Usted no para la 'pata', ¿no?

En eso sigo... Aún tocada por el jet lag de un viaje por Tailandia. Antes estuve residiendo en México para aprender el acento y también el año pasado residí un tiempo en Barcelona porque quería reciclarme como actriz. Ahora estoy en Madrid organizando mis cosas y esperando que llegue algún proyecto interesante.

¿Cómo le ha ido en esa operación de "reciclaje"?

Esta es una fase por la que tenía que pasar porque sentía que llevaba tiempo trabajando con las mismas herramientas interpretativas, es decir, que me había encasillado. En México, por ejemplo, conseguí dar con una técnica que me ha venido bien para el lenguaje...

¿Esos reseteos artísticos son ineludibles?

Si quieres progresar sí. Reciclarse es una necesidad de obligado cumplimiento en todas las profesiones... Cuando te quedas ciega o dormida el riesgo de alejarte de la realidad aumenta. Para avanzar es necesario investigar; caminar por territorios inexplorados. Cuando a mí me pedían que reflejara tristeza recurría los mecanismos que ya tenía interiorizado, y esa no es una fórmula exacta o cerrada, sino que hay que trabajarla. Las emociones son naturales, pero hay que canalizarlas para que lleguen con nitidez al público.

¿Y en ese proceso no se pierde algo de naturalidad?

A mí me da mucha rabia mentir a los espectadores porque con esa mentira me perjudico yo... Sentir tristeza frente a una cámara es algo que se trabaja, pero eso no significa que no haya sentimientos.

¿El acento penaliza mucho en el mundo de la interpretación?

Sí. Eso fue algo que me dejaron claro desde que empecé a estudiar en Gijón. "Si no te quitas ese acento no vas a encontrar trabajo". Esa frase se convirtió durante muchos años en una obsesión... Eliminarlo supuso una pérdida de identidad. El acento es algo con lo que creces como persona y cuesta una barbaridad disimularlo cada vez que me presento a un casting.

¿Por qué ese empeño generalizado de eliminar la sonoridad canaria?

Los canarios tenemos un acento muy integrado y, sobre todo, en El Hierro en el que yo crecí las relaciones que había con el exterior eran complicadas. ¡Vamos, que mi oído ya se había adaptado al habla herreña! El sonido canario es diferente al de la mayoría del país y es más fácil que unos pocos se adapten a la norma general, ¿no?

¿Aún tiene que explicar que, a pesar de su nombre y apellidos y su físico, usted es canaria?

Eso me sigue pasando mucho... Yo entiendo que mi apariencia no es demasiado canaria (sonríe), pero crecí en El Hierro. Cada vez que me preguntan de dónde soy siempre tengo que decir algo más...

¿Aclarar el viaje en barco de sus padres que terminó convirtiéndose en una estancia definitiva en la que por aquel entonces era la Isla del Meridiano?

Casi, casi... Me ahorro algún que otro detalle, pero al final esa explicación forma parte de una de mis entrevistas de trabajo. Yo me siento más canaria que alemana.

¿Una actriz vive pendiente de que suene un teléfono?

Sí... Esa es una de las partes más difíciles de la profesión. Este no es un oficio para gente con poca paciencia (silencio). Nadie nos enseña cómo gestionar esas esperas, que en mi caso se terminan transformando en pequeños fracasos.

¿Tiene miedo a un no?

Asimilar un no significa incorporar un pequeño trauma a tu vida, es un fracaso momentáneo pero no deja de ser doloroso... Eso sí, peor es que hagas una prueba y no te digan nada. En España pasa con frecuencia que esa espera se convierta en olvido... Ahí es cuando tu cabeza se cuestiona si serás lo suficientemente buena, qué habrá pasado o cómo es posible que hayan escogido a la otra...

¿El suyo es un oficio en el que se generan muchas envidias?

Las envidias interpretativas son un tema tabú, pero sí que existen... Está mal visto hablar de eso y gestionar el sentimiento de ver cómo otros compañeros de profesión están trabajando mientras sigues en casa delante del televisor. Prefiero reconocer que siento envidia por ver a otros ejecutando proyectos que podría hacer yo a transitar por un sendero de silencios públicos y falsedades.

¿Ha pensado en rendirse?

¿Rendirme? 2019 fue un año en el que más esperé y menos trabajé. Ese parón me sirvió para reflexionar de la década que llevo en esto. Por ahora solamente me he rendido de pensamiento. Los días en los que estás un poco de moral crecen con mucha facilidad, pero la interpretación es mi gran pasión.

¿2020 se presenta mejor?

Algo mejor sí. Aún no está cerrada la fecha, pero en la próxima primavera se va a estrenar Los europeos, una película en la que participo que está protagonizada por Juan Diego Botto y Daniel Arévalo. Fue un proyecto divertido que retrata la Ibiza más hippie... Como suele ser habitual a mí me dieron el papel de una alemana.

No sé si la palabra es cansada o saturada, ¿pero no está harta de que habitualmente la llamen para papeles de guiri?

Entiendo que la mayoría de las veces me vean para esos papeles por el físico que tengo, pero mentiría si dijera que no me siento algo encasillada. Ya cansa un poco que siempre me elijan para hacer de extranjera.

¿Qué piensa hacer para cambiar esa tendencia?

Viajar para formarme como lo he hecho recientemente en Barcelona o México. Mis retos artísticos van más a allá de esos papeles. Los acepto, pero quiero más...