La serie ‘Hierro’, de ocho capítulos y 400 minutos de duración, está siendo el fenómeno audiovisual de Canarias este verano. Se emite desde el pasado 7 de junio en Movistar+. La ficción televisiva en torno a las pesquisas de la jueza Candela para resolver un misterioso crimen en la Isla del Meridiano atrapa el interés y logra identificar a los espectadores isleños con el relato. La presencia de numerosos actores canarios, noveles y veteranos, que logran sacar adelante sus roles con sobresaliente calidad interpretativa, también ha sorprendido a la audiencia. Los dos hermanos artífices de ‘Hierro’, Pepe y Jorge Coira ofrecen algunas de sus claves.¿Cómo surge la idea de Hierro?

Jorge Coira: La idea es de mi hermano Pepe, él es el creador y jefe de guionistas. Otra persona fundamental en su desarrollo es el productor ejecutivo Alfonso Blanco (conocido por Fosco), a través de la empresa gallega Portocabo.

Pepe Coira: Hierro parte de una idea clásica y sencilla: hacer una serie en el género del drama policial desde aquí, desde nuestro territorio. El thriller es un género que tiene un lugar muy claro en el mercado de la televisión, una fórmula que viaja muy bien.

¿Es un trabajo especial en sus carreras?

J. C.: Por primera vez hemos tenido la oportunidad de hacer una serie donde nuestros límites eran nuestras propias capacidades.

P. C.: Hierro es la serie que nos ha permitido llegar a un público mayor al que acostumbrábamos, que es Galicia. También, ha sido la oportunidad de hacer ficción de ámbito español, una deuda pendiente. Fueron 15 años intentándolo y obteniendo como respuesta que no interesaba.

¿La explosión de plataformas audiovisuales es el mejor momento del audiovisual en la historia de España?

J.C.: Está habiendo una transformación en el mundo de la televisión que abre un montón de posibilidades, Hierro existió porque se produjo ese cambio. Básicamente, el nuevo paradigma consiste en que debemos dejar de engancharnos a las fórmulas preexistentes, que no todo tiene que gustar a todo el mundo, que se pueden tener distintas opciones para públicos distintos. Se está multiplicando la producción, por lo que para los técnicos está siendo, además, un momento muy dulce.

P.C.: Aunque el estallido de las plataformas es de dos años acá, el mercado se empezó a abrir en los últimos seis o siete años. Lo que se ha hecho es los últimos años es, en el fondo, volver a los inicios. La televisión siempre fue un medio lleno de posibilidades. Narciso Ibáñez Serrador, Fernando Fernán Gómez, Roberto ossellini, Fassbinder, Kieslowski, todos hacían televisión. Es genial contar historias que duran 400 minutos.

¿Por qué la isla de El Hierro?

P.C.: Buscábamos un lugar que fuera como el final de mundo, el más lejano, el peor al que pudiesen enviar a la jueza protagonista. Podría ser Finisterre en Galicia o un pueblo en lo más alto del Pirineo. Pero cuando descubrimos que en El Hierro había un juzgado, supimos que era el lugar perfecto, aunque entonces no teníamos idea de cuánto nos iba a ofrecer la isla finalmente.

¿Cómo lograron financiar la serie?

J. C.: Ha sido un camino largo y por momentos complicado. A principios de 2015 presentamos el proyecto en el festival de cine de Berlín, que ese año había inaugurado una sección para apoyar series de televisión. Nos seleccionaron junto a otros cuatro proyectos y ganamos. Pensábamos que rodaríamos como muy tarde a primeros de 2016. Entonces Hierro era una serie para La Sexta, pero hubo cambios en la política de la cadena respecto a las series y la descartaron. A finales de 2016 se sumó Movistar. Rodamos en El Hierro durante 15 semanas, desde principios de mayo hasta mitad de agosto de 2018. Son un total de 400 minutos de ficción. El equivalente a una película de 6,6 horas.

