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Cantina ilegal

Juventud divino tesoro

Juventud divino tesoro

La que me dieron anoche en mi cantina es la definición perfecta de lo que en hostelería llaman, una buena paliza. Fue acabar el concurso de murgas infantiles y se puso mi negocio de bote en bote, repleto de murgueros, padres y aficionados, poniéndose tibios a garbanzas de las de mi madre. Y yo encantado.

En la esquina se apalancó Fernando LLombet, amigo y murguero con el que coincidí en Triqui Traques y que hoy dirige un colegio de Santa Cruz. Con él comenté la alegría que me llevé el viernes pasado, en la presentación del disfraz de la FUFA en el Casino de Santa Cruz y en la que actuaron Los Rumberos y la Masa Coral Tinerfeña. Y lo fue porque pudimos disfrutar con varios jóvenes, seguro de muy corta edad, que hacían brillar la batucada de la comparsa con una exhibición espectacular de cómo pelearse con una caja y unos timbales. Y luego con la Masa Coral, una de las rondallas más veteranas del carnaval, que ha logrado incorporar este año a un grupo de jóvenes que, tal y como explicó su director, han conseguido bajar la media de edad del grupo a tan solo 39 años, en una modalidad, a la que siempre se le ha atribuido una errónea relación con la tercera juventud. ¡En sus cuerdas, cuentan con un componente de tan solo 14 años!, una enorme satisfacción para quienes pensamos que no solo de murgas vive nuestro carnaval.

Para Fernando, acostumbrado a trabajar con niños y jóvenes, de infantil a bachillerato, en un mundo donde predominan las nuevas tecnologías, seguro que fue una alegría, como lo fue para mí, verlos contribuir a que nuestra fiesta perdure.

Por eso, antes de abandonar mi negocio, ambos repetimos, casi al unísono, aquello de: Juventud divino tesoro.

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