Una larga veintena de piezas, entre miniaturas, copias de tallas bizantinas de piedra, bajo relieves, frescos serbios medievales e iconos de santos realizados por pintores serbios contemporáneos conforman la muestra de arte sacro ortodoxo que se desarrolla, hasta el próximo 27 de abril, en la Iglesia de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo, ubicada en la calle Teobaldo Power, número 25 del Puerto de la Cruz, con entrada libre (de 11:00 a 17:00 horas, excepto los martes).

La exposición, organizada con el apoyo de la Dirección de la Diáspora de la República de Serbia y la Diócesis de Europa Occidental, se titula Una mirada a la eternidad y refleja los principales motivos que integran la rica herencia artística de la iglesia serbia y de toda la iglesia ortodoxa.

El artista Miljan Stojaniovic es uno de los autores que han hecho posible esta iniciativa, junto a otros cuatro pintores que han contribuido con su trabajo a dar contenido a esta exhibición, en la que destaca, entre otras piezas, las copias realizadas sobre el Evangelio de Miroslav, al igual que el fresco de Portadores de mirra sobre la tumba de Cristo, basado en el original del siglo XIII del Monasteriode Milesheva en Serbia.

Según el párroco de la iglesia portuense, Marko Dabic, "la iconografía, como todas las otras formas de arte de la iglesia ortodoxa, es una obra de arte suprema. Sin embargo, el propósito básico del icono es más que eso. Es llevar el hombre a Dios. Es un testimonio del reino de Dios".

El pintor serbio Miljan Stojaniovic, que materializó varias copias de tallas bizantinas de piedra en miniatura, apuntó que este tipo de obras se realizaron con este material por su dureza y capacidad de conservación a lo largo de los siglos, aunque en la actualidad ha utilizado madera sobre la que aplica una mezcla de varios componentes.

"La madera es la base sobre la que pegamos una piedra molida mezclada con algunos polvos y pegamento líquido para endurecerlo y tener aspecto de roca. Para conseguir un color parecido a la piedra le pongo un tono suave de marrón o gris para que cuando se seque adquiera el aspecto y la textura de una piedra o roca, además de su dureza", explicó.

El siguiente paso es plasmar sobre esta superficie el motivo que quiera representar, que pueden ser santos, Jesucristo o diferentes animales simbólicos de la iglesia ortodoxa , como por ejemplo el grifón, con cuerpo de león con alas y cabeza de ave, pájaros, o la cruz ortodoxa con ocho brazos.

Con respecto a las miniaturas son pintadas con una especie de tempera, pigmentos con agua, que antiguamente se obtenía con la mezcla de yema de huevo, con agua y vinagre a la que se añadía una serie de pigmentos vegetales de diferentes tonos según el color que se quería obtener. El resultado es una pintura que aguanta siglos, así lo demuestran las obras que adornan los muros de las iglesias y monasterios ortodoxos diseminados por los países que practican esta religión.

Los colores básicos que utilizaban en las miniaturas, como en el Evangelio de Miroslva, son amarillo, rojo, azul, verde y marrón oscuro, casi negro, de cuyas combinaciones se sacan otros tonos que en la época eran suaves.

Stojaniovic destacó el gran valor artístico del Evangelio de Miroslav, el texto serbio más antiguo que fue escrito hace más de 800 años de donde copió algunas de las obras que presenta en el Puerto de la Cruz. Este símbolo nacional de la República de Serbia dicen que se escribió en el año 1180. El códice cuenta con unas 300 miniaturas e ilustraciones decoradas con oro que representan la iconografía religiosa de la época.

Para este artista "llama la atención el sentimiento religioso que encierra este arte. Este tipo de arte no lo hace nadie hoy en día y si lo hace es con un estilo moderno. Yo me dedico a ello para no olvidar el pasado y refrescar la memoria".