En la representante de Ferretería Las Pirámides y Ferretería Castro Delgado, de 20 años de edad, se cumple el dicho de que ‘de casta le viene al galgo’, pues es la sobrina de Tin Quintero. «Desde que me presenté a la gala infantil en 2010, viví un sueño; desde entonces dije que quería participar en la elección de la reina adulta y, si me dejan, en la de los mayores», cuenta esta integradora social, que mañana recibe su título profesional.

¿Su tío y diseñador, Tin Quintero, es referente en el Carnaval?

Sí. A mi tío lo admiro y su trabajo, también. Me encanta el Carnaval y estoy feliz de vivir esta experiencia, pero también me encantaría que el esfuerzo que está haciendo mi tío desde hace tantos años se viera recompensado; a lo tonto ya lleva una buena época. Mi tío es hermano de mi padre; en total son cinco hermanos.

¿Cuándo le propuso presentarse a reina?

No hacía falta que me lo propusiera. Estábamos esperando el momento perfecto, cuando fuera mayor de edad. Lo que pasa es que luego vino el covid. Pero ya sabíamos que íbamos a cumplir el sueño y estábamos esperando el momento. No hizo falta ni hablarlo; ya estaba colocada encima de los tacones (se ríe). Son muchas las chicas que me lo dicen. Si encima la compartes con tu tío y tu familia en general... Se ha creado una magia bonita.

¿Qué te parece que se celebre el Carnaval en junio?

Después de tanto tiempo que hemos estado encerrados por el covid –casi dos años y medio– y que mucha gente se ha quedado un poquito tristona después de todo esto, vivir el Carnaval, sea en febrero o en junio, es maravilloso.

Desde la experiencia de haber trabajado en el taller donde se fabrican los trajes de reinas, ¿cómo define el Carnaval?

El Carnaval es magia e ilusión. Es único. Lo que nosotros vivimos aquí no lo van a vivir en otro sitio. Tienes que estar en el Carnaval y vivirlo, porque no hay una explicación. ¿Vas a decir que es una fiesta? No es una fiesta; es un sentimiento nuestro.

¿Ha participado en comparsas, murgas...?

No, pero actué en la obertura de la gala adulta de los años 60, que se celebró en 2012. Salí leyendo un libro y contando la historia de mi familia; fue después de haberme presentado en la gala infantil. Tuve el privilegio de abrir el espectáculo.

¿Qué es más importante: el traje o la candidata?

Es un pack. Tu fantasía puede ser preciosa, pero si tú no le das vida... al final, es arte, pero ahí se queda. Nosotros somos las que le vamos a dar vida al traje y si no lo sabes, o no podemos defenderlo, pierde muchísimo. Igual ocurre si la candidata es maravillosa, que necesita un buen traje detrás.

¿Considera que los trajes de reinas son carrozas?

No, no, no... El traje es arte. Yo lo miro y veo mi traje y me emociono; es cierto que el traje necesita a la chica que le de vida, pero no es una carroza. Ni de broma.

¿Una gala para televisión o para el público en directo?

En los tres minutos que nosotras estamos en el escenario la gente no tiene tiempo de apreciar todo lo que es el traje. Entonces, tiene que ser más impactante y potente en el recinto ferial que en casa, porque desde casa esos tres minutos se te pasan volando, pero es bonito en todas partes.

Profesionalmente, ¿a qué se dedica?

Acabo de terminar las prácticas de Integración Social. Ya el 1 de junio acabo. Ahora mi proyecto de futuro es trabajar en eso. Me gusta ayudar a la gente; por eso estudié Integración Social, es un trabajo de vocación.

¿Se hace o se nace carnavalera?

Yo nací carnavalera. No sabía caminar y ya lo que veía eran comparsas bailando. Habrá gente de fuera que no conoce el Carnaval, viene y se enamora. Es la magia que tiene.

¿Cómo definiría su traje?

Es algo... poderoso; la gente se va a enamorar de mi traje tanto como yo estoy de él, y no solo porque sea mi fantasía.