Las burras de Güímar ‘se lían la sábana a la cabeza’ para recuperar otra tradición

Hace veintidós años que el actual concejal de Cultura, Javier Eloy Campos, recuperó el particular aquelarre de las burras; esta edición rescata otra costumbre del olvido

Un año más, las Burras de Güímar volvieron a engañar a los campesinos con sus artimañas y trucos realizando su particular aquelarre donde se convierten en brujas, invocando a las fuerzas del mal, adueñándose de todo el espacio delante de la Iglesia de San Pedro. Los campesinos al ver que las brujas cada vez adquieren más poder ruegan a la Santa Inquisición que los ayude, ante estas plegarias y los rezos el Arcángel y un ejército de ángeles luchan contra los demonios para restablecer el orden. Las brujas son apresadas y atadas a la sardina pero logran escaparse hasta el próximo año.

El espectáculo de Las Burras se supera cada año, con más voluntarios que forman parte del colectivo desinteresadamente. Realizan durante meses talleres y van dando forma a toda la logística que lleva este evento, siempre bajo la atenta mirada de sus directores Luis y Montse, y la colaboración del Ayuntamiento de Güímar.

Un grupo de voluntarios divididos en burras, campesinos, demonios, Inquisición, ángeles, donde hay cabida tanto a adultos como a niños, formando entre todos ellos un vínculo de unión que trabajan ilusionados para que este día sea espectacular.

El concejal de Cultural y a su vez promotor en 1992 de la recuperación del entierro de las Burras, Javier Eloy Campos, explicó a EL DÍA: «Parece mentira que hayan pasado ya 32 años desde que empezamos a pergeñar esta especie de auto sacramental que eran por aquel entonces las burras y que se sigue haciendo, quizá un poco diferente por otra gente, pero con muchísimo entusiasmo. No sé qué es lo que tiene».

Y señala cómo antes de que aparecieran las burras, «en Güímar el referente de disfraz, no sé si en otras partes sucedía igual, era la sabana. Tú entrabas a la habitación, cogías una sábana, te la ponías encima y salías a la calle. Había como toda una calle llena de personas vestidas con sábanas que parecían fantasmas».

Aquella estampa desapareció y con ella todo el carnaval de Güímar, a medida que subía el Carnaval de Santa Cruz con Celia Cruz y los vídeos cara a cara. «Y fue apareciendo el carnaval de los pueblos limítrofes y con ellos la Sabanita en el 92, que se nos ocurrió a un grupo de amigos, en base a unas tradiciones muy antiguas relacionados con la brujería, aquí en el Valle de Güímar y en los sures de Tenerife».

Lo de Las Burras surge con la idea de organizar «una especie de teatro esperpéntico en el cual, apoyados en vecinos desde San Pedro arriba y en un montón de gente, representábamos esa lucha entre el bien y el mal, en el cual las burras brujas tienen todo el protagonismo».

Este año la novedad es que se recuperan los fantasmas, las sábanas de Güímar, la Sabanita, «los que hicimos las burras en el 92 tenemos, por lo menos yo, el sentimiento de culpabilidad de que con la sardina acabamos con la sábana. La sardina significó el final de la sábana porque la dinámica era distinta». Las sábanas acompañaban a la sardina cantando la letra de muchos carnavales populares , la que dice: La sardina se murió y la llevan a enterrar, 25 Palanquín, un cura y un sacristán. Y recuerda que eso mismo cantaban las sábanas por toda la calle, hasta la quema de la sardina, que era muy activa, y con el espectáculo de las burras la gente se convirtió en público.

En esta edición se ha podido recuperar el acto de las sábanas. Desde las 17:00 de la tarde de ayer, viernes, un equipo de entusiastas personas ha estado elaborándolas, pintándolas, dibujándolas, en compañía de los niños y niñas de Güímar que se acercaron a la plaza de San Pedro arriba. Allí el personal los atendió, ofreciéndoles una merienda y hasta un dj para amenizar la tarde. «Y después, como era costumbre, son las sábanas las que acompañan a la Sardina. Vamos a ver si conseguimos un buen grupo de chicos y chicas que quieran acompañarla», dice Javier Eloy.