A veces por circunstancias económicas, otras de agenda. En ocasiones porque es complicada la tarea y necesita meditación, no hago en el momento las fotografías que acompañan a los retratos, esas que explican lo más importante en la vida del retratado. Llevo semanas arrastrando un catarro, lo tengo pegado al pecho como un perenquén y no hay forma de matarlo, así que he decidido tomármelo con un poco de calma esta semana y dedicarme a resolver algunas de esas imágenes.

U Nanda es el abad del monasterio Dat Paung Su en la carretera de montaña que lleva a la Roca Dorada, el lugar más sagrado para los budistas de Myanmar y el segundo en importancia en el mundo. Le conocí hace más de seis años en mi primera visita a la famosa pagoda Kyaiktiyo. Es Karen y me contó que lo más importante para él en la vida había sido el momento en el que se ordenó monje budista en Sule, la pagoda más conocida de Yangón. La mayoría de los Karen son cristianos. U Nanda siempre nadó contracorriente. Se marchó muy joven de su pueblo a vivir a otro estado y luego a otro y a otro, quiso estudiar a pesar de las reticencias de sus padres, que le necesitaban en el campo. Esa fue una de las razones por las que decidió hacerse monje en un principio. Sus padres no podrían negarse a eso y en el monasterio podría estudiar. Luego llegó el fortalecimiento de su fe. Ha pasado su vida compartiendo las enseñanzas de Siddhartha Guatama o Sakiamuni, más conocido como Buda y hoy para él eso es lo más importante: las enseñanzas de Buda.

Noor Jahan nació en Little India, Penang, hace 61 años. Me la encontré en una popular calle de ese mismo barrio hace ahora un año. Sentada en la puerta de la tienda de telas y trajes tradicionales que regenta con la ayuda de sus hijos. Al pasar me fijé en su mirada profunda y pensé que seguramente tendría mucho que contar. Me dijo que su padre había muerto en las revueltas entre Chinos y Malayos en el 69, donde perecieron más de seiscientas personas. Ha vivido los altibajos económicos de su país y la regulación racial posterior a los enfrentamientos que dividió Malasia en dos grandes estatus de ciudadanía, Bumiputra y No Bumiputra. Básicamente si eres malayo y musulmán eres Bumiputra y esto te da una serie de privilegios que no tienen los demás, aunque también algunas tribus de Borneo tienen esta consideración. Si naces en una familia mixta has de elegir qué quieres ser y a pesar de lo que pueda parecer no es tan sencillo. Por ejemplo, si tu familia paterna es china y muy tradicional puede considerarse una ofensa que decidas seguir a la familia materna, aunque sea por sentido común. Así que tendrás que pagar más impuestos y no tendrás descuentos en cosas esenciales como la Universidad o la Sanidad.

Aquella violencia sectaria tuvo un marcado componente económico, los chinos se hacían con el control económico del país en aquel momento. Probablemente, esa es la razón por la que lo más importante en la vida para la señora Jahan es que a todo el barrio le vaya bien en sus negocios. Me dijo que lo consideraba la mejor política social posible, el empleo y creo que no le falta razón. Es una frase que oí salir de la boca de un gran amigo mío varias veces, economista y posiblemente el mejor gestor que ha tenido el gobierno canario nunca.

En Nâm Sài, en Vietnam del norte, conocí a una anciana con 110 años de la etnia H'mong Dou, Me Tati se llama. Después de horas en guagua, coche, moto y a pie llegué a este lugar aislado y me paré a hablar con un señor que tocaba un extraño instrumento musical. Le pregunté si podía fotografiarle y me invitó a su casa y me presentó a su longeva suegra, que llevaba treinta años sin valerse por sí misma. Cada día tenían que sacarla de la cama y sentarla donde ella pudiera pasar el día entretenida. A pesar de su edad, tenía la mente en perfecta forma. Lo que más me sorprendió de toda la conversación, con alguien que había visto las dos guerras mundiales y el cambio de casi la edad de piedra en las montañas que dividen China de su país, hasta la era de internet que llegaba de la mano de sus bisnietos, es que lo más importante para ella era vivir lo suficiente como para ver a los más jóvenes de su familia ir a la universidad.

