Eslovaquia negociará también condiciones para la aplicación del Tratado de Lisboa si la República Checa logra una exención sobre la Carta de Derechos Fundamentales en el Consejo Europeo de fin de mes. Bratislava quiere, según dijo ayer a la televisión checa su primer ministro, Robert Fico, la misma exención que solicita Praga para ratificar el documento comunitario, esto es, impedir que en el futuro puedan revisarse los decretos del ex presidente checoslovaco Edvard Benes.

Tras la Segunda Guerra Mundial, fueron expulsados de Checoslovaquia, en virtud de estos decretos, unos tres millones de habitantes de la minoría germana de los Sudetes, por considerar que estaban vinculados al Tercer Reich. Para Fico se trata de una parte fundamental del derecho eslovaco, y como tales no se pueden abolir ni modificar, dijo a un programa informativo de la cadena pública Ceska Televize.

El político socialdemócrata considera que la jurisprudencia europea ha sentado precedentes que impiden la revisión de los decretos, pero teme que al quedar eximida Praga de la Carta, sea interpretado por personas desplazadas de Eslovaquia entre 1945 y 1948 como motivo para plantear litigios de propiedad en los tribunales.

El presidente checo, Vaclav Klaus, muy escéptico con el actual proceso de integración comunitario, al que ha calificado numerosas veces de negativo para Europa y la República Checa y que mantiene en jaque a Bruselas con su negativa de firmar el Tratado de Lisboa si no obtiene a cambio ciertas garantías en este sentido, reconoció la víspera que es imposible impedir la ratificación.

"El tren ya va tan deprisa con el Tratado y está ya tan lejos que parece que no será posible pararlo y que vuelva, tal como muchos querríamos", ironizó al diario Lidove Noviny.