La tensión y la frustración entre algunos de los migrantes acogidos en el campamento de Las Raíces, en La Laguna, provocó en la mañana de ayer una nueva reyerta en la que un grupo de magrebíes y otro de subsaharianos se enfrentaron con todo lo que tenían a mano, desde palos y piedras hasta platos o botellas, entre otras cosas. La riña tumultuaria se inició en el exterior del centro, después hubo lanzamiento de objetos entre el interior y el exterior, para después continuar dentro del antiguo acuartelamiento militar. La gravedad del suceso requirió la intervención de integrantes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional una vez más, que actuó a requerimiento de los vigilantes de seguridad. Para frenar la batalla campal, dichos agentes antidisturbios llegaron a usar escopetas para el lanzamiento de pelotas de goma, a la vez que intervinieron con escudos, cascos, chalecos y otros elementos de protección. Hubo nueve detenidos y una cifra indeterminada de heridos. Algunos lesionados fueron trasladados por voluntarios a centros sanitarios, mientras que a otros los atendieron y evacuaron trabajadores de ambulancias del Servicio de Urgencias Canario.

Varios de los afectados sufrieron heridas sangrantes en varias partes del cuerpo; pero en la mayoría de los casos hubo contusiones y traumatismos en brazos, piernas, dorso o espalda. Un afectado tenía síntomas de haber sufrido la fractura de una costilla, según explicó una testigo.

Algunos magrebíes que salían del campamento mostraban numerosas fotos en las que eran visibles los golpes recibidos. Dichas personas aclaraban que esas lesiones no las causó la Policía Nacional, sino otros migrantes de origen subsahariano. Este tipo de hechos demuestra el serio problema que se registra entre ambos grupos étnicos, en función de sus diferentes culturas y falta de comunicación, ya que no todos hablan francés, árabe o wolof, por ejemplo.

En el altercado hubo heridas sangrantes, contusiones, varios traumatismos y rotura de cristales

Diferentes vídeos mostraron la violencia alcanzada durante el enfrentamiento, tanto antes como después de la llegada de los agentes. En las imágenes pudieron verse cómo los usuarios se lanzan piedras, cómo dicha práctica se mantuvo cuando los policías entraron en el campamento para reprimir el altercado o los abundantes restos de sangre existentes en la escalera de acceso a la Enfermería del campamento.

Cabe resaltar que el episodio violento de la mañana de ayer no ha sido el único que se produjo en las últimas horas. De hecho, durante la noche del lunes, la X Unidad de Intervención Policial (UIP) también tuvo que entrar en el espacio de acogida. Según varios migrantes consultados, en esa ocasión el enfrentamiento entre un menor marroquí y otro adolescente subsahariano motivó una reyerta en la que, de forma progresiva, se involucraron numerosos miembros de los citados grupos étnicos para defender a los suyos.

Y 40 minutos después de que abandonaran el recinto los últimos furgones policiales por la batalla campal de ayer, varias dotaciones de la UIP y patrullas de Seguridad Ciudadana entraron de nuevo en el centro, supuestamente para sofocar otro altercado, que ocurrió en la parte más alejada de la entrada.

La riña tumultuaria de la mañana de ayer ha sido una de las más violentas detectadas hasta ahora en Las Raíces, precisamente el mismo día en el que se cumplían los dos meses desde su apertura como campamento de acogida. De esa manera, cerca de 2.000 magrebíes y subsaharianos han pasado en estas ocho semanas de estar alojados en hoteles a pernoctar en carpas sin calefacción y en un recinto donde se cuestiona la cantidad y la calidad de la comida, falta suficiente agua caliente para ducharse o no hay actividades formativas y de entretenimiento con las que aprovechar el tiempo.

