Las instalaciones del Centro de Acogida Integral (CAI) que gestiona Cruz Roja Española en las remodeladas instalaciones de la antigua cárcel Tenerife I y el centro de mujeres, en la avenida Benito Pérez Armas, son un continuo ir y venir de personas subsaharianas, sobre todo hombres. En el exterior, nada indicaba que hubiera algún evento extraordinario, excepto por la presencia de algunos periodistas en la puerta de la calle Pío Baroja.

La mayoría de los migrantes que entran o salen de las dependencias saludan con educación a los desconocidos con quienes se cruzan. Uno de ellos afirma llamarse Fally Job. Tiene 28 años y llegó desde Senegal. Habla en francés, pero también se expresa con algunas palabras, muy pocas, de inglés y de español. Lleva en el CAI de la capital tinerfeña un mes y medio. Explica, con naturalidad, que no tiene trabajo ni dinero. Y le gustaría viajar a Barcelona para intentar buscar un empleo. Un par de horas antes de que llegara el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, Fally dijo desconocer por completo que se iba a producir esa visita.

No ocurría lo mismo con los responsables y los trabajadores del mencionado recurso, que, como es evidente, realizaron un sobreesfuerzo en la labor diaria. Y es que todos los días no se recibe a un ministro. De hecho, el recinto depende del departamento que dirige Escrivá. Hay múltiples llamadas y la tensión propia del momento, ya que no se puede quedar mal bajo ningún concepto.

La directora del recinto, Esther Valencia, comenta que en estos momentos están alojados en el CAI unos 166 migrantes. Y los últimos 28 llegaron al edificio el pasado miércoles. Casi todos salen a pasear por los alrededores, como el próximo Parque de La Granja y sus inmediaciones. Otros cogen fresco en una de las ventanas. En el interior, existe un amplio patio de recreo en el que hay grupos que hablan sentados, mientras otros juegan al fútbol con un pequeño balón y unas porterías formadas por dos conos en el suelo.

En el exterior, dos vehículos de la Unipol de la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife dan vueltas y vueltas, despacio, por los alrededores del recinto en el que se va a producir la visita. Se trata de los únicos agentes uniformados que realizan una cobertura de seguridad de la visita.

Una vecina que reside en un edificio de la calle Pío Baroja, justo frente a la entrada del recurso, asegura que ahora "no se ven ni se oyen escándalos". De hecho, aclara que el lugar está más tranquilo que en la época en que en el referido centro solo había madres migrantes con sus respectivos hijos. Dicha ciudadana recuerda que, de vez en cuando, había peleas entre ellas, gritos y los niños llorando. Explica que "nosotros no estamos acostumbrados a esto", en referencia a la presencia de tantos migrantes, pero aclara que "son educados y siempre saludan". La mejor carta de presentación del servicio que se presta en la infraestructura de la avenida Benito Pérez Armas se halla en un cartel en la puerta de acceso, en el que se da la bienvenida en varios idiomas y varias veces.

Las autoridades se retrasaron con respecto al horario previsto en un primer momento. Más de una hora después, llegaron de manera escalonada. En primer lugar, lo hizo el alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez. A continuación, entró en el aparcamiento del CAI el delegado del Gobierno en el Archipiélago, Anselmo Pestana. Y, en tercer lugar, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, que se dirigió a salud a las autoridades que lo habían precedido.

Después, efectuó la visita a las dependencias, donde tuvo oportunidad de conocer las características del espacio y los servicios que desarrollan en el mismo los trabajadores y voluntarios de Cruz Roja Española. El recorrido y las explicaciones se prolongaron durante una hora. Entre otras cosas, José Luis Escrivá tuvo oportunidad de charlar con algunos de los migrantes residentes en las instalaciones, gracias a un intérprete, en varios casos, puesto que los ciudadanos africanos se expresaron en francés y en wolof, idiomas que se hablan en Senegal y Gambia.

La presidenta provincial de Cruz Roja Española, Mayte Pociello, fue una de las personas que más cerca estuvo del ministro en la visita y, de hecho, fue quien se despidió en último lugar del mismo. En palabras de Pociello, "aquí hay jóvenes, de entre 18 y 22 años, que quieren trabajar, salir de aquí y seguir su proceso migratorio".

Además del alojamiento, la comida y la ropa, en el Centro de Acogida Integral, los migrantes reciben diversos talleres de formación. Aprenden idiomas, a saber cocinar e, incluso, a efectuar tareas cotidianas, como hacerse la cama, entre otras muchas cosas.

José Manuel Bermúdez manifestó que, "como alcalde de Santa Cruz, agradezco mucho esta visita del ministro, porque hemos podido explicarle y le han explicado los profesionales de Cruz Roja cuál es la atención que se les presta a estos inmigrantes en este centro, que es modélico, desde el punto de vista de la profesionalidad y de las instalaciones".

Según el regidor, "también ha podido constatar que estas personas requieren de una atención y quieren continuar su tránsito migratorio". "Y creo que lo mejor que podemos darles es que puedan continuar ese tránsito hacia Europa; eso es lo que le he transmitido", apuntó Bermúdez tras finalizar la visita. En el recorrido por el CAI no hubo tiempo de que las autoridades hablaran sobre la cesión que el Ministerio de Defensa ha hecho del acuartelamiento de Las Canteras para uso civil y el destino más probable será el acogimiento de migrantes llegados desde la costa africana.