Un fenómeno típico de este siglo XXI, informatizado hasta lo aborrecible, y con un gran predicamento entre los más jóvenes, es el llamado creepypasta. Se trata de la proliferación de historias de terror creadas y compartidas de forma artificial a través de internet con la intención de asustar e inquietar a los destinatarios. La escritora Anabel Colazo recrea en No mires atrás dos de los casos más sonados, que transforma en una historia sobre las dudas adolescentes.

El primero, Slender Man, surgió como un ente fantasmagórico que acechaba, acosaba, perturbaba, mataba y traumatizaba a sus víctimas, especialmente a niños. En realidad el bulo surgió en los foros del portal Something Awful en 2009, pero en 2014 fue el móvil que utilizaron dos chicas para justificar el apuñalamiento de una compañera de curso en Wisconsi. Ambas jóvenes aseguraban a los investigadores que el espectro las forzó a realizar el crimen para llevarlas con él.

El segundo tuvo lugar durante el verano de 2018 cuando una imagen terrorífica comenzó a circular en los whatsapp de todo el mundo solicitando a los usuarios que le escribieran una vez que la veían.

Su nombre era Momo y su aspecto aterrador, con dos ojos saltones, piel pálida y una sonrisa siniestra. La terrorífica imagen pertenecia en realidad a la escultura de una mujer-pájaro que se expuso en 2016 en una galería de arte alternativo en Ginza, un lujoso distrito de Tokio, y que formó parte de una exposición sobre fantasmas y espectros. Pero el suceso se convirtió en uno de los fenómenos espectrales más famosos del momento. Programas como Cuarto Mienio dieron buena cuenta de ello y formó parte de los informativo nacionales durante varios días seguidos.

La protagonista de esta novela gráfica, Blanca, trabaja en el bar de una ciudad costera norteamericana. Ella y su amiga, Sam, que toca en un grupo con su novio Eric, visitan con frecuencia la casa de una afamada youtuber conocida como Cookiefire. Blanca percibe la presencia de un ser siniestro cada vez que se produce un suceso luctuoso y las dos deciden hacerle frente.

Con un estilo que recuerda al primer Bestien Vives, Colazo construye una historia de trazo principalmente preciso y naif, con abundancia de colores suaves, en la que los momentos inquietantes no evitan que sea tierna y conmovedora.