Decir que la pandemia ha cambiado nuestros usos y costumbres no es una novedad, todo lo contrario de algunas situaciones que está generando la acelerada digitalización de la actividad humana. El pasado jueves, una combinación de costumbres arraigadas en el mundo hiperconectado de las redes sociales, junto con la falta de formación en este nuevo entorno generó una situación incómoda para algunos, y quizás la pena de cárcel para el protagonista, Daniël Verlaan, un periodista holandés de RTL Nieuws que se coló, y participó de lo que iba a ser una reunión secreta de los ministros de defensa de la Unión Europea. En uno de los vídeos que publicó el periodista de la insólita situación en la redacción se puede ver la máscara de Guy Fawkes, que ha popularizado el colectivo Anonymous. Toda una anécdota de lo que realmente fue una sucesión de errores que dejó prácticamente en shock al periodista tras finalizar su llamada.

El primer fallo de seguridad lo cometió la ministra de Defensa de Holanda, Anlk Bijleveld. La presión que genera las redes sociales obliga a muchas personas a compartir continuamente sus actividades con el fin de mantener la atención de aquellas personas que les siguen. Si se tiene un cargo de responsabilidad pública es un acto de transparencia esa información publicada en tiempo real, salvo cuando se comparte un tuit con la fotografía de la reunión secreta que iba a empezar. 

El segundo fallo fue la falta de formación en privacidad, ya que de por sí podría cuestionarse mostrar públicamente una imagen con las personas y el fondo con el que participan en la reunión de alto nivel. Pero aún es más cuestionable cuando se muestra en la imagen la práctica totalidad de la dirección web con la que cualquiera podía unirse. Solo faltaba un número ya que se mostraban cinco de los seis necesarios. El periodista observó la imagen y lo tuvo claro, en un máximo de diez intentos me podía colar. Y como no, lo intentó.

El periodista en su puesto de trabajo mientras se colaba en la reunión de ministros de Defensa.

Y lo consiguió, como no. El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, mostró sus tablas y carácter español para solucionar situaciones incómodas. En inglés le dijo al intruso “¿Sabe que está entrando en una conferencia secreta?”. Al ver cómo el sorprendido periodista aún no se lo acababa de creer, le insistió, "¿Sabes que es un delito? Mejor desconéctate rápido antes que llegue la policía". A lo que Verlaan, solo pudo asentir con una risa nerviosa mientras decía “adiós” y se cubría la cara porque aún no se creía lo que acababa de hacer. Esta anécdota podría pasar desapercibida y quedar como un comentario en una noticia del medio, pero igual que en Twitter se originó, en Twitter continuó.

Para empezar, la ministra que con su falta de discreción originó el problema, Ank Bijleveld, publicó de nuevo una fotografía pero esta vez sin incluir la dirección de la página web.

El primer ministro holandés, Mark Rutte, compartió un tuit con una reflexión en público al indicar que  "esto demuestra una vez más que los ministros deben darse cuenta del cuidado que hay que tener con Twitter".

El periodista Daniël Verlaan les indicó a los participantes que era un periodista y como tal publicó cómo se desarrolló la intrusión desde su puesto de trabajo en diferentes tuits. En un primer vídeo incluyó el audio, en el que se puede escuchar de fondo las risas generalizadas de los diferentes ministros y participantes de la videoconferencia. En un segundo vídeo, capturado probablemente por un compañero de trabajo, se le puede ver de espaldas.

El director de Transparencia Internacional de la Unión Europea, Michiel van Hulten, por su parte compartió cómo se veía desde el otro lado el “hackeo”, por llamarlo de alguna forma, de la videoconferencia. “Comedia de la buena”, apostilló.

Más allá de la anécdota, que puede pasarle a cualquier hijo de vecino en la situación actual en la que nos encontramos, esta situación nos sirve de recordatorio a todos de cuán importante es saber dónde están los límites de la privacidad y de qué se puede compartir. En el caso de la Unión Europea, y las Administraciones Públicas en general, muestra la falta de compromiso con la seguridad y discreción ante reuniones de primer nivel. Un error de bulto de una organización que juega un papel clave en la política internacional.

La eurodiputada Nathalie Loiseau, presidente de la subcomisión de Seguridad y Defensa de la Unión Europea, le daba las gracias al periodista. No solo por “una buena carcajada”, sino porque espera “que aumente la conciencia sobre los problemas de seguridad de las comunicaciones en las instituciones de la UE”.