Anna y su hijo de 8 años, Anders, intentan huir desesperadamente del violento padre del niño, por lo que se mudan a un nuevo apartamento cuya dirección solo conocen ellos dos. Anna está aterrada por si su exmarido los encuentra, así que decide comprar un intercomunicador de bebés para poder tener controlado a Anders mientras duerme. Al principio empiezan a oírse a través del aparato unos extraños y misteriosos ruidos, hasta que una noche Anna cree escuchar lo que parece ser el brutal asesinato de un niño. Mientras tanto, Anders hace un nuevo amigo muy misterioso, que entra y sale de su casa cuando le apetece. La joven se pregunta si tiene algo que ver el nuevo amigo de Anders con los sonidos del intercomunicador y por qué de repente aparece sangre en un dibujo del niño. Anna cree que todavía están en peligro.