¿Hoy en día es posible ganarse la vida batuta en mano?

Sí que es posible (ríe)... Yo trabajo desde Canarias para el mundo, que ya de por sí es una complicación más. En mi caso he conseguido desarrollar una faceta profesional artística que se asienta en dos pilares: la composición de música de cine y la dirección de orquesta.

¿Qué tiene ese objeto que es capaz de "someter" a los miembros de una orquesta?

Una buena batuta debe tener el control del conocimiento que se concentra en una orquesta. Un director, pues, necesita crear una visión clara de lo que quiere hacer a nivel musical. A ese dominio solo se puede llegar a través del estudio, primero, y de los años de experiencia... Un director tiene que ser respetado por los músicos pero, sobre todo, estos deben confiar en su buen criterio para llegar al final deseado por todos.

¿Cómo vive usted ese cara a cara con los músicos?

Es una sensación idéntica a la que acabo de experimentar en los dos conciertos que dirigí en Polonia. Nunca había tenido la fortuna de ponerme al frente de ese grupo, pero el resultado fue realmente extraordinario. Yo procuro sentir cada una de las notas que dirijo, disfrutar el tiempo que estoy en el escenario y exprimir al máximo la idea de que tengo el trabajo más bonito del mundo. La intensidad tiene que ser descomunal...

Lo bueno cuesta, ¿no?

Los conciertos los termino física y mentalmente agotados; también muy dolorido... El despliegue energético siempre es grande.

Ese instante de éxtasis público no tiene nada que ver con ese momento de soledad que imagino que suele crear a la hora de componer.

Aprovechando que en esta entrevista me pilla sentado en el Callejón del Combate le voy a contar una anécdota que ocurrió hace un par de años... La tranquilidad de la que me habla es bastante necesaria y eso fue lo que encontré en este mismo enclave urbano una tarde en la que escribí parte de la letra de Pasaje al amanecer, banda sonora por la que fui nominado a los World Soundtrack Awards... Es importante tener una libreta cerca cuando toda esa música comienza a fluir en tu cabeza.

¿Podría resumir el momento en el que escucha por primera vez en una sala de proyecciones una música que lleva su firma?

Antes de contestar esta pregunta estoy obligado a decir que dirigir la música de un compañero es una experiencia maravillosa, solo superable por el hecho de tener la oportunidad de ponerte al frente de una orquesta para tocar la música que has escrito. Eso es algo sublime...

¿Y lo del cine

Es algo surrealista, pero a la vez fascinante... Comprobar el resultado final de tantos instantes de soledad poniendo música a unos fotogramas es una experiencia emocionante y reconfortante.

¿Comparable con...?

...con una explosión emocional que roza el milagro. Encontrar una explicación a ese empaquetado final no es fácil; solo te sientes bien porque sabes que para llegar a ese punto se necesita calidad, sacrificio, talento...

Volvamos al origen de la entrevista. En una redacción, en un equipo de fútbol, en una orquesta existen muchas personalidades y egos. ¿Cómo se consigue dominar todas esas individualidades?

(Ríe)... Siendo humilde y, sobre todo, evitando mirar a los demás desde una posición de superioridad, o por encima de sus cabezas. Los egos hay que tratarlos con naturalidad y sin rodeos para, en el caso de que existan, bajar los posibles humos. Para mí es importante tener claro mis objetivos, es decir, al punto al que quiero llegar y los medios que debo emplear para cumplir ese objetivo.

¿Por qué eligió este oficio?

Fue el único camino que era capaz de asegurarme la felicidad. La música es algo que está dentro de mi cabeza desde que era un niño y no tenía demasiadas alternativas: era música o música... Sabía que un sueño de esta magnitud no era fácil de lograr desde una tierra con las particularidades que tiene Canarias, pero estoy orgulloso de cada una de mis conquistas. No puedo omitir que he sido una pieza clave a la hora de cambiar la realidad musical de mucha gente, bien a través de la evolución que experimentó Fimucité, bien por otros proyectos que he podido desarrollar desde el Archipiélago.

¿Hay algún sueño que se atreva a confesar?

Mi sueño, sinceramente, es poder seguir haciendo esto... Quiero vivir de mi música y, a su vez, disfrutar al máximo todos esos procesos creativos. Ser miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y de la Academia del Cine Europeo no entraba en mis planes, pero ese es el resultado de muchos años de trabajo.

¿Puede avanzar ya de la próxima edición de Fimucité?

La temática está clara y hay una serie de avances cerrados en torno a la decimocuarta edición, pero no vamos a adelantar nada hasta que pasen estas fiestas. Fimucité ya se ha consolidado como el festival de música de cine más antiguo de los que se celebran en Europa, un hito del que podemos presumir todos los que creímos al cien por cien en este proyecto desde el minuto cero. No ha sido un camino sencillo, pero sí que hemos recibido muchas alegrías.

¿Le atrae ganar un Goya

No sueño con premios, solo con seguir haciendo música. Los reconocimientos son un impulso para una carrera, pero también lo debe ser ofrecer lo mejor que tienen en cada proyecto: todo lo que lleva mi firma tiene que sonar a excelencia. Eso es algo innegociable.