Un niño de 8 años, de San Isidro -en el Sur de Tenerife-, conoce el Carnaval chicharrero cuando pasa por un almacén y ve las telas, escucha una murga cantar y acaba por entrar en un colectivo infantil que le permite romper su timidez. Esa es la tarjeta de presentación de EduCarnaval, un proyecto que componentes de Diablos Locos han preparado para mostrar que la fiesta de la máscara es cultura y no un mero botellón.

«Obras son amores y no buenas razones». Bajo esa máxima y el convencimiento de que el Carnaval es mucho más que música alta y botellón, los componentes de la murga adulta Diablos Locos desaprovecharon el tiempo del confinamiento y decidieron salir en defensa de los colectivos infantiles, después de que algunas voces discordantes llegaran a desaconsejar o, al menos, mostrar sus reservas a la hora de permitir que un niño se sume a un grupo del Carnaval. «¿Por qué, si va a música o a fútbol, el pequeño no puede salir en una murga?», se preguntan con un claro objetivo: evitar la desaparición de estas formaciones, por las que muchos de los diablos pasaron de pequeños.

Nació así el proyecto EduCarnaval, que sentencia que «Carnaval es cultura». Han sido seis meses de trabajo para dar forma a lo que acaba siendo una unidad didáctica que, desde hoy mismo, se presentará en varios colegios de Tenerife para ir más allá sobre los atractivos sociales y personales que permite militar en un grupo.

«No queremos que en los colegios se queden con la simple imagen del día en el que hacen la fiesta del Carnaval y le pintan la cara a los chiquillos y le mandan la percha encima», dice Maxi Carvajal, presidente de Diablos Locos, en referencia al disfraz. «A los componentes de la murga se les ocurrió desarrollar un proyecto sobre los atractivos de militar en un grupo, no solo en murgas, que se presentará en varios colegios», explica Maxi, para poner en valor la entrega, durante medio año, de Ruymán Rodríguez, profesor y componente y el community manager que cualquier empresa desearía tener en su plantilla; Elías Alonso, Foche Hernández, Moi Rodríguez, Xerach Oliva Cheroky... «En los grupos han surgido amigos, han crecido nuestras familias y ha sido en germen de donde han salido grandes músicos, artistas, diseñadores...», precisa Elías Alonso de forma apasionada.

El proyecto atiende a cuatro pautas técnicas, a la medida de la unidad didáctica que ofertará Diablos Locos a los claustros de diferentes centros, de forma gratuita, con el único objetivo de inculcar la cultura del Carnaval y mostrar las entretelas de la fiesta.

El programa EduCarnaval está dirigido a los niños de tercero y cuarto curso de Primaria –aunque también admite adaptaciones para los pequeños de segundo– y se fundamenta en cuatro actuaciones: visitas al local de la murga, desarrollo de talleres presenciales en los colegios, entrevistas con personajes del Carnaval o el desarrollo de la unidad didáctica, que abarca actividades con objetivos y criterios para una quincena, tutoriales de elaboración de letras, maquillajes o elementos carnavaleros impartidos por expertos o el asesoramiento educativo en la aplicación de la unidad didáctica.

La propuesta plantea acercar la vida de los amantes de la fiesta al aula y llevar a los niños a la raíz del Carnaval, como si de un juego se tratara. Desde talleres presenciales de disfraces, letras, voces... hasta sortear anécdotas de la otra fiesta que se transmite de generación en generación y que constituye una seña de identidad del pueblo chicharrero.

«El Carnaval es una fiesta de tradición popular que se remonta a siglos atrás. Es un acontecimiento que tiene lugar una vez al año, por lo que desde la escuela no podemos obviar que el Carnaval existe y es una fiesta en la que participan pequeños y grandes. Desde la escuela se debe aprovechar el interés del niño por esta fiesta y trabajarla de forma globalizada», sostiene en la memoria de la unidad didáctica Ruymán Rodríguez.

Es ahí donde surge el personaje de Eduardo Carvajal, un niño tímido de 8 años que llegó del pueblo de San Isidro y conoció el Carnaval atraído por las telas que se exponían en los escaparates y por las voces que escuchaba cuando pasaba por los locales, que le llevaron a desear entrar en una murga infantil que le tornó en un pequeño sociable y emprendedor que hasta acabó como diseñador sorprendiendo con sus creaciones. Nació así EduCarnaval, una historia basada en un hecho real.