Los primeros cien migrantes en situación irregular llegados por vía marítima a Canarias entraron ayer en el campamento de acogida instalado en el antiguo acuartelamiento de Las Raíces, en La Laguna. El ministro de Migraciones, Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, informó en su cuenta de la red social Twitter de tal circunstancia como un avance en la atención: “Continuamos cumpliendo con el Plan Canarias. Tras la apertura del colegio León y de (la base) Canarias 50 en Gran Canaria, hoy comienza a prestar servicio para la acogida temporal de personas migrantes el recurso de Las Raíces, en Tenerife”. Sin embargo, buena parte de ese primer grupo se negó a descender de la guagua que lo trasladó hasta el recinto, situado junto al Camino El Rodeo Alto, muy cerca del aeropuerto de Tenerife Norte. Su llegada a este espacio coincidió con una intensa lluvia y un frío considerable, que dejó el termómetro en siete grados centígrados.

El vehículo de transporte discrecional arribó a las 11:45 horas al campamento, constituido por una edificación principal remodelada y numerosas carpas. Pero, al ver la situación climatológica, los africanos se negaron a bajar de la guagua. Para tratar de reconducir la situación, cuatro dotaciones de la Unidad de Intervención Policial (UIP) acudieron al antiguo acuartelamiento de Artillería. Tras más de 20 minutos en el patio, al final decenas de migrantes accedieron con sus mochilas y bolsos al edificio de Las Raíces. Otros migrantes llegaron en diferentes furgones de la ONG Cruz Roja Española.

Preocupación

Las bajas temperaturas que se registran en dicho enclave en invierno, las condiciones de habitabilidad de las carpas, la elevada concentración de personas en un espacio reducido y la lejanía de cualquier núcleo urbano en el que desarrollar actividades generan preocupación entre ciudadanos y miembros de colectivos que defienden otro modelo de política migratoria.

María, una mujer que se identificó como vecina de La Laguna, estuvo ayer en el exterior de Las Raíces. Explicó que “han dedicado mucho esfuerzo a colocar carpas, pero estas no están en condiciones dignas para meter a nadie dentro”. A María le preocupa “la lluvia, el frío, el granizo y el suelo embarrado” que pueden sufrir quienes estén acogidos en dicho campamento. Recalcó que “no tienen posibilidad de hacer vida normal, al estar lejos de paradas de guaguas, de cualquier núcleo urbano en el que se pueda efectuar alguna actividad, relacionarse con otros ciudadanos o comprar lo que necesiten”. “Creemos que es un recinto pequeño para 2.400 personas, sobre todo en plena pandemia”, añadió María. Está convencida de que “esto es una violación de los derechos humanos”. Además, se pregunta qué pasará si uno o varios migrantes se contagian del Covid-19: “¿No dejarán salir al resto?”. “Como vecina, no quiero eso para mí, ni para mi familia ni para nadie”, indicó.

Fuentes autorizadas del Gobierno del Estado no dieron explicaciones ayer sobre qué condiciones de climatización o comodidad tendrán las carpas destinadas al descanso de los migrantes.

Una activista, que prefiere mantener su anonimato, explicó a EL DÍA-La Opinión de Tenerife que “no nos han dicho las condiciones” en las que van a estar dichas personas en el recinto. Considera que “esto es antitodo; van a crear un gueto, muy lejos de todo; van a estar aislados para que nadie los vea”. A esta persona le consta que en un centro, hace dos días, varios migrantes prefirieron “irse a la calle y con lo puesto, antes que aceptar su traslado al campamento de Las Raíces”.

Buraschi, muy crítico

Ayer fueron varias las personas que se acercaron a la entrada del campamento de Las Raíces. Una de ellas fue el investigador de procesos migratorios Daniel Buraschi, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, que pudo certificar sobre el terreno lo que ya había planteado sobre dicho recinto: “Esto no reúne las condiciones mínimas para acoger a estas personas”.