P. C.: Yo estuve poco en rodaje, mi trabajo sobre todo fue antes y después, viendo el material que se iba grabando. Pero recuerdo una semana estupenda en la isla con los socios franceses de la productora Atlantique y la cadena Arte, muy importantes porque mantuvieron la apuesta por la serie desde el premio en Berlín.

¿Conocían la isla antes?

J. C.: No, la conocíamos de oídas, unos años antes había sucedido lo del volcán de La Restinga, nos sonaba muy bien.

P. C.: El primer diseño fue desde la ignorancia total. El primer viaje mío y de Jorge fue de dos días después del festival de Berlín.

¿Cómo fue la primera impresión?

P. C.: Potentísima. Nos dimos cuenta que había un montón de cambios que hacer al guión. Después, Jorge y Araceli Gonda, su mujer -que es una de las guionistas principales de la serie-, se trasladaron allí un mes.

J. C.: Araceli y yo pasamos el mes en El Tamaduste, uno de los meses más gozosos de mi vida. Todas las mañanas teníamos reuniones por Skype con Pepe y otros guionistas y por la tarde nos dedicábamos a recorrer la isla, a hablar con gente, hacer contactos. Entre ellos, con quien era el juez de El Hierro y el jefe de la policía judicial.

¿Quién les ayudó a adaptar los diálogos al canario?

P. C.: La cineasta Dácil Pérez de Guzmán, que vive allí. ¡Me costó tiempo acostumbrarme al ustedes, por el vosotros! Algo que me hacía mucha gracia era que en Canarias no se usan los tiempos gramaticales perfectos, como suele hacerse cuando se escribe un guión en castellano. Curiosamente, en Galicia tampoco los usamos cuando escribimos en gallego. Nos importaba mucho intentar que la ficción se pegase lo máximo posible a la realidad. Hay muchísima ficción que intenta estar en lo neutro, en cualquier sitio. Pero lo cierto es que nada está en cualquier sitio.

¿Hubo alguna expresión canaria que les llamara especialmente la atención?

P. C.: Me encantaba el ¿qué pasó? como saludo. En ese tiempo empezamos a llenar la historia con lo que la isla nos iba ofreciendo, no solo los diálogos. Un caso muy llamativo fue el de la Bajada de la Virgen Nuestra Señora de Los Reyes, no conozco nada semejante. Nos parecía que debíamos de incluirla, aunque solo para que el fenómeno se reflejara pálidamente. Para nosotros, todo eran regalos que la isla le hacía a la historia.

¿Qué es lo que más les preocupaba de la construcción del guión?

P. C.: El gran objetivo era tener un equilibrio entre una trama que tenga la tensión propia del género y poder hablar de personajes que tienen volumen, que existen. Las historias de crímenes tienen la gran ventaja de que te permiten hablar de temas que importan desde el entretenimiento. En ese sentido, a mí me gustan mucho los malos con buenas razones. Seguro que existe el mal en estado puro, pero hay otro mal que está lleno de bien, de razones, circunstancias. Eso apetece mucho contarlo.

¿Como se logró el casting, el principal y el canario?

J. C.: A los protagonistas, Candela Peña y Darío Grandinetti, llegamos por caminos totalmente diferentes. El nombre de Candela surgió desde el primer momento, la llamamos y le interesó. No hubo complicaciones.

¿Su nombre era Candela en el guión original?

J. C.: Sí, de hecho le dije si prefería cambiarle el nombre. "Si se produce esa casualidad, es una señal, no sé de qué, pero es una señal, vayamos adelante", decía. El nombre es un guiño a una amiga nuestra, que por cierto tiene un carácter completamente diferente al del personaje.

¿Cómo fue trabajar con ella?

J. C.: Muy fácil. Su personaje tiene un complejidad enorme. Por un lado, tiene una fachada extremadamente dura, borde, una tipa autoritaria que escucha muy poco, pero al mismo tiempo es sensible, con una cara privada muy diferente. Puede ser muy dulce y muy dura. Pues bien, que ante el espectador eso parezca que nace del personaje es muy complicado. Y Candela Peña lo habita muy bien, ella tiene una capacidad única para trabajar desde el aquí y el ahora, con lo que le está pasando en cada momento. Fue muy agradecido ver como estaba dispuesta a jugar, a arriesgar, experimentar, nunca a hacer lo correcto.

