Como director artístico de Cuadernos Escénicos, la cita que desde hace siete años convierte Garachico en capital isleña de la danza, Roberto Torres, coreógrafo y bailarín, reflexiona sobre los pasos que aún deben darse para consolidar esta propuesta escénica, que se ha inscrito en el ADN de los habitantes del municipio.

Después de ocho años, ¿qué cree que le falta todavía a Cuadernos Escénicos?

Creo que una estabilidad presupuestaria. No facilita el trabajo y no puedes programar sin una asignación anual fija. Eso te permite trabajar con más tiempo, planificar y, en consecuencia, abaratar. Cada año es como empezar de cero y creo que falta la certeza de ser valorado. Muchas veces quiero creer que es importante, y al igual no lo es, para poder pensar en futuro. Es frágil y por necesita apoyo, con reconocimiento y aliados.

¿Y cómo afronta esta octava edición?

Con experiencia, con algo consolidado que, al cabo de los años, te has dado cuenta que funciona. Este no es un año para crecer, pero de alguna forma sí se puede intuir que lo hace con las extensiones en Guía de Isora y Buenavista. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para la danza en la comarca Daute-Isora. El hecho de que también Cuadernos en ruta se realice en El Tanque es una oportunidad para acercar la danza a los municipios vecinos a Garachico. Hay que darse cuenta de que Cuadernos Escénicos les suena a algo, que tiene un valor y eso es una oportunidad. Ahora hay que averiguar qué es lo que hace fuerte al festival.

Dentro de la programación de esta edición, ¿qué destacaría?

El hecho de estar en la red nacional A cielo abierto hace que nos beneficiemos de nueve compañías que han pasado ya un filtro de otras 120. Eso es una garantía de calidad. También se ha establecido un intercambio en la formación con bailarines del festival que están en la red. Además, hemos establecido invitar a un país y este año tendremos aquí a bailarines de Costa Rica. No podemos permitirnos una programación internacional amplia, pero la fórmula del país invitado nos permite contar con danza de otros lugares.

¿Qué representa un programa como Cuadernos en ruta?

Este año nos desplazaremos hasta El Tanque. Garachico es un municipio pequeño y ahora podremos mostrar lo que son sus vecinos. Creo que hay una relación histórica en la comarca y hay que aprovecharla. Además, ha sucedido algo y es que nos hemos extendido territorialmente. Esto es porque Cuadernos Escénicos tiene un público importante que nos ha obligado a buscar espacios más grandes. Siempre se corre el peligro de perder la cercanía porque esto no solo es para el gran público, sino que representa algo más íntimo.

¿Cómo se implica el municipio con la danza?

Hay que destacar que se han afianzado los trabajos de los colectivos del municipio. Se ha normalizado que la danza esté presente en los cuerpos de Garachico. También me parece destacable la exposición fotográfica con la que abrimos el festival: con la memoria pasada llenas el vacío de la edición que empieza. Del mismo modo que empezamos con los niños y niñas de Garachico: una nueva generación toma la iniciativa.

A nivel internacional, se cuenta con la presencia de Andrea Catania y Los INnato, desde Costa Rica. ¿Cómo se establece el contacto con estas compañías?

Una de las compañías con la que giro lo hace internacionalmente. Veo y pienso: esto sería maravilloso para Cuadernos. Aunque también es una cuestión de empatía y vínculos que se crean al hablar del proyecto con el resto. Tenemos una fuerte relación con África por la cercanía con Canarias. También tenemos mucho que dar y recibir de esa tierra. De igual manera, con América establecemos muchos lazos emocionales y siempre tiendo a mirar a estos dos continentes. Hoy en día pienso que conectan más con Garachico que una compañía alemana. Todo llegará a tener acceso pero, por ahora, se ha dado el vínculo emocional con América y de cercanía territorial con África. No obstante, el próximo mes de noviembre iré a un encuentro en Bolonia (Italia) representando a Garachico dentro de la red A cielo abierto. Nos reuniremos con la red italiana y la nórdica para crear un proyecto europeo y generar intercambios entre estas redes, con la idea de conseguir así fondos europeos. Es una iniciativa a dos o cuatro años que, sin duda, abrirá puertas artísticas, económicas y de intercambio.

Cuadernos Escénicos es quizás el evento del calendario cultural de Garachico en el que participan más artistas locales. ¿Qué significado le da a esto?

Creo que se está haciendo un trabajo importante, sobre todo con la infancia. Si pienso en Garachico, me viene a la cabeza el valor de la tradición. Garachico celebra muchas tradiciones, es un lugar pequeño y eso hace que resulte más fácil unir a la gente. No hay dispersión. Al mismo tiempo existe el gran peligro de que la tradición sea toda la cultura y no se dé la necesaria innovación. Pero la tradición aquí se mezcla con la contemporaneidad y se crean cosas nuevas. La cultura está viva, en movimiento constante.

¿Y cuál es el nivel de participación de la gente?

Cuadernos Escénicos es más participativo y es que en los eventos que celebramos no se obliga a nadie, sino que la tendencia es participar. Cada cual valora esa participación y por eso ellos están.