La cantante cubana Ivette Cepeda estará hoy, a partir de las 20:30 horas, en el teatro Leal de La Laguna, junto a Olga Cerpa y Mestisay, en el homenaje que desde Canarias tributarán a La Habana en el quinientos aniversario de su fundación. Ambas grabaron una canción de Ernesto Lecuona en el último trabajo discográfico de la grancanaria, Vereda tropical, producción que recibió hace pocos días el Premio Internacional de Cubadisco.

En su primera vez que visita las Islas se declara feliz tras recibir la invitación que le permitirá reunirse con familia y amigos que desde hace casi veinte años viven en el Archipiélago, además de poder compartir escenario con una intérprete a la que admira. Emocionada y sincera, con un lenguaje muy expresivo, esta antigua maestra responde con cariño a las preguntas de El Día con resonancias de la isla caribeña.

¿Qué significa para usted venir a Canarias?

Un día recibí la invitación de cantar junto a una española con unas referencias muy hermosas. Desde que la vi supe que nos íbamos a ver muchas veces en nuestras vidas. Grabamos, nos abrazamos y surgió la idea de que cantásemos juntas en algún momento, y cuando esto se confirmó di brincos y gritos con una alegría que solo Dios sabe lo guardada que estaba en mi alma. ¡Claro que puedo! ¡A Canarias! ¡Ya me voy! Esas pequeñas islitas palpitantes en mi alma.... Es ahí donde hace 18 años están mi familia y muchos amigos. Años atrás, secretamente hablando con Dios, le pedí con gran humildad que me llevara allí, y Él me dio más. No solo los podré ver, sino que voy a cantar y lo haré con Olga Cerpa, una nueva voz que cautivó mis oídos y a Cuba con su disco Vereda tropical, con el que consiguió el premio al mejor disco internacional de este año. Dios la escogió y qué falta le hacía a mi vida su voz cálida, sus ojos sinceros y su entrega a la música con tanto amor y desvelo por esas mismas islas que amo yo, y con una experiencia de vida muy parecida a la mía.

¿Qué temas va a ofrecer en La Laguna?

De la nueva trova, la postrova, la novísima y la tradicional (ríe). Todo tipo de trova cubana. Temas que canto con el grupo acá. Y no faltan canciones de amor a La Habana, que ya nos cumple los primeros 500. Hay momentos para cantar y para bailar, sones, chachachá, guaguanco. Espero que les guste.

¿Olga Cerpa y Mestisay son como Ivette y Reflexión?

Ciertamente tenemos rumbos muy similares. Nos metemos alma adentro. Pero yo me muevo muy poco como solista, ya que en mi grupo Reflexión está mi plenitud. Son diez años juntos y en gran armonía.

¿Qué le aporta la gente desde el escenario?

Vida, inquietud, necesidad, búsqueda, pasión, fidelidad, confrontación.

¿Qué le gusta transmitir?

La mejor música que encuentro, que hay caminos después de habernos levantado con valor ante la vida y podemos resembrar amor, gratitud, optimismo, fe, sanación, alegría, buen humor, ternura, paz, y que la gente baile y goce.

¿Qué diferencia el son, la trova y la canción?

El son es un ritmo auténtico de Cuba; la trova es un lenguaje, es la poesía de la ciudad o la montaña; la canción es el eterno vehículo para contar uniendo música y voz. La trova en Cuba se considera canción de autor, con ideas, meditaciones, reflexiones del amor. La sociedad, la política y la vida no suelen ser exactamente comerciales, excepto para los trovadictos, que la consumen a pulso, pero verdaderamente no siguen los parámetros del mercado, ni en duración ni en factura. Responde más en lo ético y estético a la vanguardia del pensamiento. Una mixtura de lo urbano y lo intelectual.

¿Cómo fue el momento de dejar las aulas y pasar a la música?

Traumático y definitivo. Estaba agotada, no me sentía fresca para continuar y decidí descansar por un tiempo o retomar la enseñanza primaria, pero no pudo ser porque me pedían que tomara la plaza de dirección o subdirección de escuelas. Lo mío era el aula, con los alumnos en directo.

Como solista debutó en el Gato Tuerto en 2008, ¿qué sintió?

Una sensación de crecimiento inmerecido, por lo que fui buscando desafiarme en cada canción y cada día.

Estuvo cantando en un crucero.

Sí, fue una experiencia excelente seis meses a bordo del Blue Moon, con miles de pasajeros españoles. ¡Qué gozada! Y descubrí a Joaquín Sabina, con sus 19 días y 500 noches... y yo queriendo igualar la meta en el mar. Me encantó cantar, cantar y cantar en medio del océano, sin preocuparme por el regreso a casa, solo soñando cómo superar el día anterior... y cada semana comenzar el encuentro con una habanera. ¡Qué delicia!

¿Qué se trajo de París?

Mil abrazos de cubanos parisinos y el recuerdo de una noche inolvidable con seis bises y un público de pie durante diez minutos aplaudiendo las lindas canciones cubanas del Bola y muchos otros grandes. Qué felicidad volver y decir: ¡Qué linda es mi tierra!

Hicieron un documental, 'Una cubana en París', ¿cómo se ve como espectadora?

Me morí viéndome en ese documental. Una simple cubana, maestra, fabricante de tamales y canciones, cantando con Edith Piaf, paseando en un limousine, pensando en cómo responder para que creyeran que no soy una diva, sino una guajira. Ser mi espectadora siempre me provoca múltiples emociones y sea cual sea el resultado termino dudando de que soy yo esa misma que está ahí.

Dicen que le gusta la cocina y dedicarse a su hijo.

Eso es. En casa tengo grandes tareas: mi esposo, mi hijo y la cocina, porque todo el que entra por la puerta dice: "¡Qué hambre!". Y el desfile de gente es tremendo. Y lo de mi hijo es: "Mami, dame", desde que llega del ballet (ríe). Así que mejor me pongo a cocinar. En verdad, nunca me han pedido una canción en mi casa. Aquí lo mío es "la cocina". Me dicen Nitza Villapol. Los cubanos saben quién es.

¿Cómo se define como cantante?

En verdad nunca he sabido responder esto... He echado mano a todo lo que me pueda permitir dar un mensaje de aliento y amor a la gente. Fui maestra porque necesitaba esa preparación y soy cantante porque ese es mi don, pero tenía mucho que crecer primero. Me di muchos golpes en esta vida. Hoy tengo fe enorme en las palabras de Jesús de Nazaret. Las llevo en mi corazón. Él me levanta. Vivo en eterno agradecimiento y amor. Y canto, canto, canto con el deseo de expresar las alegrías y experiencias de mi vivir.