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La Guancha | Un guanchero universal

Salvador Pérez, primer cronista de La Guancha

El primer cronista oficial de la historia de La Guancha ha

podido rehacerse pese a tener tantas veces la vida en contra

Salvador Pérez en la plaza del Charco, en Puerto de la Cruz. Carsten W. Lauritsen

Dice que ha vivido dos vidas, pero a sus 81 años atesora aún más: la del niño que perdió la casa en un incendio, la del hijo que buscó al padre perdido, la del maestro inolvidable, la del periodista todoterreno, la del padre golpeado por la muerte de sus dos hijos, la del viajero incansable, la del filántropo.

Salvador Pérez se convirtió el 19 de marzo de 2022 en el primer cronista oficial de la historia de La Guancha. Un cargo honorífico más que merecido para la persona que más y mejor ha escrito sobre este municipio. Empezó con 14 años en el semanario Aire Libre y a sus 81, con infinidad de artículos y varios libros a sus espaldas, ya tiene en mente nuevos trabajos sobre el Centro Cultural Unión y Fraternidad o las famosas Ferias de La Guancha. Salvador Pérez suele decir que ha vivido dos vidas, antes y después de la trágica muerte en accidente de tráfico de sus dos hijos Carlos Salvador y Beatriz, pero una conversación con este hombre lúcido y locuaz permite descubrir que, en realidad, atesora muchas más vidas en su vida. La del niño que perdió la casa por un incendio, merendaba leche de cabra recién ordeñada y pasó dos meses en cama con una enfermedad pulmonar; la del hijo que buscó a un padre desaparecido; la del maestro inolvidable; la del promotor cultural; la del periodista todoterreno; la del padre golpeado por la muerte de sus hijos; la del viajero incansable por 58 países; la del superviviente del cáncer; la del filántropo... La historia de un guanchero universal que ha sabido rehacerse pese a tener, tantas veces, la vida en contra.

El polifacético Salvador Pérez ha sido siempre fiel a su lema vital, una frase del poeta portugués Fernando Pessoa: «Pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas». Y eso le ha permitido ser ejemplo de entrega y buen hacer en dos profesiones tan vocacionales como el magisterio y el periodismo. Dos pasiones que nunca abandonó del todo. No es historiador, pero lo compensa con su «amor al pasado, a la historia pequeña o grande». No es historiador, pero sus vidas son una fuente inabarcable de experiencias y anécdotas que relata de forma apasionada y generosa.

«Tenía obsesión por escribir y con apenas 14 años me metí en la aventura de escribir crónicas de los partidos de fútbol de un equipo juvenil y mi primer artículo publicado, en el semanario deportivo Aire Libre, se tituló La Guancha necesita un campo de fútbol. Ahora tiene uno maravilloso», celebra. Desde entonces, la lista de medios en los que ha colaborado es enorme: La Tarde, Jornada Deportiva, El Eco de Canarias, Efe, La Gaceta de Canarias, Radio Juventud de Tenerife o EL DÍA, donde demostró su enorme capacidad de trabajo. Fue enviado especial a Alemania, Venezuela, Madeira o Madrid y, cuando firmaba con el seudónimo Paladín, conoció a Juan Cruz Ruiz, «un niño que con apenas 13 años nos dictaba sus artículos por teléfono desde el Puerto de la Cruz. Y los chicharreros no se podían creer que aquel niño escribiera tan bien».

El lema de su existencia es una frase de Pessoa: «Pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas»

Aún como estudiante de magisterio, ya era un todoterreno en la redacción. Hacía los vestuarios de los partidos del CD Tenerife, «algo que ya no se usa, pero en aquel tiempo te podías meter allí a entrevistar a los jugadores medio desnudos». También escribía sobre cultura y cita con especial cariño una entrevista que le hizo a Nuria Espert en su camerino del Teatro Guimerá.

Tras hacer el servicio militar en Melilla, donde fue «absolutamente feliz durante 16 meses», empezó con su carrera profesional de magisterio, pero sin abandonar nunca las colaboraciones en prensa. En esa etapa de compaginar dos grandes pasiones, Salvador Pérez fue capaz de entrevistar a todos los candidatos de las primeras elecciones locales de 1979, «desde Santiago del Teide hasta Tacoronte». Hizo las primeras entrevistas de su vida a políticos como Paco Afonso, Paulino Rivero o «al padre del actual alcalde de Santiago del Teide, Emilio Navarro». Aquella pasión por los municipios del Norte, con La Guancha a la cabeza, convenció a Francisco Ayala, que fue redactor jefe y director de EL DÍA, para que creara «las primeras páginas dedicadas en exclusiva a los pueblos del Norte y del Sur».

