Los gobiernos no deberían gastar tiempo ni dinero pensando en qué sectores serán los que nazcan de la crisis, sino asegurar buenos servicios públicos, impuestos bajos, inflación baja y educación.

(Howard Davies, director de la London School of Economics, 2009)

NI PAULINO ni su equipo escucharon a Davies, o, si lo hicieron, ni caso. El profesor remataba su precisa reflexión con una contundente afirmación: "El dinamismo natural de la sociedad siempre tiene la última palabra". Da en el clavo al enumerar las verdaderas competencias de lo público en contraposición con el intervencionismo imperante. Puede que a los que gobiernan les sepa a poco gobernar, puede que se vean capaces u obligados a algo más, quizás han confundido su vocación o busquen solo los laureles de la fama.

El presidente del Cabildo de Tenerife me decía que sus empresas públicas intervienen solo en aquellos sectores en los que no funciona la iniciativa privada. No sé usted, pero yo no veo claro que sufraguemos con dinero público las pérdidas de un negocio ruinoso. Intervenir como un operador más en la economía insular -con la pólvora del rey- no es competencia de nuestra primera administración pública... en presupuesto y número de empleados, por cierto. Todo ese entramado va a acabar mal; es cuestión de tiempo y de lógica económica.

Por su parte, la ya famosa consejera de empleo del Gobierno de Canarias habló de no sé cuántos millones para el fomento del empleo en las Islas, pero se refería a empleo público, dinero para pagar sueldos para convenios cuya única justificación es la de mejorar estadísticas: que unos miles abandonen la lista del paro para seguir asalariados del Estado pero con diferente ocupación. Al menos, entre ellos, habrá quienes renuncien a la economía sumergida por un tiempo; no está mal. A la pregunta sobre cuáles serán las oportunidades de trabajo que generará la economía canaria su excelentísima se refirió a los magníficos resultados de los planes de cooperación municipal; no la contesta; es posible que no sepa qué decir.

Y Paulino se alinea con los ecologistas para desacreditar al ministro Soria, que se le subió a la chepa. Reniegan del petróleo tanto como, hace unos años, los mismos demonizaban al turismo como destructor del territorio; usted se acuerda. Ya cambiaron de idea. Ahora el turismo les gusta mucho; es el futuro, dicen. Estos supuestos ecologistas, manipuladores de la opinión pública, mantienen una enorme deuda con la sociedad: las torres de alta tensión junto a la autopista nos la recuerdan a diario.

Mas estamos a tiempo. Que el Gobierno se concentre en prestar los servicios públicos, en abaratar los impuestos y en la educación. Un papel secundario que no lo es.

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