La Laguna se "disfrazó" de Santa Cruz en Carnaval, pero en noviembre. A las diez de la noche no había un lugar donde aparcar cerca del casco, ni un bar donde disfrutar de un refrigerio sin hacer cola. Pero ni era Carnaval ni tampoco se celebraba la romería de San Benito, a pesar de descubrir a alguna parranda convertida en un grupo de Lo Divino. Tampoco fue Semana Santa ni la procesión del Cristo lagunero, y eso que la marcha que marcaba más de una banda de cornetas y tambores traía al recuerdo esa imagen, que rápidamente se borraba de la mente al verlos vestidos de blanco, como la noche que celebró el sábado La Laguna, en vez de con su corbata y chaqueta de Cuaresma.

Fuentes municipales aseguran que más de cien mil personas, entre vecinos y visitantes, secundaron la convocatoria de la pionera experiencia de la Noche en Blanco, desbordando las previsiones más optimistas de esta apuesta personal que realizara el alcalde de La Laguna en su propósito de impulsar el sector del comercio.

Tal vez el caos en la circulación y el deambular por las calles de miles y miles de peatones se pueda considerar un éxito mayúsculo del poder de esta convocatoria, cuyo primer atractivo para el visitante era encontrar un estacionamiento donde poder aparcar después de que los recintos habituales se vieran desbordados.

La Concepción.- El entorno de la plaza de La Concepción se convirtió en el punto de referencia, un lugar desde el que poder arrancar el periplo por el casco antiguo de La Laguna, convertida desde las siete de la tarde del sábado y hasta las primeras horas de la madrugada en capital comercial de Canarias.

Antes de llegar a la iglesia matriz, un gran bullicio de música se ha apoderado de la plaza de la Junta Suprema. Sorprendido por el trajín que se ha apoderado de La Laguna, un niño de once años le pregunta a su padre: "¿Por qué hacen esto? ¿Qué celebran?".

A las faldas de La Concepción se descubre La Carpa Mágica, donde cuentacuentos y magos se alternan haciendo las delicias de los pequeños y sus padres. Entre el medio centenar de actividades organizadas por el ayuntamiento destaca el festival de luz y sonido que desquitó a La Concepción de sus cinco siglos de historia para convertirla en un vanguardista escenario. Al lado, la sala de exposiciones de CajaCanarias acoge la muestra de Armando Lorenzo "Recuerdos", una profecía de lo que estaba por venir.

Con La Concepción a oscuras, comienza la proyección, con un epígrafe esculpido en luz: "X Aniversario Patrimonio de la Humanidad". Entiende entonces el niño qué se celebraba esa noche. Y las piedras hablaron durante treinta minutos en un lenguaje de focos multicolores y al ritmo de la banda sonora de "La misión" o el Himno de Canarias.

Antes de adentrarse por Herradores, un alto para comprar un perrito caliente... Más de 45 minutos hasta llegar al mostrador, con una cola que daba la vuelta a la esquina y cuya espera ameniza la fanfarria de Los Silos, que marcha por la paralela de la calle Obispo Rey Redondo al ritmo de "Tengo el corazón contento"... y eso sin tener la "barriguita llena".

En el entorno de La Concepción, exhibiciones de tiro con arco, ping pong, especial "puertas abiertas" de los bomberos, un rocódromo... Corriendo, atraviesa la plaza el consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, José Miguel Ruano, protagonista de otra atracción de la Noche en Blanco: cómo cruzar La Laguna en quince minutos y no fracasar en el intento.

"Aquí hay mucha gente de fuera", dice un portavoz de La Laguna profunda: "Fíjese, en la Herradores, un hombre le preguntaba a su amigo: ¿Ésta qué calle es: Herradores o La Carrera?, a lo que le respondió: ¡Por favor, estamos en La Carrera!".

Herradores.- En un intento por alongarse el visitante a esta calle, el cuello de botella a la altura de Blanca Novia invita al peatón a desistir del intento. La tienda realiza en su exterior un desfile de trajes de novia, frente al que se arremolinan muchos espectadores.

En aras de evitar algún episodio de agorafobia, el transeúnte encuentra en el callejón Maquila una buena alternativa para regresar a la calle Herradores. Coincide en esta elección con numerosas madres que, en el más difícil todavía, se han lanzado a la calle con sus bebés en cochitos de ruedas.

Desde el Maquila se escucha el "ronco acento", que canta Raphael en su "Tamborilero", de una banda de cornetas y tambores. Luego un payaso "esculpe" en globos diferentes figuras que regala al público infantil. Al lado, un cuarteto de cuerda alivia el "mono" de cultura -mejor, Cultura- que buscaba algún purista. El recital era "Kolosal", como la tienda de complementos junto a la que estaban sentados. Rumbo a La Catedral el visitante se encuentra a un joven que toca la guitarra mientras canta "Niño no llores". Viene al recuerdo el caso de Aitana y de Diego...

La Carrera.- Cerca de La Catedral, que quizás en la décima edición de la Noche en Blanco también estará abierta al público, Pelusa Palomino regala "una rosa guapa para una chica guapa". Allí, en la esquina, el "Papazo" hace su agosto en noviembre. Se enfila La Carrera. Gente a izquierda y derecha. Cerca de la casa de Los Capitanes, exposición de Fotonoviembre. No cabe un alma, pero sí un lamento de un gráfico de prensa: "¿Por qué nosotros nos tenemos que contentar con exponer en un centro comercial?".

Cerca de allí, se descubre la zona vip de esta Noche en Blanco: Manolo Vieira ofrecía doble ración de humor en el teatro Leal.

Mareado por tanta gente, cansado por buscar un bar donde sofocar el hambre, alguien lamenta. "Son las diez de la noche y la muestra de Chillida, en la Fundación Cristino de Vera, está cerrada". El ambiente festivo parecía haber contagiado a la climatología, en una noche lagunera tan inusual como sensacional. El contacto más puro con la cultura -perdón, Cultura- llega en San Agustín, de la mano de las piedras del Consejo Cultivo de Canarias, el Museo de Historia, la Sociedad Económica Amigos del País de Tenerife, el Obispado...

Una hora antes de la medianoche, la oferta, que se vio desbordada, parecía haberse agotado, como ocurrió con las existencias de refrescos en bares. Y es que no sólo se echó de menos cultura, y Cultura -incluido algún concierto-, sino más sitios donde aliviar el hambre, máxime con una plaza del Cristo que se quedó "en blanco" la noche del sábado.