Rebeldía, desconfianza, incomprensión, incertidumbre, dudas, confusión, desinformación. Una parte de los 139 supuestos menores o jóvenes migrantes que han estado alojados en el hotel Concordia, en el Puerto de la Cruz, y que ayer tenían que ingresar en el campamento de Las Canteras, en La Laguna, se negó a subir a las guaguas. A pesar de los intentos del personal de Cruz Roja para convencerlos de que debían acceder a dicho recurso estatal para tener alimentación y alojamiento, unos 69 adolescentes prefirieron quedarse sin comer y sin camas, al menos en las primeras horas, antes que seguir la hoja de ruta marcada por la administración. En un primer vehículo apenas se fueron 10 varones y en la segunda, alrededor de 30. La tercera se marchó vacía, pero después regresó y recogió a otros 30. En la tarde de ayer, gracias a las gestiones de la Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife y a la buena predisposición de la Fiscalía, el Ministerio Público ordenó paralizar su ingreso en dicho recurso y entregó un listado con sus nombres a la Dirección General de Protección al Menor y la Familia del Gobierno canario, con el objetivo de que se les busque un centro de acogida. Otra opción pasa por el hecho de que, mientras se les encuentra un espacio adecuado, sigan en el referido hotel.

A partir de ahora, empieza un proceso para conocer la edad de quienes aseguran ser menores de 18 años, según adelantó ayer Radio Club Tenerife. En Fiscalía comenzarán hoy a tomar declaración a los supuestos menores y la intención es que, en el menor tiempo posible, se les incoee expediente, según las fuentes consultadas. Si en las conclusiones del mismo se determina que no tienen 18 años, podrán seguir en centros del Gobierno canario; en cambio, si se prueba su mayoría de edad, deben ir a los campamentos de acogida o quedarse en la calle.

En la mañana de ayer hubo gritos, tensión y corros informativos, tanto en la vía pública como en el hall del Concordia. Cada explicación de la ong era contrarrestada después por uno o varios líderes que defendían quedarse por fuera del edificio. Las maneras de influir en los que subían a los autocares eran varias. Unos les decían a sus compañeros que se bajaran y otros le hacían señas sobre la poca comida que iban a tener. Hubo migrantes que subieron y bajaron de su guagua varias veces.

El principal elemento de desinformación fue que muchos pensaban que iban al campamento de Las Raíces, en La Laguna también, que desde su apertura, el 6 de febrero, se ha caracterizado por dar poca comida y de calidad cuestionable, por ser un lugar muy frío, en el que se duerme en carpas donde no hay calefacción, así como por las diferentes reyertas entre los propios migrantes. Sin embargo, según las fuentes consultadas, el traslado de ayer estaba previsto para Las Canteras, donde, hasta ahora, no hay quejas por la comida, los migrantes duermen en antiguas edificaciones militares y no ha habido reyertas importantes. El personal de Cruz Roja no logró convencer a muchos de cuál iba a ser su destino. Por ese motivo, en las primeras horas de la tarde, empleados de la ong que gestiona el campamento de Las Canteras, Organización Internacional de las Migraciones (OIM), acudieron al hotel Concordia para explicar las condiciones del recinto en el que se les iba a acoger.

Maguette Ndiome, uno de los chicos que se negó a subir a la guagua por la mañana, explicó: “soy menor, el campamento no es un lugar para menores”. Según él y otros muchos a los que se les consultaba, en el recinto lagunero “hace mucho frío”. También expuso otra de las circunstancias que generó recelo entre quienes iban a ser trasladados. La citación de ayer para entrar en el espacio dependiente del Ministerio de Migraciones fue para personas de origen senegalés, mientras que no se incluyó a ninguno de los alojados en el Concordia que proceden de Gambia, Mali o Guinea Bissau, que, por ahora, pueden seguir en dicho hotel. “¿Y eso por qué? Es injusto”, comenta Ndiome. Él nació en un pueblo a 82 kilómetros de Dakar, la capital senegalesa. Señala que en “Las Raíces ha habido problemas; la comida es mala, me lo dice un amigo que está allí”, apunta Maguette. Y añade que “también tienen problemas para ducharse”, en referencia a las dificultades que ha habido algunas veces con el suministro de agua en el centro ubicado en El Rodeo Alto. “Allí hay demasiada gente”, indica.

Antes de llegar ayer al centro del Puerto de la Cruz, una de las guaguas había recogido, sin mayores problemas, a una treintena de jóvenes subsaharianos en el campamento de La Montañeta, en la zona alta del municipio de Garachico. Este fue uno de los primeros espacios habilitados en Tenerife de forma extraordinaria después de que a finales del año 2019 arribara un cayuco a Los Cristianos con un número importante de personas, lo que desbordó las plazas de acogida habilitadas hasta ese momento en Tenerife. Cuando los chicos que se hallaban en La Montañeta llegaron al Puerto de la Cruz, se bajaron del autocar y algunos no quisieron volver a subir, tras ver el ambiente de desacuerdo existente entre quienes se han alojado en el referido hotel.

“Somos menores, queremos ir a un centro para nosotros y poder estudiar”, dice Aliou, natural de la localidad senegalesa de Mbour. A pocos metros de la guagua, es uno de los que intenta convencer a sus compañeros de que no deben moverse del municipio norteño. Reconoce que se siente engañado por el personal de Cruz Roja y, según él, “la Fiscalía lleva seis meses sin decir nada” sobre sus casos. Prefiere estar en un espacio de acogida de menores, ir a la Península o dormir en la calle antes que entrar en un campamento en la Isla.

Cuando se aproximaba la hora del almuerzo, decenas de bolsos se acumulaban en la acera. Y, junto a ellos, un grupo de jóvenes cabizbajos no sabe qué hacer. Otros entretienen el tiempo por unos minutos jugando al fútbol con una pelota de tenis. Y desde un balcón de la primera planta se lanzan a la acera más bolsos con ropa a la calle. El hotel Concordia fue el último de los abiertos en el Puerto de la Cruz para acoger migrantes, en diciembre. Hasta ayer, albergaba a unas 400 personas en situación irregular, entre adultos y supuestos menores. Entre estos últimos destaca uno con camiseta roja, sobre el que algunos de sus compañeros dicen que tiene 12 años y al que varios abrazan con afecto y explican a los medios de comunicación que es “el pequeñito”. Cuando la segunda guagua está a punto de salir hacia Las Canteras, Aliou empieza a grabar con su móvil desde el exterior a quienes se hallan en el vehículo. Algunas cortinas se han cerrado desde dentro. Aliou llegó a Canarias en octubre pasado y reconoce que “estoy solo”, puesto que no tiene familia en Europa ni en la Península.

Otro de los que optaron por quedarse en la ciudad turística fue Lamin Marren, quien muestra su carné de identidad senegalés y una foto en el teléfono móvil con su pasaporte. En uno de sus documentos consta que nació en Gambia en enero del 2006. Denuncia que alguien, por error, lo registró como senegalés y que por ese motivo está en el listado de los que ayer debían ingresar en Las Canteras. No entiende por qué a él lo llevaron al hotel portuense y a un hermano suyo lo trasladaron al campamento de La Montañeta, que es propiedad de Cruz Roja. A mediodía de ayer asumía que podía quedarse sin comer para defender su postura.

26

Los migrantes de Puerto de la Cruz se niegan a ir a Las Canteras Andrés Gutiérrez