Una historia de amor. Eso es lo que domina Un poyo rojo, que la compañía argentina homónima pondrá este viernes en escena, a partir de las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz, dentro del Festival Canarias Artes Escénicas (CAE), promovido por la Fundación CajaCanarias y La Caixa.

Este espectáculo, que ya ha cumplido diez años de edad, es un combinado de danza, deporte y sexualidad marcado por un acento que suena a humor, sin palabras, salvo alguna onomatopeya y una radio de fondo que se convierte en la directora de escena de esta pieza que también posee cierta dosis de acrobacia que la convierte en una propuesta apta para casi todos los públicos.

El dúo formado por los argentinos Alfonso Barón y Nicolás Poggi coreógrafo y uno de los cofundadores de la compañía junto a Barón, es el encargado de dar vida a este singular ejemplo de lo que se denomina teatro físico, aunque para algunos puede ser teatro mudo, acrobacia, clown o hip hop, o una mezcla de todo según la apreciación del público.

"La obra tiene un poco del juego de la pelea de gallos, de ahí viene el título", comentó Nicolás Poggi al explicar el origen del título del montaje, aunque amplió detalles al afirmar que "lo primero que ves es teatro físico, no tiene texto. Es una historia de amor entre dos hombres que no se sabe si son heterosexuales u homosexuales, entonces hay como un juego de convencer uno al otro de que afloje y tiene algo como deportivo, porque todo sucede en el baño de un gimnasio se podría decir. Hay como una lucha, una pelea, pero más que nada es una historia de amor entre dos personas".

Un poyo rojo ha sufrido una transformación durante su década de existencia en la que se a adaptado a los nuevos tiempos. "Hace diez años se aprobó el matrimonio igualitario en Argentina y decía que era una historia de amor homosexual, ahora por ejemplo hay gente que la ve y dice que es el acoso de un hombre hacia otro hombre, como que va cambiando dependiendo del contexto de la actualidad".

La mayoría de las cientos de funciones de esta obra en los numerosos países que ha visitado han sido vistos por un público muy variado, aunque ha dominado el de carácter familiar. "Es un espectáculo cómico en el que la gente se ríe mucho, tiene empatía y es muy virtuosa y tiene muchos elementos que la hacen apta para todos los públicos".

La escenografía de la pieza es muy sencilla, un banco y una taquilla, escenario que algunos relacionan con un gimnasio y otros con una sauna. El vestuario de los protagonistas es un combinado de prendas de gimnasia, rodilleras y unas zapatillas de deporte.

El tercer protagonista de la representación es una radio que emite un programa de FM en directo de la ciudad en la que se desarrolla la función ese día, aunque al final se escucha una cumbia muy popular en Argentina.

"A veces es muy loco porque no entendemos lo que dice la radio pero vemos la reacción del público, si se engancha, seguimos, si no lo hace cambiamos. Jugamos mucho con la sonoridad de la radio, no con lo que dice. Nosotros representamos físicamente lo que nos sugiere la radio. Si el público se ríe mucho es que está funcionando lo que hacemos".

El éxito de Un poyo rojo radica, sobre todo, en el humor argentino que domina toda la obra y la comicidad que determinan las situaciones descritas por los personajes a través del lenguaje corporal con un componente muy físico, que desprende mucha adrenalina y virtuosismo.

"El humor argentino es rarísimo. Es cáustico, sarcástico, ácido... Tiene como un doble sentido. Todo tiene como ese lado de humor sarcástico, aunque sea un drama", aseguró Nicolás Poggi.