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Cuando el Valle de La Orotava se vino abajo

Hace alrededor de 500.000 años, un megadeslizamiento formó el Valle de La Orotava

La costa del Valle de La Orotava MARIA PISACA

Del geólogo y naturalista Telesforo Bravo Expósito (Puerto de la Cruz, 1913-2002) se decía que «hacía hablar a las piedras». Considerado el padre de los estudios modernos sobre la geología de Canarias, explicó en el año 1962 que el Valle de La Orotava tuvo su origen en un gran deslizamiento o avalancha de terreno. Una teoría sobre el origen de las grandes depresiones de Tenerife, que también incluye al Valle de Güímar y a la caldera de Las Cañadas, que fue «completamente inédita y nunca antes había sido formulada a esa escala», según explica Juan Jesús Coello Bravo en su artículo Cuando las Islas se derrumban. Telesforo Bravo y la teoría de los deslizamientos gravitacionales. Este científico portuense supo ver, antes que nadie, que el suelo se vino abajo hace unos 500.000 años y formó la enorme cicatriz de entre 9 y 12 kilómetros de ancho que hoy es el Valle de La Orotava.

El llamado Valle del megadeslizamiento pleistoceno de La Orotava ya se ha incluido oficialmente en el Inventario de Lugares de Interés Geológico de España, elaborado en el marco del proyecto Lugares de Interés Geológico Canarias, una iniciativa del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), financiado con fondos europeos y por el Gobierno de Canarias. Además, esto implica que pasa a formar parte del Inventario Español del Patrimonio Natural y la Biodiversidad.

Para Jaime Coello, de la Fundación Telesforo Bravo, esta decisión «tiene una enorme importancia puesto que reconoce el valor patrimonial de un espacio y de un proceso natural que fue descrito por primera vez en el mundo precisamente en el Valle de La Orotava y por Telesforo Bravo en el año 1962. Por lo que podemos decir que estamos ante un primer lugar o first site».

Además, Jaime Coello resalta que desde su fundación también se considera esta inclusión como «un nuevo reconocimiento a la figura de Telesforo Bravo, ya que se trata de otro paso más en la confirmación de una teoría que, cuando la formuló, generó el casi unánime rechazo de la comunidad científica. Y ahora prácticamente nadie la discute».

Juan Jesús Coello Bravo, licenciado en Ciencias Geológicas, explica en el citado artículo que «en los años 50 y 60 del siglo XX, Telesforo Bravo aportó al debate observaciones fundamentales, obtenidas a través de la investigación de las galerías de agua del norte de la isla. Sus datos le permitieron elaborar una teoría sobre el origen de las grandes depresiones de Tenerife que, si no completamente inédita, nunca antes había sido formulada a esa escala. La confirmación, a partir de trabajos cada vez más numerosos, de las ideas de Telesforo Bravo, tuvo que esperar hasta la última década del pasado siglo. Los nuevos datos supusieron el fin de la discusión, y de paso demostraron el valor que tiene el estudio de las galerías, del que Bravo fue pionero, en la reconstrucción de la historia geológica de Tenerife».

Telesforo Bravo Expósito Fundación Telesforo Bravo

La explicación del origen del Valle de La Orotava se esboza por primera vez en un artículo de Telesforo Bravo, titulado El Circo de Las Cañadas y sus dependencias, publicado hace justo 60 años. Aportó «datos inéditos sobre las formaciones volcánicas presentes en los subsuelos del norte de Tenerife, obtenidos a partir del estudio geológico sistemático de las galerías perforadas en ese sector de la isla», detalla Juan Jesús Coello.

En ese artículo, Telesforo Bravo «relaciona por primera vez la formación de la caldera de Las Cañadas con la de los valles de Güímar y La Orotava», apunta Coello, quien añade en esa publicación que uno de sus principales descubrimientos fue «la presencia en los subsuelos de los tres valles (Güímar, La Orotava y La Guancha-Icod), bajo las lavas y piroclastos recientes de relleno, de una potente capa de material fragmentario, conocido por mortalón en la jerga de los trabajadores de las galerías. Este material es una brecha masiva y caótica, formada por clastos o fragmentos de roca de todos los tamaños y litologías, englobados en una matriz arcillosa-limosa». Un material que «se comporta en numerosas zonas, sobre todo si está saturado en agua, de forma plástica, es decir, se deforma progresiva y permanentemente bajo presión o carga».

Estas evidencias permitieron a Bravo explicar «la formación de las tres depresiones por el deslizamiento gravitacional de grandes masas del flanco norte de Tenerife. Estas masas de terreno se movieron lateralmente hacia el mar sobre la superficie plástica e inclinada del mortalón, formación a la que atribuyó origen volcánico explosivo». El tiempo y la experiencia dieron la razón en casi todo a Telesforo Bravo. Resultaron fundamentales tres cuestiones: la erupción del Saint Helens en 1980 y su gran deslizamiento, que permitió observar un hecho similar a los sucedidos en Tenerife; las investigaciones sobre la topografía y geología de los fondos oceánicos, que sirvieron para detectar en 1995 enormes vestigios de estos deslizamientos en los fondos tinerfeños, y la modificación de la teoría de los deslizamientos, planteada en 1989 por José Manuel Navarro y Juan Coello, quienes matizaron que el llamado mortalón «no es un material que se originara antes de los deslizamientos y actuara como superficie de despegue, sino que se trata de los depósitos de avalancha rocosa formados por esos movimientos masivos».

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