedad como Venus (ambas utilizadas por la artista para denunciar los traumas sobre la sexualidad en la sociedad patriarcal), hasta mujeres que han sido o son protagonistas de una actitud de rebelión feminista en los campos diversos en los que han sobresalido. Intelectuales como Simone de Beauvoir y Hannah Arendt, pintoras como Frida Kahlo, fotógrafas como Lee Miller y Tina Modotti, escritoras (Colette), poetas (Silvia Plath), escultoras (Marga Gil Roësset)? Todas ellas fueron rebeldes, enfrentadas al espíritu de la sociedad que les tocó vivir. La originalidad de la muestra es que se presenta desde una perspectiva de género, huyendo de los modelos que tradicionalmente han presentado a la mujer creada a la medida del deseo masculino. Las modelos aquí retratadas son mujeres que se han hecho con un lugar en la historia gracias a su talento y a su obra. Todas ellas tuvieron trayectorias difíciles y han manifestado una actitud de rebelión frente a la sociedad que las marginaba.

Las figuras de estas mujeres aparecen en los cuadros de Chechu Álava con rostros velados y figuras desenfocadas o en escenas de recogimiento e intimidad que las muestran como vulnerables pero al mismo tiempo como inconformistas, en actitudes que inspiran a los espectadores y les hacen reflexionar. Chechu Álava persigue más la esencia y la atmósfera que el parecido físico de las mujeres que retrata. Son 16 cuadros que ocupan una de las salas menores del Thyssen a través de la que se accede a otras cuatro obras de Álava colocadas en otras cuatro diferentes estancias del museo, de manera que se relacionen con otros tantos cuadros con los que se identifican. Así, Daydream girl dialoga con el Atardecer de Edward Munch, Soy rebelde lo hace con Desnudo de rodillas ante un biombo rojo de Ernst Ludwig Kirchner, Frida fumando en rosa con Quappi con suéter rosa de Max Beckmann, y Virginia Girl con La Virgen de la aldea de Marc Chagall.