Después de la primera pregunta del pleno, el presidente del Parlamento, Gustavo Matos, quiso felicitar a la diputada y exconsejera coalicionera Nieves Lady Barreto, incorporada tras su ausencia para dar a luz, y a Sebastián Franquis, consejero de Obras Públicas, recuperado de un infarto. Los aplausos no fueron cálidos y discretos, como correspondía, sino grotescamente retumbantes, y en el caso de Franquis se transformaron en una ovación olímpica. Los socialistas se levantaron de sus escaños para intensificar los aplausos y obligaron así a que el resto de los grupos parlamentarios hicieran lo mismo, so pena de parecer unos desalmados. El mismo consejero pareció desbordado. Luego, a lo largo de la mañana, todas las fuerzas políticas, y muy en particular el PSOE, repitieron una y otra vez la felicidad que les embargaba por el retorno de Franquis, como si hubiera regresado de Mordor después de destruir el Anillo Único o de licitar el Anillo Insular. Después fue desvelado que la joven aunque suficientemente preparada diputada de Ciudadanos, Vidina Espino, cumplía años, una gozadera, la cosa está bien dura / la cosa está divina / el Perú con Hondura /, Chile con Argentina. El éxtasis llegó cuando un diputado del PP recordó el reciente matrimonio del presidente Ángel Víctor Torres, "por suerte porque ya se le estaba pasando el arroz". Risas, más aplausos, felicitaciones, Matos corrigiendo su imperdonable despiste. En el pequeño universo parlamentario no es un secreto que, en general, sus señorías están encantadas de haberse conocido. Viven en un amplio y cómodo recinto de tontería amniótica.

No lo suficiente, sin embargo, para que no existan roces; en todo caso, pequeñas perturbaciones en el paraíso. La irritación del presidente de la Cámara con el Gobierno ha sido creciente en las últimas semanas. La mayoría de los consejeros se muestra incapaces -algunos casi indiferentes- a la hora de encajar sus agendas con las demandas parlamentarias. Más bien parecen opinar que es el Parlamento quien debe adaptarse a sus agendas, lo que ha supuesto un trastorno a la hora de organizar los plenos, con respuestas parlamentarias y comparecencias que deben ser pospuestas pocas horas antes de comenzar la sesión. Ayer, en medio del pleno, se celebró una reunión peculiar entre el presidente Torres, las vicepresidentas de la Mesa del Parlamento y un letrado para una reflexión al respecto. Al Gobierno le encanta la disponibilidad de sus corifeos parlamentarios y, por otra parte, los diputados más jóvenes necesitan hacer méritos. Pero al mismo tiempo las obligaciones de la gestión abruman -o eso dicen muy sentidamente- a consejeros y consejeras. Torres prometió más orden y solicitó más comprensión.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Ángel Víctor Torres, y el Verbo era el presidente, y como ya sabe todo el mundo, todas las cosas por Él serán hechas. El presidente contestó a las preguntas parlamentarias según su consagrado estilo: si son preguntas de la mayoría, muestra su caluroso acuerdo y siembra el salón de plenos de obviedades como helechos fosforescentes. Rara vez se atiene a datos concretos o argumentos elaborados. Si la pregunta las formula la oposición sonríe casi paternalmente -si se trata de Vidina Espino- ironiza con variada crueldad -si pregunta Coalición Canaria- o muestra su abierto desprecio - siempre que a los desdichados diputados del PP se le ocurre abrir la boca-.

Es curiosísimo que en su respuesta a Espino el señor Torres deslice que si Canarias terminará el año con superávit financiero es gracias a las transferencias económicas del Gobierno de Pedro Sánchez, cuando esas transferencias -que han alcanzado algo más de 300 millones de euros- eran una suma de obligaciones presupuestarias, administrativas y judiciales. Las cantidades a cuenta de la financiación autonómica, por ejemplo, se pagaron después de que Madrid insistiera durante meses en que no podía entregarlas. El Gobierno central estaba en la obligación de transferir esas cantidades -y otras que no han llegado-. Y con eso contaba, obviamente, el Ejecutivo regional anterior. A las críticas -discutibles pero no infundadas- de María Australia Navarro sobre el impacto de las (nulas) políticas migratorias del Gobierno español en Canarias el presidente se apresuró a compararla con Matteo Salvini -es decir, a llamarla neofascista- y a criticar no sé qué acción u omisión de Mariano Rajoy en el año 2006, hace más de trece años, cuando lideraba al PP en la oposición. Más que periodistas el gabinete de comunicación del presidente parece integrado por espeleólogos. Todo se pacificó cuando Nira Fierro, con su voz ligeramente cazallera rodeada de tonos turquesas, muy medioambientales, formuló una de esas piezas poéticas que modestamente quiere hacer pasar por preguntas parlamentarias. "Canarias debe liderar la defensa del medio ambiente y luchar contra el cambio climático". Torres, por supuesto, estuvo de acuerdo. "Tenemos viento, tenemos luz solar, tenemos mar... Tenemos mar también... Y tenemos que correr porque hemos hecho poco en el cambio climático". La jornada parlamentaria del presidente acabó con un coscorrón a Pablo Rodríguez por seguir preguntando por Thomas Cook, como si no hubiera otras cosas en la vida. Y ciertamente Rodríguez se lo merece, porque hay maniquíes de El Corte Inglés con más habilidad verbal y capacidad de reacción que el diputado grancanario, quien una vez fue, niños y niñas, señoras y señores, vicepresidente del Gobierno de Canarias. También es cierto que Juan Alberto Martín lo fue hace más de treinta años. Y con eso se hace una carrera, siempre que se tengan las lealtades claras. Y las de Pablo Rodríguez no está con los dirigentes de CC de Gran Canaria, sino con Fernando Clavijo, quien lo elevó a la inverosímil vicepoltrona.