Daly Champey, ahora con 20 años y perteneciente a la etnia mayoritaria de los Khmer, habla un inglés casi perfecto, vive y trabaja cerca de una de las siete maravillas del mundo, los templos de Angkor en Camboya. Es una buena estudiante, tiene muy buena relación con sus profesores del instituto pero no tiene dinero suficiente para ir a la universidad, aunque le encantaría seguir estudiando. Ayuda a su madre en un modesto puestito, donde vende refrescos y comida callejera en un lateral del complejo templario de Angkor. Lo más importante para ella es que los turistas no dejen de visitar los templos para poder ahorrar lo suficiente y algún día acceder a unos estudios superiores. Estaba preocupada porque una empresa extranjera ha asumido el control de Angkor Wat y multiplicado por tres el precio de la entrada, y claro, teme que los turistas se marchen por culpa de eso.

Lo más repetido por muchas de las personas que fotografío es la familia, la religión ocupa el segundo lugar en importancia y en las comunidades más pobres suelen soñar con que sus líderes les hagan un colegio, una carretera o un hospital, cosas que en occidente damos por supuestas hace ya mucho tiempo. Chang es un Tay de Bangkok, Cha Nam, de etnia Urak Lauoi nacido en el mar de Andaman, Sulai una Melayu de Penang o Psyche Ricaforte, un Visayas de Cebú pusieron a su familia en lo más alto de sus anhelos y prioridades.

Agustin Tuguinay es Ifugao de la isla de Luzón, Mohamad Arip, Dusun de Brunei y Anggeline Mitte, una mezcla de Toraja y Flores de Indonesia, me dijeron que la religión ocupaba el espacio más grande en sus corazones. Anggeline tiene 28 y no está casada, en su cultura esto es muy poco común, casi un afrenta para la familia, así que la han presionado mucho para que busque un marido. Su reacción ha sido huir a una isla desierta, casi literalmente.

Arborek tiene apenas 150 metros de largo y forma parte del archipiélago de Raja Ampat en Papua Occidental. Ahí, da clases de inglés a niños de varias islas cercanas y es monitora de submarinismo en la temporada alta de turismo. Hace ya unos años que está atravesando una crisis de fe, probablemente por culpa de las presiones familiares, aún así, la religión sigue siendo para ella si no lo más importante sí lo más preocupante. Aunque ya no va a la iglesia los domingos, está convencida de que ahí arriba hay alguien superior que lo observa todo y le preocupa no hacer lo correcto.

Giu H'Ki tenía seis hermanos, todos muertos en la guerra de Vietnam, también su marido murió. Tiene un hijo ciego, R'com Mu'n. El chico es lo más importante para ella, sobre todo qué va a pasar con él cuando ella no esté, porque no tiene más familia que le pueda ayudar. Los Jarai se pusieron de parte de los estadounidenses durante la guerra, lo que les trajo muchos problemas en el momento y que aún arrastran, muchos vietnamitas siguen guardándoles rencor por esa decisión, eso aún crea más dificultades para encontrar una solución para su hijo.

Este proyecto nació como un intento de documentar todos los grupos étnicos de Myanmar y que luego, por vicisitudes de la vida, se convirtió en un proyecto que engloba a todo el sudeste asiático. Los retratos son la parte documental pura. La segunda imagen tiene más de mi. Nace de la necesidad de saber qué le importa a las personas, qué esperan y qué es esencial en sus vidas porque nunca he sabido que es esencial en la mía.

Dejé a mi familia con dieciséis años, cuando me marché a estudiar a otra isla. He vivido en una quincena de lugares diferentes y durante mi época en Asia no estaba más de un mes en el mismo lugar. He sido nómada sin pretenderlo. Todo lo material que aprecio está en mis dos maletas, una para las cámaras y otra para el resto. Este proyecto está ayudándome a entender más a las personas y como consecuencia a mi mismo. Espero poder transmitirlo a todos ustedes.