¿Y Darío Grandinetti?

J. C.: Díaz, su personaje, pivota, por un lado, sobre el peligro, la oscuridad -puedes llegar a creer que sea violento-, pero al mismo tiempo es un seductor, con un cierto sentido del humor, una inteligencia muy cínica. Probamos a muchos buenos actores, pero, cuando Darío hizo la prueba, Díaz era él. Es un actorazo maravilloso con una carrera espectacular. Para el resto del reparto, nuestra directora de casting, María Rodrigo, fue a Canarias con Denis Gómez, un actor gallego, a hacer un montón de pruebas a actores para mí desconocidos. También probaron a muchos actores y actrices canarios que viven en Madrid. Fuimos encontrando a algunos maravillosos.

¿Por ejemplo?

J. C.: Recuerdo la enorme alegría de encontrar en Madrid a Kimberley Tell, su personaje de Pilar era especialmente delicado, con unos requisitos emocionales muy altos. Ella lo gestiona con un talento espectacular. El grupo de actores locales que forman la pandilla de chicos y chicas intentamos que hiciesen piña, que tuvieran ensayos para ir desarrollando las relaciones entre ellos. Y funcionó muy bien. Por otro lado, Mónica López (la guardia civil Reyes) es una actriz maravillosa, un caso espectacular de alguien con mucho oficio, muchísimo talento y una enorme humildad a la hora de trabajar, es un regalo trabajar con ella.

¿Y Antonia San Juan?

J. C.: Su personaje, Samir, inicialmente era un hombre de más edad, pero nos abrimos a encontrar algo que no estuviera sometido a unas reglas. Cuando María Rodrigo la propuso, nos chocó en un primer momento, pero en seguida nos pareció una buena idea, a pesar que entrañaba riesgos. Luego la experiencia con ella fue maravillosa, porque es una persona encantadora y muy cariñosa. Hubo también un caso excepcional, el de Juan Carlos Vellido (que no es canario, sino barcelonés afincado en Madrid). Es el único de todo el reparto con el que había trabajado antes. Interpreta a Morata, el guardia civil que dirige la investigación. En este caso, importaba alejarlo del cliché de héroe duro, que transmitiese humanidad, como son estas personas en la vida real.

P. C.: Aspirábamos a que los personajes secundarios tuvieran el mismo relieve de un protagonista. En Hierro hay una docena de personajes que podrían ser los protagonistas de la historia si nos pusiéramos con ellos. Elvira (interpretada por Yaiza Guimaré) y Pilar (Kimberley Tell) son dos personajes que las actrices los convierten en maravillosos. Lo mismo podría decir de Reyes (Mónica López), Morata (Juan Carlos Vellido), Bernardo (Luifer Rodríguez) o Yeray (Isaac B. Dos Santos). No sabría decir uno. La serie funciona porque ningún personaje secundario es un complemento, todos sienten, viven, padecen, y están, en un determinado momento, en un primer término de la historia.

¿Qué destacarían del equipo técnico?

P. C.: A mí me gustaba mucho la mezcla de gallegos, canarios, catalanes trabajando por lo mismo. Eso se transmite en la serie. Una de las grandes virtudes de Jorge es saber generar una atmósfera de trabajo muy positiva.

J. C.: Había mucha mezcla, gente de mi confianza (por ejemplo, la maquilladora Raquel Fildalgo), y a quienes no conocía antes, como el director de fotografía José Luis Bernal, un sevillano que vive en Barcelona y trabaja por todo el mundo haciendo publicidad, fue un descubrimiento total.

