El líder conquistó la Copa del Príncipe

 

Impresionante final. La copa se quedó en Santiago. Fue una extraordinaria fiesta de baloncesto entre dos grandísimos equipos protagonizando un partido que reunió en cuarenta minutos todas las virtudes del baloncesto. Hubo espectáculo, hubo emoción y hubo un campeón: Blue Sens Monbus.

Miguel Panadés (www.feb.es)

Recordaban en la previa tanto Moncho Fernández como Luis Guil que la Copa Príncipe no se juega a un partido sino a dieciocho. Que el campeón levanta el trofeo tras haber conseguido estar entre los dos mejores de toda la primera vuelta de una liga tan exigente como es la Adecco Oro y, ya en la final, haber sido capaz de superar presiones, ambientes, deseosos de éxitos y conseguir el título.

En esa cita especial, en un pabellón repleto de historia e ilusión, todos querían sentirse por una vez campeones. Todos querían sentirse los principales protagonistas de una tarde de domingo que alternaba la emoción de una final entre dos grandes equipos con el sorteo de un trascendental europeo que se convierte en cita previa y decisiva para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 baloncesto en estado puro, baloncesto de NBA, Selección, Adecco Oro. Interés global fusionado con el interés local de dos ciudades como Murcia y Santiago volcadas en sus equipos, en sus ilusiones.

Y una vez iniciado el partido arrancó el espectáculo y la emoción, el baloncesto en estado puro y dos equipos que confirmaban las razones por las que lideran la competición y por la que se convierten en los principales favoritos al ascenso. Una primera brutal, con un acierto ofensivo fabuloso, con individualidades – Faverani, Washington, Corbacho – viendo el aro como una piscina de grande, con dos equipos buscando y logrado unos conceptos ofensivos impecables y con un apasionante pulso entre la defensa y el ataque decantado a favor de los creadores. Murcia daba la sensación andar siempre un segundo por delante en las acciones de un Blue: Sens Monbus respaldado por un pabellón repleto de pasión, de ambiente de baloncesto, de ilusión por vivir la consecución de un título que a medida que avanzaba el partido adquiría todavía una mayor dimensión tanto por la calidad de los protagonistas como por el entorno de pasión que rodeaba al partido. Puyada guiaba desde la pista como lo hacen los grandes bases, templando, mirando, buscando las ventajas tras la defensa presionante del rival. Juyent intentaba dar la réplica en el interior de la pintura. Baloncesto de alto nivel haciendo coincidir calidad, espectáculo y emoción y un marcador al descanso que dejaba todo en el aire (43-46).

Y el tercer cuanto empezó con la misma intensidad con la que habían finalizados veinte rimeros minutos de altísimo nivel. Se distanciaba en el marcador Murcia con Pedro Robles convertido en maestro de ceremonias, con Umeh apareciendo en los momentos oportunos, con Morentín dando lecciones de pivot abierto y Robles amenazando siempre desde el perímetro. Era una avalancha de juego a la cual Blue Sens Monbus resistía con inteligencia, con fortaleza mental para saber que esa tormenta menguaría. Apareció la experiencia y calidad de Hopkins rescatando a su equipo, mostrando ese saber estar y profesionalidad que le permite mantenerse en la élite rondando los cuarenta. Sí, que nadie lo dude, élite porque el baloncesto que se veía en la final de la Copa Príncipe en Santiago no envidiaba nada a cualquier que se pueda ver al más alto nivel en Europa. Los locales, con un público convencido de ocupar el papel decisivo, reducían al mínimo la diferente al final de tercer cuarto- Un luminoso que señalaba un inquietante 61-62 traspasando la final a un escenario de máxima emoción.

Y en el último cuarto de pronto la tensión se adueñó de la pista. La fluidez menguó porque las defensas comenzaron a imponerse sobre unos ataques cada vez más atascados. Blue Sens Monbus conseguía culminar las diferentes remontadas que intentó y se puso por delante coincidiendo con la entrada en los últimos cinco minutos (69-66). El guión había cambiado gracias a una resistencia numantina del conjunto local y de su capacidad para, desde el esfuerzo defensivo, conseguir nivelar y superar a un rival que durante muchos minutos había mandado en juego y marcador. La afición se convertía en el factor diferencial creando junto al conjunto local una coraza defensiva que dejaba a Murcia cinco más de cinco minutos sin anotar. 71-66 y menos de cuatro minutos para un final en el que Obradoiro empezaba a acariciar su primer gran título en su historia. Y cuando todo parecía casi sentenciado de pronto aparecía Umeh con dos canastas extraordinarias y Faverani con un triple imposible acercaba aún más y las ventajas locales añadidas desde los tiros libres – 6 de 6 en los últimos segundos – eran reducidas todavía más con un tiple de Sergio Pérez. Con once segundos para el final, 81-78 para Blue Sens Monbus en el marcador y balón en posesión de Murcia. ¿Haría falta el equipo local? pues no. Dos triples fallados por Sergio Pérez y Pedro Rivero dejaron la final sin prórroga estallando de pasión un pabellón que disfrutó de un espectáculo maravilloso.