La Fundación Adsis en Canarias, a través de su centro de rehabilitación Aluesa, trata a personas adictas al juego. Las nuevas tecnologías han contribuido a generar más ludópatas. Cada vez son más jóvenes. Según Óscar Lorenzo, coordinador de proyectos de la fundación y responsable de este centro de rehabilitación ubicado en la capital grancanaria, pero que atiende la demanda de todas las Islas, la mayor parte de las personas que presenta este tipo de adicciones y que pide ayuda son varones con una media de edad que oscila entre los 25 y 35 años. Los mayores de 45 que vienen al centro optan por los juegos clásicos.

Esta fundación atiende a unas 300 personas al año, que acuden al mismo por consejo de sus familias o de sus parejas cuando la situación es ya incontrolable. Hay jóvenes que han acumulado una deuda de hasta 17.000 euros en juegos de este tipo, indica Lorenzo, donde la publicidad se convierte en un gran foco de atracción. Por ello, los profesionales consideran esencial que se regule este tipo de promoción.

Matemáticas

Los jóvenes creen que es fácil conseguir dinero con las apuestas; suelen tener conocimientos en matemáticas y creen que van a ganar con la lógica, pero al final siempre pierden e incluso llegan a robar a sus familias para jugar. Según un estudio de esta asociación para la prevención a este tipo de adicciones en institutos de toda Canarias, el 33% de los jóvenes puede tener problemas con los videojuegos, el 17% a internet y el 18 % con los smartphone. En los videojuegos se inserta publicidad de las apuestas y eso conlleva que se vayan aficionando y se convierta en una adicción, en el peor de los casos. Lo que puede empezar en internet sin control de edad puede acabar en las casas de apuestas físicas, cuya proliferación en España es ya una queja de la sociedad.

Está constatado que las apuestas deportivas que se realizan en familia han contribuido al incremento de la ludopatía juvenil en Canarias en el transcurso de los últimos dos años. El hecho de hacer uso de la tecnología para efectuar apuestas en familia con fines lúdicos constituye un gran peligro, porque los jóvenes nunca van a ser conscientes de los riesgos a los que se están exponiendo, indican los profesionales.

Aparte de la publicidad, esta clase de juegos están muy bien vistos y valorados, e incluso, conceden prestigio a la persona que recurre a ellos porque parece que es la que más sabe de deporte. Es evidente que el creciente aumento de las casas de apuestas, tanto físicas como virtuales, ha contribuido al incremento de este tipo de adicciones. Las costumbres de los ludópatas mayores de 25 años han experimentado un cambio muy notable, y en la actualidad combinan las ludopatías clásicas -casinos, apuestas del Estado y juegos de salón- con apuestas on line y presenciales. Lo más grave es que hay constancia de que muchos menores tienen acceso a estos establecimientos porque en los salones recreativos no se pide el carné en la entrada y suele haber zonas de apuestas. No obstante, se presupone que en el interior se controla, aunque según Lorenzo es necesario ejercer una vigilancia mucho mayor.

"Las mujeres son más propensas a ser adictas al bingo", prosigue, y los varones a las apuestas deportivas.Asimismo, en las tecnoadicciones, y más en concreto en la etapa adolescente, predomina también el sexo femenino, mientras que el masculino lo hace además en las apuestas deportivas en casinos y videojuegos, tanto en la edad adulta como en la pubertad.

Síntomas

Según Óscar Lorenzo, algunos de los factores que indican que un joven tiene un problema de ludopatía o puede llegar a desarrollarlo a lo largo de su vida son la apatía, la agresividad y la disminución del rendimiento académico. "Pero en muchos casos todo esto viene acompañado de irritabilidad y de agresividad cuando no se tiene acceso a la adicción", comenta el coordinador de proyectos de la Fundación Adsis. Unas conductas, que a juicio de Lorenzo, pueden llevar al sujeto a la ruina económica una vez alcanza la edad adulta "si no se trata a tiempo". El tratamiento es a base de psicotrerapias y puede durar en torno a un año pero el control ya es de por vida. De hecho, hay un registro de personas que se autoprohíben acceder a salas de juego al ser conocedores de los graves perjuicios que les ocasiona esta adicción.