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Enfrentamiento en el Campamento de Las Raíces

El brutal enfrentamiento ocurrió cuando un grupo de marroquíes estaba reunido con personal de la ong que gestiona el recurso, Accem, para buscar posibles soluciones a los problemas reiterados en las dependencias. Desde el punto de vista de estos magrebíes, una de las claves para evitar conflictos pasa por separar a marroquíes y subsaharianos a la hora de comer, mediante la habilitación de lugares diferentes para cada colectivo o con el establecimiento de turnos horarios distintos. “Hay demasiada gente; casi 2.000 personas, con diferentes culturas”, aclara uno de los norteafricanos. Este grupo marroquí acusa a algunos naturales de países subsaharianos de no respetar las colas para comer, las reglas o a los policías nacionales cuando intervienen en el recinto. El citado encuentro entre magrebíes y personal de Accem se desarrolló como condición para suspender la huelga de hambre iniciada la pasada semana. El grave altercado obligó a interrumpir de forma brusca la reunión.

Durante la riña tumultuaria, algunos exaltados rompieron cristales del edificio en el que tenía lugar el citado encuentro. También hubo destrozos en vehículos de varios de los monitores que estaban aparcados cerca del edificio principal del campamento. En medio de la algarada, varios individuos llegaron a provocar un par de fuegos en las cercanías de las carpas en las que duermen sus compañeros, según confirmaron algunos de los migrantes que se hallaban en el centro en ese momento.

Uno de los voluntarios que presta asistencia sanitaria en el exterior del campamento indicó que a los migrantes se les ofrecen 25 citas en horario de mañana y otras tantas por la tarde para atender sus enfermedades o dolencias, para una población que se aproxima a las 2.000 personas. Y los fines de semana solo se realiza la prestación hasta mediodía. La gravedad de los hechos registrados ayer provocó que diferentes miembros de la Asamblea de Apoyo a los Migrantes o simpatizantes de los migrantes acudieran al exterior de las instalaciones.

Para la citada plataforma, “la situación que ha generado el estado español en los campamentos de concentración, a través de la retención, las condiciones inhumanas y la vulnerabilidad extrema, se ha hecho ya insostenible; lo que llevan sufriendo desde meses atrás las personas migrantes ha hecho estallar, desde dentro, este cóctel molotov, en el que se están vulnerando los Derechos Humanos y se juega con la vida y el futuro de miles de personas”. Altercados como el de ayer deslucen otras iniciativas de interacción entre vecinos y migrantes, como la que se desarrolló el pasado lunes con la limpieza de zonas próximas al campamento de Las Raíces.

La portavoz de Sí Podemos en el Cabildo de Tenerife, María José Belda, accedió al campamento, junto con concejalas de su partido en varios municipios. Su conclusión fue que ni vieron lo que querían ver ni el personal de Accem les dio la información que buscaban. “No nos contestaron a preguntas sobre su proyecto, el convenio existente, los protocolos de actuación, los menús o las ratios de profesionales”, dijo Belda. Accedieron al comedor para 600 personas, pero no vieron ni las carpas donde duermen, ni los baños, por ejemplo. Para la consejera, “hubo un cortafuego”, pero no diálogo. Les dijeron que hay 1.500 migrantes y que no se ha detectado ningún caso de covid-19. Según Belda, el trato que se ofrece a los migrantes y la falta de transparencia son ejemplos de “racismo institucional”.

Julio Pérez afirma que los migrantes no generan inseguridad

El consejero de Justicia del Gobierno canario, Julio Pérez, afirmó que en el Archipiélago “no hay ningún problema de seguridad” que haya que imputar a los migrantes que han llegado desde África y criticó que el PP trate de alentar una “especie de miedo” ante este fenómeno. Así lo señaló en una comparecencia solicitada por la diputada popular Ástrid Pérez, quien incidió en que las dos mayores crisis migratorias sufridas en Canarias han sido bajo el Gobierno socialista y quien criticó que, frente a esta “evidencia”, el Gobierno canario y los grupos que le apoyan solo digan que la culpa es “única y exclusiva” de Europa y de los conflictos del norte de África. Pérez calificó de “ineficaz” e “incompetente” la política migratoria del Gobierno de Pedro Sánchez. Dicha diputada acusó a Julio Pérez de ser un “misógino” y un “impertinente” tras haberla llamado “ignorante”. Ástrid dirigió estos calificativos al consejero a raíz de que éste criticara la “extraordinaria ignorancia”, la “simplificación” y los “grandes errores” cometidos por la diputada en su exposición. | E.P.