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Ejército

Condenado un soldado mallorquín por disparar sin querer a un mando

El joven hirió con su pistola al suboficial del Ejército en la pierna derecha durante unas prácticas de tiro en la base militar de Girona

El accidente se produjo en una prueba de entrenamiento.

Un joven mallorquín que se enroló voluntariamente en el Ejército ha sido condenado al pago de una multa como consecuencia de un accidente que protagonizó durante unas prácticas de tiro en un ejercicio militar. Un tribunal le ha declarado culpable, coincidiendo con el criterio de la fiscalía, de un delito consumado contra la eficacia del servicio, que se podría asemejar al delito de lesiones por imprudencia. No ingresará en prisión, pero sí tendrá que pagar una multa de 600 euros. Tendrá que añadir otros 250 euros más para indemnizar al suboficial al que hirió.

Hace dos años el joven estaba destinado en una unidad de Barcelona. En el mes de julio de 2020 acudió a un ejercicio de tiro que se celebró en una base militar de Girona. El joven debía seguir las indicaciones de un brigada, que dirigía el ejercicio. La práctica consistía en reproducir una de las situaciones en la que se puede encontrar el personal de seguridad del Ejército cuando vigila un edificio militar. Consistía en simular que un individuo se acercaba al soldado de la puerta, para hablar o hacerle alguna pregunta, y en un momento determinado una tercera persona ataca al vigilante. El soldado debe apartar a la persona que se le ha acercado a preguntar, para protegerle, al tiempo que desenfunda el arma y dispara al agresor.

En el ejercicio, era el brigada quien hacía el papel del ciudadano que se acercaba a preguntar. Tras apartar al suboficial, el soldado dio un pasó adelante. Desenfundó el arma, pero lo hizo con el dedo en el disparador, de tal manera que la pistola se disparó. El proyectil acabó alcanzando la pierna del suboficial que dirigía la prueba. La bala, según el informe médico que ha valorado el tribunal militar, le provocó al herido un orificio de entrada de un centímetro de diámetro, sin restos de pólvora, y un agujero de salida algo más ancho. El herido tuvo que ser evacuado a un hospital militar. La herida, por fortuna, fue menos grave de lo que inicialmente se sospechó al tratarse de un accidente con un arma de fuego real.

El tribunal señala que el soldado había recibido las pautas de seguridad antes de iniciar la prueba. Le indicaron con claridad que no introdujera el dedo en el disparador del arma. Tampoco podía girarse en la línea de tiro. Estas instrucciones estaban recogidas en el manual de instrucción de la Policía Militar del Ejército.

Antes de la prueba con fuego real el soldado había realizado otras pruebas de entrenamiento sobre el ejercicio.

El soldado mallorquín no estuvo conforme con la acusación que se planteó contra él. Sostuvo que se trató de un accidente debido al mal funcionamiento de la pistola. El arma fue sometida a varias pruebas técnicas, sobre todo dirigidas a averiguar si el disparador era especialmente sensible, como señalaba el soldado. El técnico que comprobó el estado de la pistola mantuvo que el arma no presentaba ningún tipo de desgaste, por lo que su funcionamiento era normal.

Esta prueba ha ido en contra del soldado, pues los jueces militares le condenan porque interpretan que no adoptó las suficientes medidas de seguridad para evitar que el arma se pudiera disparar y herir a su superior.

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