Jesús declara que discutió con Juana por el dinero y ella llamó a la policía. Tras marcharse los agentes él decidió hacer la maleta para marcharse, pero asegura que ella intentó agredirle. “La empujé. No quería hacerle daño, pero cayó al suelo. Se golpeó. Se quedó inmóvil con los ojos abiertos y las pupilas dilatadas. No tenía pulso”. Le entró miedo y descuartizó el cuerpo con una sierra en la bañera. Luego trasladó dos maletas con restos y las herramientas a Navalacruz, y junto a su finca hizo dos agujeros. Las maletas las arrojó a un contendor en Alcalá de Henares. El hecho de que la policía hubiera acudido a la vivienda donde discutió con Juana era un obstáculo insalvable en su versión de que la había encontrado muerta. Por eso lo pensó mejor. La investigación fallida por inexistente hace 20 años, se reactivó hace pocas semanas con unos registros en los que sabían que ya no iban a encontrar nada. Pero Jesús tenía los teléfonos pinchados y su mujer, con la que se casó a los pocos meses del crimen, no paraba de preguntarle por Juana. El decía que no tenía nada que ver.