Después del presidente los consejeros fueron asaeteados por preguntas, flechas en su mayoría lanzadas por los cupidos de la mayoría que sostiene al Gobierno. El portavoz de NC, Luis Campos, del que se murmura un próximo viaje a Turquía para implantarse una nívea caballera al estilo de su jefe político y espiritual, Román Rodríguez, preguntó sobre la reprogramación del Fondo de Desarrollo de Canarias, dejando claro, antes de escuchar una palabra, que el consejero de Hacienda no reculó, sino que respetó las sensibilidades de los cabildos. Campos parecía un tanto cansado: a veces resulta melancólico el trabajo de un buen escudero. David de la Hoz se olvidó por un momento de que es David Attenborough -no ese farsante nonangenario que se hace pasar por él en Inglaterra- y le preguntó a Julio Pérez sobre las casas de apuestas, una pregunta que repitieron otros dos diputados. Pérez les sorprendió un poco cuando les informó, con datos en la mano, que las casas de apuestas eran un negocio en decadencia en las calles, pero que crecía casi exponencialmente en internet, con lo que propuestas como restringir o frenar la concesión de licencias no tiene demasiado sentido.

En el resto de las preguntas el PP afirmó que existen 1.600 pacientes más en las listas de espera en la sanidad pública que el pasado julio, la consejera de Educación aseguró que se han consignados 1.700.000 euros para sustituir la estructura modular del centro escolar de Costa Teguise por una construcción estándar y la presentación de un protocolo para la detección y el tratamiento de la violencia de género en las aulas canarias y la descacharrante información de la consejera de Economía y Empleo, Carolina Darias, que en respuesta al diputado Ricardo de la Puente sobre el crecimiento del desempleo, más de 210.800 parados en el Archipiélago y subiendo, afirmó que una de las características del mercado laboral local es que "la oferta y la demanda no se ajustan por sí solas" (sic). Más tarde la señora Darias tuvo una comparecencia en la que se ufanó porque, por primera vez en la historia autonómica (sic), se han tomado medidas para "la externalización de las empresas en islas no capitalinas y para compensar el sobrecoste del combustible", lo que no significa otra cosa, en realidad, que una lectura libérrima de un buen programa en funcionamiento desde hace años en la Consejería de Economía, Canarias aporta, una lectura muy carolinista que ha significado apenas unos 200.000 euretes. En todo caso el desparpajo de Carolina Darias hablando de economía o empleo o I+D+i -de cualquier cosa en general- es realmente admirable.

A lo largo de media mañana se asomó al pleno el expresidente y hoy senador autonómico Fernando Clavijo con un punto de nostalgia en la mirada que no escondía, sino todo lo contrario, la voluntad ígnea de regresar al salón de plenos cuanto antes y tomar cumplida venganza de todos aquellos que pensaron -y en su mayoría siguen pensando- que su carrera política está paralizada, cuando no destruida para siempre. La determinación de Clavijo es feroz pero su expresión sigue siendo la del mejor yerno del mundo, un poco envejecido ciertamente, y mirando a través del cuerpo pecador de José Miguel Barragán el banco azul como el Atlántico, como el cielo prometedor de la primavera, como la oportunidad de regresar al templo y echar a los falsos predicadores de un gobierno autonómico que no puede durar, que no debe durar, que no durará, y sea al precio que sea volveremos a la vuelta de la esquina, y apartaré a los desleales, a los tibios, a los traidores. Luego alguien le tocó en el hombro y pareció despertar, y terminó hablando con María Australia Navarro, la mujer a la que intentó convertir en presidenta cuando ya todo estaba perdido. Navarro lo observaba con escepticismo. Clavijo se encogía de hombros. No parecía una escena precisamente prometedora o sugerente. Ni los periodistas parecían muy interesados. El cielo azul estaba fuera y no en las miradas solitarias y hambrientas del expresidente.