En diciembre habría cumplido ya cinco años cerrada. Hoy ha llegado el no definitivo, pese a que el Gobierno habría preferido otro desenlace. “La central de Garoña se cerrará y se cerrará porque se ha utilizado políticamente como una base de hacer política energética con posiciones de a priori y de antemano”, anunciaba el ministro de Energía, Álvaro Nadal. Acaba aquí el culebrón de la pionera en energía nuclear en nuestro país. Cumplió los 40 años para los que fue diseñada en 2011, pero el gobierno de Zapatero le prorrogó la vida hasta 2013. Antes de llegar a esa fecha, Endesa e Iberdrola, sus dueños a partes iguales, decidieron cerrarla para no pagar la tasa nuclear que introdujo el ya Gobierno del PP. En ese momento proporcionaba el 6% de la electricidad del país. En febrero de este año el Consejo de Seguridad Nuclear avaló su reapertura, pero el caso es que ya ni Iberdrola estaba interesada. La próxima central en llegar a la crisis de los 40 años es Almaraz, la más potente. El Gobierno ya ha dicho que es partidario de extender su vida útil y argumenta que si se prescinde de la nuclear, el coste del kilovatio subirá un 25%.