En todos los equipos había gente de Canarias. En producción, nuestro socio canario, Chedey Reyes, es un magnífico profesional. Fue una experiencia muy fuera de lo común, estar varios meses en una isla pequeña en que te estás viendo constantemente, incluso los fines de semana. En la fiesta de fin de rodaje, que celebramos en el Mirador de La Peña, dije que creía que es el mejor rodaje de mi vida. Entonces me faltaba perspectiva. Ahora, pasado un año, lo aseguro, sin duda.

Ese ambiente especial se certifica en el videoclip que circula por redes sociales con el equipo de rodaje parodiando la canción de Jennifer López El anillo.

J. C.: Tiene mucha gracia y refleja muy bien lo que fue el rodaje. Lo hizo el actor Isaac B. Dos Santos.

P. C.: Esa pandilla de actores es tan potente? Aunque Hierro es un drama, entiendo que muchos deben de ser muy buenos en registros de comedia.

¿Qué dificultades tiene filmar una serie?

J. C.: Hay enormes diferencias respecto a un largometraje, empezando por la duración. En este caso, además, cuando empezamos todavía no estaban todos los guiones cerrados, con lo cual no podíamos tener todo planificado. Filmaba entre semana y los fines de semana adelantaba la planificación de las siguientes. Respecto a la forma de rodar, cada vez más me gusta ser muy libre. Tener muy preparado el contenido, pero con margen de maniobra en el propio momento de filmar, sobre todo en exteriores, porque colocar la cámara en un sitio o en otro puede generar emociones diferentes dependiendo de cómo esté la luz.

Me pasó, y coincido con bastante gente, que no fui capaz de anticipar cómo iba a resolverse el caso.

J. C.: (risas) Es como jugar al escondite con el espectador, tienes que estar enseñándole partes para esconder otras. Siempre pensará que si no le muestras algo es por una razón. O lo contrario, que le estás haciendo sospechar de una manera muy evidente de un personaje para despistar. Es un equilibrio extremadamente delicado.

¿Cuál es su momento favorito de la serie?

J. C.: Hay una escena a la que le tengo mucho cariño, cuando en el tercer capítulo el personaje de Pilar tontea con la idea de tirarse por un barranco. Está llena de matices y contradicciones puramente humanas, y están muy bien los dos actores que la interpretan, Kimberley Tell y Saulo Trujillo.

P. C.: El momento en que Candela se derrumba y Díaz la encuentra. Cuando ella, inconsolable, dice que no llora nunca.

¿Hay posibilidades de realizar una segunda temporada de Hierro?

J. C.: Siempre se planteó que podía ser de una temporada, que no necesitásemos dejar un enganche final para poder abrir la puerta a otra cosa. Puede ser una historia que acaba o tener continuidad. La única posibilidad que no hay, desde mi punto de vista, es que sea una serie de muchas temporadas. Hierro ahora mismo tiene sentido por si misma, eso para mí es importante.

P. C.: Es una decisión que tienen que tomar otros. Como espectador agradezco mucho que una serie se cierre. Me gusta que sea así. De haber una segunda temporada habrá que plantearla, no desde cero, porque tendrías ya los personajes, pero sí de forma muy abierta a lo nuevo que se quisiera hacer.

Canarias en el resto del mundo

Les comento que en Canarias la acogida de la serie está siendo muy positiva. "Eso nos hace muchísima ilusión, es un halago muy grande", responde Pepe Coira, "de Movistar+ lo que nos dicen es que está yendo muy bien, de público y crítica". Consultada la plataforma audiovisual Movistar+, su responsable de comunicación responde que "no hace públicos datos de audiencia, al igual que el resto de las plataformas de pago". En relación a la disponibilidad de la serie, la misma fuente indica que Hierro, como serie original Movistar+, "está disponible para todos los clientes de la plataforma que ya superan 4,1 millones de hogares en España para clientes que tienen paquete Fusión de Telefónica. A estos se suman los nuevos clientes de nuestro nuevo producto, la aplicación Movistar+ Lite. La serie no se verá en España en ningún otra plataforma y forma parte del catálogo permanente de nuestra oferta de películas bajo demanda (VOD). En Latinoamérica, Hierro puede verse a través de los canales Movistar en 12 países (Chile, Colombia, Perú, Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Uruguay) y en Francia llega de la mano de los coproductores ARTE France a través de sus redes. En el resto del mundo llega a través de la distribución internacional del Grupo Banijay".