También creó una sección, Tiempo de Niños, en la que dio voz a miles de escolares. Y tocó prácticamente todos los palos del periodismo, desde las crónicas de los plenos de los pueblos a las entrevistas a personajes de la talla de Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga, Camilo José Cela o Rafael Alberti. De la mano de su recordado amigo Paco Afonso, se coló en una reunión en el Ministerio de Hacienda, en Madrid, como efímero «alcalde de Punta Brava» y mientras los políticos hablaban, él tomaba notas para el periódico.

Fue una apasionante vida periodística que Salvador Pérez compaginaba con su labor docente diaria. En el parón de mediodía o después de la escuela, buscaba tiempo para marcharse a un municipio a recopilar noticias y reportajes, «y en todos tenía fuentes en el poder y en la oposición». Sus artículos los mandaba con los repartidores del periódico en los tiempos en los que no había fax ni se podía concebir internet.

Dejó huella en el periodismo, pero su vocación con mayúsculas fue la enseñanza. Siempre repite que «más feliz que yo no hubo nadie en la escuela». Y quizás lo logró porque siempre quiso conocer bien a todos sus alumnos, así supo llegar a ellos y organizar los grupos de la mejora manera. «Les hacía escribir una redacción sobre ellos y responder un cuestionario con más de cien preguntas, y así sabía cómo era cada uno», detalla.

Pasó por centros educativos de Las Palmas de Gran Canaria, San Mateo, Icod de los Vinos y, sobre todo, La Laguna, donde terminó como profesor de secundaria en el Instituto Cabrera Pinto. Organizó viajes culturales con hasta un centenar de alumnos y tuvo la oportunidad de llevar a algunos de sus estudiantes a Argentina, en «un viaje memorable» en el que incluso fueron recibidos por el presidente Carlos Menem. Pero su etapa educativa se torció con el famoso Caso La Neja, uno de los hechos «más tristes y dolorosos» de su vida. Un conflicto de 16 maestros con la Consejería de Educación que generó un escándalo mediático y terminó, a principios de 1996, con un encierro que duró 13 días y 12 noches en el despacho del consejero José Mendoza. Finalmente ganaron y se reconocieron sus derechos como docentes.

Su vida personal nunca fue fácil y en 1968 tuvo que afrontar «el infinito trauma» de la desaparición de su padre, Salvador Pérez León: «Su empresa se hundió y él desapareció en septiembre de 1968. Nunca volvió a ponerse en contacto con nosotros. Yo incluso fui a Venezuela a buscarlo. Pero nada. Fue como si la tierra se lo hubiera tragado».

Tras superar el 28 de diciembre de 1997 un accidente de tráfico en el que vio la muerte de cerca, el 1 de junio de 2001 llegó la gran tragedia de su vida: la muerte de sus dos hijos, con apenas 27 y 25 años de edad, en la plenitud de su existencia. Un hecho del que ha escrito que «no existen palabras para definir tanta orfandad». Salvador y Aurora, la mujer con la que el próximo junio celebrará 50 años de matrimonio, tuvieron que «inventarse otra vida» después de la tragedia, «gracias al amor por la cultura, por la educación y por ayudar a los demás». Después de aquel terrible golpe, decidieron no rendirse: «Nos dijimos que debíamos seguir viviendo, y lo hemos conseguido gracias a nuestras familias y amigos», explica Salvador Pérez, quien también ha sido capaz de superar, en 2016, un cáncer de próstata con la ayuda de una exalumna que ahora es su doctora.

De aquella pérdida terrible surgió la Fundación Canaria Carlos Salvador y Beatriz, que desde 2006 ha ayudado a estudiar a cerca de 700 estudiantes de todas las Islas Canarias; ha enviado grandes cantidades de material escolar a Sudamérica; ha construido escuelas en Perú y en Paraguay, y ha perforado un pozo para dar de beber a una aldea de Gambia. También se volcaron con los estudiantes palmeros tras la erupción volcánica, y en apenas unos días, enviaron 12.000 euros para los alumnos de los institutos de Los Llanos, El Paso y Tazacorte. Y pese a todo lo vivido, Salvador Pérez aún sonríe, comparte, cuenta y ayuda, con la serenidad de quien sabe que los días más tristes ya han pasado.

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