"He tenido que convencer a Rachel Weisz de que durante el rodaje de Ágora sólo tenía que enamorarse del cielo. Bueno, en realidad, fue Antonio Mampaso (astrofísico del IAC), el que se encerró con ella y le comentó que debía encontrarse con su personaje (Hypatía). Tenía que sentirse una filósofa", dijo Alejandro Amenábar anoche en el cierre del II Curso de Cine y Ciencia que se venía celebrando desde el pasado 16 de junio en el salón de actos del Museo de la Ciencia y el Cosmos de La Laguna. "A mí las conferencias me asustan muchísimo; mejor lo hacemos más sencillo", puntualizó el director nacido en Chile (1972) justo antes de dar a conocer un conjunto de claves de su quinta película.

Amenábar estuvo acompañado en la línea de salida por Francisco García-Talavera, consejero y presidente del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife, quien después de exaltar el perfil cinematográfico del ponente le entregó la palabra. "Ágora, o lo que debía ser Ágora, la pensé durante unas vacaciones observando tranquilamente el cielo con una oscuridad tan privilegiada como la que hay Canarias", avanzó respecto a un proyecto que tomó el testigo de "Mar Adentro", un relato ambientado en la vida real del tetrapléjico Ramón Sampredro que le valió un Oscar en el apartado de la mejor película extranjera (2004). "Con Mar Adentro me pasó con el mar y aquí me ha ocurrió lo mismo con el cielo. A mí la Física nunca me interesó porque soy de letras (ríe), pero comencé a leer libros de Astronomía y junto con Mateo Gil (guionista canario) nos metimos en otra aventura que nos llevó hasta Antonio Mampaso y con él al Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Nos trasladó a la convulsa ciudad de Alejandría. Un espacio donde la convivencia entre paganos, judíos y cristianos era muy complicada. Poco a poco, sentí la fuerza interior de contar la historia", añadió Amenábar sobre un drama que crece en los días de decadencia del Imperio Romano.

80, 70, 60, 50 millones...

El creador de "Tesis", película que, según él, a su madre le costó entender, tenía claro que poner en marcha un producción de este calado le iba a resultar muy difícil desde el plano económico. "Las primeras cuentas se nos fueron a los 80 millones de euros, bajamos a 70 y seguimos quitando cosas hasta los 60. Todavía seguía siendo demasiado costosa. Estuvimos más de un año buscando dinero, pero nos dimos cuenta de que no podíamos pasar de los 50 millones", relató en referencia a la inyección financiera que requería un título, que ya se ha estrenado en el Festival de Cannes y que llegará a la cartelera española el próximo otoño. "Al principio nos hubiera gustado acometer una película más ambiciosa con Sócrates, Galileo o Newton, pero ni podíamos obligar a los espectadores a contemplar una cinta de siete horas, ni existía la financiación para abordar una revolución científica de esta magnitud", insistió Alejandro Amenábar. "Hypatía fue la mejor opción".

El cineasta que incluyó a Nicole Kidman en "Los otros" admitió con sinceridad que fue en este periodo cuando sintió más presión e incluso la tentación de ver si podía responder a las expectativas que se habían creado alrededor de él. "En Los otros no fue fácil trabajar con niños, yo no dominaba bien el inglés y Hollywood miraba para mí... Un director tiene que buscar desafíos, ser creativo, casi rozar la locura y, sobre todo, ser muy práctico. En el caso de Ágora, les aseguro (dijo a los asistentes a la jornada de clausura de ayer) que he sido muy práctico".

En torno a Hypatía sólo hay ciencia y un final trágico. "Ágora es un sentimiento intelectual", precisó Amenábar. "Aquí no existe una maravillosa historia de amor, y si la hay nunca es entre dos personas... En Hypatía hay un amor a las estrellas. En este sentido, me divierte la idea de especular y, sobre todo, transmitir un conocimiento algo más profundo en torno a la figura de una mujer irrepetible (de la que no se ha escrito demasiado). Ella nunca se enamoró y tuvo que vivir en una sociedad machista, como lo son todas", criticó Alejandro Amenábar en el instante que le tocó hablar del papel asignado a Weisz.

En la producción, que se grabó en varias localizaciones de Malta (Valletta, Mdina y Delimara) también participaron Max Minghella, Óscar Isaac, Sami Samir, Michael Lonsdale, Rupert Evans o Richard Durden. "En Ágora le damos al espectador un buen plato de Astronomía", matizó el autor de "Abre los Ojos", película por la que fue nominado a tres Goya en 1998.

"Ágora" y "Gladiator" tienen en común, al margen del trasfondo de la sociedad romana, unos escenarios comunes recreados en distintos puntos de Malta. "Siempre he huido de las recreaciones digitales, pero en este caso era inevitable". En ese punto fue cuando Amenábar volvió a insistir en el capítulo de inversión. "Si con el dinero del que disponíamos nos planteamos en reconstruir el Faro de Alejandría esto sale", avanzó el ganador de diez Goya por "Mar Adentro" (4), "Los otros" (3) y "Tesis" (3). Amenábar puso como ejemplo una composición de "Animatrix 3D" para explicar que en "Ágora" se ha recurrido muchísimo a la digitalización e incluso al mundo de las ilustraciones (por primera vez en su carrera como director) para probar cosas antes del rodaje.

"La búsqueda del realismo no es una obsesión", puntualizó el conferenciante del II Curso de Cine y Ciencia celebrado en el Museo de la Ciencia y el Cosmos. "Muchas veces nos preguntamos (durante el rodaje) cómo lo haríamos y al final aparecían las soluciones", declaró cuando hizo una breve referencia a la banda sonora. "La hizo Darío Marianelli (ganador de un Oscar por su trabajo en "Expiación") porque a veces es bueno dejar que entre aire nuevo", comentó sobre las composiciones musicales que él mismo ha realizado para otras composiciones. "Me gusta estar en la piel del espectador y ver de todo. El otro día me di un empacho con la de Terminator y con la de Dos tontos muy tontos ", concluyó, cuando le tocó hablar de la renovación de su cine. "Hacer cine es como viajar en el tiempo y ahora toca ver Ágora", concluyó.