"El Hierro es pequeña y muy grande a la vez"

¿Cómo describirían El Hierro?

P. C.: Imaginaba una isla muy mirando al mar, con esa cosa que tiene el mar en Galicia, con su tradición pesquera y mercante muy importantes. En cambio, el ambiente me recordaba más a zonas de montaña que de costa, eso para mí fue sorprendentísimo. También me asombró encontrarme en Frontera con un local de moda canaria lleno de gente, o ver que deportes que en muchos sitios han quedado recluidos a lo folclórico, allí siguen siendo populares, como la lucha canaria. Eso me encantó.

Tanto ustedes como Fosco se criaron en una cultura rural.

P. C.: Así es, y la reconocimos en El Hierro, nos atrapó rápidamente. También daba unas posibilidades narrativas que en otros lados son implanteables, por ejemplo, eso de conocerse todos. Después está esa cosa obvia que es lo potente que es visualmente. Recuerdo la vez que salimos Jorge y yo del túnel de Frontera por primera vez, en la primera visita, y nos encontramos con ese paisaje del Golfo. "¡Vaya escenario, vaya decorado!", nos dijimos. Así arranca la serie.

J. C.: De todos los adjetivos que se le pueden poner, el de especial es el más adecuado. Para mí, lo más llamativo son los contrastes monumentales que tiene en tan poco espacio, porque El Hierro es, al mismo tiempo, pequeña y muy grande. Por un lado, tiene una cara muy dura, seca, árida, agresiva y, por otro, zonas extremadamente plácidas, fructíferas, generosas. Es un lugar único y muy mágico.

¿El peso de sus paisajes afectó a la manera de abordar la dirección?

J. C.: Sabía que no tenía sentido aplicar una mirada turística a la isla. De hecho, la idea era intentar usar ese entorno natural de una forma puramente dramática, que la mirada global sobre la isla fuera realista, pero usar también los espacios con fines dramáticos y emocionales. Incluso hay una cierta evolución de cómo se muestra la isla al principio, con una mirada más limpia, para luego ir dándole un valor más puramente subjetivo, más metafórico incluso. Según nos vamos adentrando en el mundo de la violencia empiezan a trabajarse más -y tomar más peso- las imágenes de las sabinas, esos árboles retorcidos por la acción de viento. La escena final del personaje de Samir (Antonia San Juan) tenía todo el sentido que se desarrollara en el bosque de laurisilva, por ejemplo, por el carácter lúgubre que también tiene ese entorno.

"Una televisión popular"

Pepe Coira es un profundo conocedor del desarrollo del audiovisual gallego, un espejo en el que Canarias, mucho más atrasada en lo que a producción local se refiere, podría reflejarse para mejorar. Le pregunto por el estado de la cuestión hoy. "Es fruto de muchos años de trabajo, meter mucho la pata y conseguir un enganche muy potente con el público", reflexiona. "En Galicia se empezó a hacer ficción televisiva a finales de los 90, ¡quince años después del nacimiento de la televisión autonómica! y fue un fenómeno impresionante. En carnavales los niños pequeños se disfrazaban de personajes de las series gallegas. Era una ficción popular que respondía a la necesidad de que se cuenten tus propias historias, no ser solo público de historias ajenas". El mayor de los Coira recuerda que "se trabajaba con presupuestos muy pequeños, pero con un volumen de producción alto y una gran libertad para poder plantear cosas. De ahí salieron un montón de profesionales y eso explica que gente decisiva en la evolución de la ficción televisiva en España provenga de Galicia. Ahora es un momento en que empieza a notarse que desde aquí -o desde Canarias- se puede trabajar para cualquier sitio", concluye al otro lado del teléfono antes de despedirse.